Las Odio: feminismo bailable

Texto: Laura Redondo // Fotos: Rafael Tovar

Avanzan imparables. Con su disco debut, “Futuras esposas”, Ágata (guitarra), Alicia (batería), Paula (voz y sintetizadores) y Sonsoles (bajo) se han abierto paso por escenarios de toda España.

Las referencias femeninas abundan en su trabajo: desde un homenaje a Pepa Flores en el nombre del disco (viene de Las cuatro bodas de Marisol), e incluyendo, además, un pequeño sample de la película en el vinilo, a una actualización del cuarto propio de Virginia Woolf, pasando por una versión libre de uno de los temas más famosos de la italiana Donatella Rettore.

Sus canciones son ácidas, llenas de humor pero certeras en sus críticas al machismo, a la precariedad laboral, o al cansino postureo musical, y su sonido mezcla el punk, lo yeyé, o el garage. El resultado da para bailar sin parar, pero también para pensar: honestidad y diversión sin rodeos.

¿Cómo le explicaríais a alguien que no os conozca qué son Las Odio?

Nos gusta definirnos como un grupo de riotgrrrls, en el que la música (y la fiesta) se convierte en una herramienta para la lucha feminista.

Os lo habrán preguntado montones de veces pero, aun así, no me resisto: ¿de dónde viene el nombre?

Fue idea de Alicia, nuestra batería, que tiene un talento especial para poner nombres. Parte de la estructura de nombre de «grupo de chicas» de los 60’s (Las Ronettes, Las Crystals…), con un doble sentido, en el que nos apropiamos de la posición incómoda de ser una propuesta molesta. No necesitamos el permiso de nadie para hacer esto.

¿Cuánto tiempo lleváis haciendo música?

Juntas llevamos desde el verano de 2015. Cada una de nosotras había tenido proyectos antes: Ágata empezó a tocar la guitarra con Agnes (a finales de 2013), Alicia y Paula empezaron a tocar juntas en el Dúo Divergente en 2014…

Creo que todas tenéis vuestros trabajos, al margen de hacer música. ¿Cómo lleváis esa especie de doble vida?

Es complicado de compaginar, sobre todo es cansado. Porque además del trabajo y de la música tenemos amigas y familias que nos gusta ver, planes de ocio que nos gusta hacer, etc. Al final la única forma de sacar el grupo adelante es haciendo grandes esfuerzos consiguiendo tiempo de donde no lo hay, pero es que merece mucho la pena. Es un proyecto muy gratificante.

¿”Vitaminas” tiene algo que ver con todo eso? Con esas exigencias excesivas con las que todas cargamos.

Sí. Trata de la carga diaria que tenemos que asumir, sobre todo las mujeres, que sumamos a nuestras jornadas laborales los cuidados familiares y otras responsabilidades. La respuesta del capitalismo es hacer pasar la explotación por una patología. Para cada necesidad generada, tenemos a nuestra disposición un producto, en este caso complementos vitamínicos para que mantengas tu productividad al máximo (y consumas) sin tener que cuestionarla.

Soléis presentar “Mantis religiosa” como una fábula feminista, ¿cuál es la moraleja?

La moraleja es que para enfrentarse al patriarcado conviene ser fuerte y poderosa, como la Mantis Religiosa. Esta canción pretende dar una representación positiva, desde la admiración, de un estereotipo de mujer fuerte y decidida, que habitualmente suele ser representada como maligna, cruel… Un poco como hicieron Bikini Kill con «Rebel Girl«.

¿Por qué creéis que, todavía hoy, a menudo se sigue hablando de grupos formados solo por chicas como si fuera una rareza? ¿Qué es lo que falla?

Porque se presenta en un porcentaje tan reducido que, desgraciadamente, lo sigue siendo. Los carteles de los grandes festivales están plagados de grupos formados únicamente por señores (casi siempre blancos y heterosexuales), que generan un status quo de quién es quien hace la música y desde dónde la hace. Tenemos que romper con esa hegemonía y dar cabida a la diversidad en las representaciones que proyecta nuestra cultura.

En “Indiespañol” denunciáis la hegemonía masculina en la música. Últimamente se ha generado mucho debate en torno al machismo y a la presencia de las mujeres en géneros como el trap (que ahora parece tendencia), pero no es un tema tan recurrente cuando hablamos de otros géneros. ¿Creéis que es algo más presente, o al menos más evidente, en unos géneros que en otros?

Un género musical es una olla muy grande en la que cualquiera puede cocinar lo que quiera. Por eso, el machismo está presente en todos en mayor o menor medida. Lo que sí existen son tendencias a la hora de estigmatizar a un género u otro. Sin duda en el trap hay machismo, como lo hay en el indie o en el flamenco; pero creemos que también existen otros ejes, como la clase o la raza, que hacen que géneros como el trap sean señalados con más virulencia que otros que se ajustan mejor a lo que se espera del mainstream. Hay canciones de Alejandro Sanz que son terroríficas, pero él aparece en los medios como adalid del feminismo por detener una agresión machista desde el escenario. Al final el problema es mucho más complejo que decir si tal género es peor que otro.

¿Qué os parece que se hable de “cuotas” femeninas en los festivales? ¿Realmente equilibra la situación?

Nos parece muy bien que se hable de ello, que se reflexione y que se actúe. No lo entendemos como una medida finalista, el objetivo no es conseguir que se imponga que el cartel de un festival tenga un 50% de mujeres sí o sí, sino que la intención es dar espacio a una realidad que está infrarepresentada, para que funcione como modelo y como palanca de cambio, de manera que en un futuro no sea necesario prestar especial atención a la variable de género, porque no suponga una desigualdad en el acceso y disfrute de la generación de la cultura.

Lo que desde luego no funciona es no hacer nada. Pretender que las cosas cambien por sí solas, que las personas en situación de privilegio renuncien a ello de manera espontánea no ha dado buenos resultados, así que hay que probar otras estrategias.

¿Y que hay de organizar festivales abiertamente feministas e inclusivos, como Ladyfest?

Ladyfest es la autorrealización de una utopía en la que la revolución feminista ha triunfado, y es maravilloso vivir en esa burbuja, dejar que impregne las ciudades con procesos feministas y autogestionados, y que cuestione las formas de organizar y disfrutar eventos culturales, de compartir el arte, de relacionarnos en espacios de ocio…

Cuando os preguntan por referentes musicales a menudo nombráis a Chain and the Gang, The Make Up, Au Pairs, La luz, Vivian Girls… ¿Es así? ¿Me falta algo?

La verdad es que tenemos referentes muy diferentes cada una, y los que listas son algunos de nuestros puntos de acuerdo. Más allá de eso, coincidimos en las bandas de nuestro entorno, a las que nos gusta apoyar.

¿Y qué referentes tenéis en otros ámbitos culturales?

Lo cierto es que casi todo puede ser un referente cultural para nosotras. Mamamos de la cultura pop en su sentido más amplio. Puestas a reivindicar… un referente evidente serían las riots grrrls, que más allá de su aportación musical, nos mostraron una manera diferente de hacer política, de hacer música, de organizarse, de difundir y compartir sus obras…

¿Cómo funciona el proceso de componer canciones en Las Odio? Creo que las letras las escribe Paula, ¿es así?

Las canciones las componemos siempre juntas. Normalmente una de nosotras llega con una melodía, una guitarra o una línea de bajo y a partir de ahí cada una se encarga de ir aportando con su instrumento. El «instrumento» de Paula son las letras, pero siempre que pensamos tema nuevo para una canción lo elegimos por consenso. Tiene que ser algo de lo que nos apetezca hablar a las cuatro e intentamos que nos represente a todas; si no perdería la gracia.

Futuras esposas se lanzó hace menos de un año pero está teniendo un recorrido muy amplio, con bastante eco. Y ahora, ¿qué? ¿Qué tenéis entre manos? ¿Se aproxima nuevo disco?

De momento seguimos con la gira de otoño invierno por salas. Aún nos quedan Donosti, Lugo y Orense. Mientras, seguimos componiendo, pero no queremos pensar en grabar hasta que estemos un poco más tranquilas, porque no hay tiempo para todo.

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