Merche Pérez. Debaga
Cuando llamas a una persona para comentarle que al día siguiente vas a usurpar su taller a alguna hora de la mañana y que además, esa misma noche se van a presentar tres tipos a hacerle una entrevista, así a bocajarro y sin ningún tipo de anestesia, lo primero que debes hacer es poner una tilita a calentar y esperar lo peor. Ese no ha sido el caso de Merche Pérez Cañas, la chica que está detrás de la marca Debaga, que sin pensarlo se presta a todo esto y además lo hace con una sonrisa de satisfacción.
Y qué es Debaga. No es sólo una marca de ropa, es un taller, una filosofía de vida, trabajo hecho a mano, mucho trabajo, algo que contrarresta con lo que Merche nos cuenta. «Debaga surge por aburrimiento, tras haber estudiado vestuario de teatro en Sevilla, me tuve que volver al Puerto de Sta. María, donde me puse a trabajar con la máquina de coser. Ahí surgió mi línea de diseño, en el año 2.004», nada menos. «El nombre viene de vaga, soy muy vaga, me gustan las calles, aunque eso también es mover una empresa. La primera línea de mi marca la acogieron en la tienda Ropa Positiva, en la Alameda, y a partir de ahí no paré de trabajar».
Para construir utiliza el hilo, factor fundamental en sus diseños, algodón, papel y serigrafía. La ropa no la realiza ella, lo suyo es customizar prendas, así que decide comprar su particular lienzo a la marca American Apparel, o se lanza al reciclado de ropa para intervenirla con sus propias fantasías. Pero antes de llevar su obra a la ropa, construye cuadros, obras de arte como prototipos, de donde saca el formato «cuadro o parche”.
«Yo no sé coser, utilizo la máquina para experimentar. Un año estuve con una beca en Florencia y tuve que decir a mi jefa, que era coreana, que no me dejase más prendas para arreglar porque las rompía todas (risas). Eso sí, a mi estilo hice el logo de la tienda y otros trabajos que me sirvieron como una experiencia muy enriquecedora”.
Para la confección de sus prendas utiliza hilo, y además de muchos colores, destacando los flúor, comienza con un lienzo en blanco y negro y continúa con el bordado en color, usa sobre todo el flúor para destacar de la anterior puntada, sin buscar otro motivo más que el estético.
Nos cuenta que la marca es la furia del punk, el rock más dulce y la música vanguardista, «yo relaciono mucho la música con Debaga, no hay nada muy buscado». Cuando le preguntamos por qué usa como motivos en sus diseños animales salvajes, corazones u otros motivos humanos muy descontextualizados, ella se limita a responder que es «porque soy muy bicho y eso es lo que me sale». Con lo que Merche se ve más identificada es con la música, y aunque tiene gustos musicales muy diversos, sus preferencias son la electrónica, el pop, punk y lo experimental, sobre todo los “ruiditos”, aunque dice que para días bajos la música de cortarse las venas tampoco viene mal. «Identificaría con mi máquina de coser en este momento al grupo Perro, llevan dos baterías y sintetizadores, algo muy experimental, y además los vamos a disfrutar este fin de semana en la Sala Malandar».
Lo que ofrece Debaga que no hagan los demás es el bordado y la exclusividad, lo mismo da uno de sus propios diseños o algún trabajo por encargo, pero sobre todo, lo que la define es lo artesanal, o el handmade como eufemismo para poder abarcar mejor el mercado. «La palabra artesanía está muy devaluada, nos encasillan en la artesanía básica del cuero o de los puestos de hippies».
A Merche le gustaría colaborar con la Casita de Wendy, una marca de diseño artesanal de gran renombre en el mercado nacional, y aunque aparentemente los diseños de Debaga sean más transgresores, políticos o salvajes, también tiene algo de dulce. «La Casita de Wendy me gusta por sus diseños de estampados, porque ellos lanzaron el concepto de handmade y el craft al mercado español, y además también relacionan sus diseños con la música, durante unos años desfilaron en la Pasarela Mustang en el Festival de Benicàssim e incluso trabajaron con la cantante Bjork».
Debaga ahora está estudiando llevar sus bordados a otros formatos y, junto a Ana Sales, está investigando el modo de trasladar sus diseños a la porcelana, a través de técnicas que hasta el momento desconocían pero que les parecen un modo interesantísimo de aprender y trabajar. Además, colabora con otras marcas, la última colaboración ha sido con la RAE, a través de una diseñadora gráfica que trabaja para la tienda del Museo de la Casa Cervantes de Madrid, para los que hizo una línea de camisetas en las que a través de signos forma el rostro de personajes célebres de la literatura española.
Lo que más echa en falta en Sevilla es clientela, paradójicamente para un negocio con 10 años de vida: «vendo mis diseños más fuera que aquí, hace falta una concienciación del handmade, y poco a poco esto se va viendo, aunque aún falta mucho. También ocurre que Sevilla es una ciudad con una mentalidad algo cerrada, y aunque existen grupos culturales de toda índole, estos sólo se mueven en sus propios círculos y no apoyan al resto de actividades».
Lafibra/Laboratorio Textil es un lugar que bien podría estar en el barrio del Born de Barcelona, un lugar acogedor hasta decir basta, una mezcla entre taller, estudio y tienda donde Merche comparte trabajo, experiencia, vivencias y una cocina encantadora con dos chicas más, Marilene Kügler e Izaskun González. «Nace en octubre de 2013, es un espacio de tres firmas, Marilene d´Sastre, Ulumulu y Debaga. Nos unimos por esta época de crisis, pensamos que compartir es vivir, y aunque cada una tiene su disciplina, también estamos haciendo trabajos conjuntos, como por ejemplo un proyecto de colaboración textil con Mónica de Desmontando a la Pili».
Su otra gran labor es la coordinación y trabajo en la Asociación ADMIA, para quien no las conozca es la Asociación de Moda Independiente de Andalucía, se siente muy orgullosa y a la vez muy cansada de todo el trabajo organizativo que conlleva, pero ve resultados muy positivos cada vez que acontece Muchomaskemartek, un mercado de diseño artesanal, o handmade, que en cada edición cambian de espacio por hacer más dinámica su labor. En Muchomaskemarket, ADMIA hace una convocatoria abierta a otros creadores y diseñadores, para después convertir cualquier espacio en un lugar acogedor cubierto de oropeles y otras alhajas de gran valor, coordinado además con conciertos y actividades. Esta primavera este mercado cumple su séptima edición, en un espacio aún sin confirmar.
Como proyecto de futuro, Merche nos suelta un «que me toque la lotería», aunque más seriamente su gran proyecto es abrir una tienda multimarca, que ponga en valor el gran potencial artesanal y contemporáneo que hay en la ciudad. Pero de momento se conforma con potenciar el barrio de San Luis a través de los talleres de artesanos, el Hotel Santa Lucía y otros negocios que están levantando la zona.
Un consejo:
«A todo el mundo, quererse mucho, no joder a tu vecino, que aquí somos muy puñeteros y nos gusta jodernos. Hay que joder, joder; pero no al de al lado».
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Por Jesús Barrera // Fotos: Miguel Jiménez
