Cristina Galeote, «Lo que yo quiero en las personas es salvajismo»

Texto: Jesús Barrera // Fotos: Miguel Jiménez

Con un cigarrito en la mano, ese momento que siempre hemos tenido fuera del trabajo, único momento para hablar en la mañana, de ese modo me recibe Cristina Galeote Granados, fumando como Carmina, los dos en un mano a mano, disfrutando del ácido humo calando los pulmones. Y es que nosotros nos conocimos trabajando, colaborando […]

Cristina Galeote

Con un cigarrito en la mano, ese momento que siempre hemos tenido fuera del trabajo, único momento para hablar en la mañana, de ese modo me recibe Cristina Galeote Granados, fumando como Carmina, los dos en un mano a mano, disfrutando del ácido humo calando los pulmones. Y es que nosotros nos conocimos trabajando, colaborando y ayudándonos en nuestras respectivas empresas, en una ciudad que difícilmente apuesta pos las nuevas ideas, pero apostándolo todo al supuesto caballo ganador. Así es Cristina, una luchadora de armas tomar, fusil en mano no teme a nada ni nadie, y ve el futuro como el humo de la última calada, largo y espeso, pero muy gustoso.

Galeote está por tozudez, «por mis cojones, nunca por brillantez, pero a mí a «seguía» no me gana nadie. Yo pienso que todo es una carrera de fondo y siempre llego a la meta porque soy más seguía que una paja. No soy brilante, pero sí creo en el trabajo diario, y además tengo un aguante enorme, porque no soy católica pero tengo una fe ciega en lo que creo. Cuando me he frenado ha sido por los demás, yo jamás me he puesto límites, como fue El Galeote, mi padre, nunca tuvo límites y yo creo en él, no me encasillo, creo en el eclecticismo».

Y es que, como ella misma demuestra en todos sus trabajos, la comida tiene que ganarsela, hay que trabajar en las condiciones que sean: «la guerra por la guerra y el pan por el pan. Para mí esto es la guerra, en la guerra hay que ir a hierro cartucho y artillería pesada para la demolición absoluta. Si muere una idea es momento para otra, aquí hay que luchar».

Cristina Galeote

Ahondamos en terreno artístico tras otro cigarrito en la puerta de su local. En su obra plástica, así como en sus otras tareas, Cristina es tal como sus creencias, eclecticismo puro envuelto en abrigo de piel y pantalones de leopardo, todo del «charco», trabajadora sin límites horarios y directa en sus aclaraciones. Si le buscamos un punto de unión con  otros artistas, ella se desquita, no da importancia a lo que pueda tener en común con sus coetáneos y aunque cree muy válido lo que se haga, construya o mueva en materia de arte contemporáneo, también tiene unas cuantas palabras un tanto arduas.

«Me parece que la gente tiene mucho miedo, uno de los grandes problemas de la humanidad. Miedo es acomodación, es no apertura, no enfrentarte, no reconocer, no perdonar, miedo, miedo, miedo. Mi mayor miedo es la gente que tiene miedo, es gente desordenada, son paralíticos emocionales y culturales. El problema de esta gente con miedo es que paraliza, mea fuera y salpica. Por todo esto yo no entraría en un grupo artístico, el discurso generacional es no pensar, es hacer por hacer. Volvemos al miedo, es paralitismo, por lo que no hay evolución. La crítica destructiva siempre viene de paralíticos emocionales, la destrucción por la destrucción es silla de ruedas. La construcción por la construcción es avance».

Cristina Galeote

Cristina Galeote

Si nos paramos a analizar su obra vemos parajes fríos, interiores deshumanizados, quirófanos sin alma. «Lo que pinto es poco humano porque se percibe, en general, poca humanidad, el espacio es eso, es retratar el espacio humano porque estamos más pendientes de cómo salir a la calle que de limar las asperezas personales, «plasmaré el espejo de vuestras realidades», son cosas bellas pero sin alma. Hoy día hay más belleza que en los cincuenta, pero la gente antigua tiene más alma. De todo esto pasé a curarme, los quirófanos, la asepsia, porque necesitaba desintoxicarme de esta sociedad. Una vez curada de eso, empecé con el color y los animales. Cuando me siento bien es con la gente que se siente como un animal, que no te juzga, no te encasilla, como un perro, siempre está ahí. El mundo animal es puro, cuando un perro se va y vuelve, es la belleza animal, eso es lo que yo quiero en las personas, quiero salvajismo, que es la representación de lo puro, de lo real y sobre todo de la lealtad, esto último es lo único que perdura. Mi pintura soy yo, lo he sido siempre y lo seré así, aquí y en Pekín, yo soy una puta de lujo porque con mi obra vendo mi vida, como crear mi bar o crear mi espacio, me vendo a mí misma».

Pero Cristina Galeote es mucho más, no sólo espacios aparentemente sin vida, sino que ella investiga, se nutre de todo lo que puede ayudarla a encontrarse a sí misma, de ahí que hace años decidiese estudiar en profundidad el trazo infantil para plasmarlo en sus lienzos o en pequeños papeles de viaje. «En aquella época estaba buscando, estaba en la inhibición de lo prohibido, que es ser pequeño. Cuando mi método empezó a tener una creación, al tener una búsqueda personal, una búsqueda de pulsión. En el ámbito pictórico maté mi anarquía en pro de una estética objetiva, porque lo que yo quiero mostrar no quiero que tenga un ápice de duda, por eso mi método es programático. Cuando me obsesiono con algo me mimetizo e investigo para ver qué de nuevo aporto yo al mundo del arte, son disecciones. La pulsión científica es importante en el trazo, mezclo objetividad, muy pocas cosas en la vida dejo al azar, todo está estudiado. Mi sistema se podría denominar anarquía parlamenaria».

Cristina Galeote

Esta anarquía de la que me habla me recuerda a una serie de dibujos que me enseñó en su casa, miestras comíamos una porra antequerana cocinada por ella misma, espectacular por cierto, titulada «los loquitos», personas que bailan en un parque al ritmo de sus walkmans invisibles, juegan a la pelota sin ningún tipo de objeto esférico, una serie con trazo suelto y visceral que dibujó en su estancia en París.

Otro aspecto que identifica el trabajo de la Galeote es el color, para ella es la vida eterna, el acrílico es materia muerta y el óleo es algo que siempre está vivo, no caduca. El gris se convierte en color cálido: «Hay algo que no soporto, es el flower power, para mí el gris es uno de los momentos más personales de mi vida, es la dormidera de la cuna de mi abuela, o es la playa, el gris es el estilo de playa, cuando se está guay allí, no cuando el sol te estalla. El gris es lealtad, es el color real de las cosas, sin estereotipos, sin críticas, el color de las cosas que deberían perdurar, como lo hace en la naturaleza».

Cuando hablamos del panorama de la ilustración o el arte en Sevilla, Cristina pone cara de me conozco bien esto: «Estoy cansada de la rutina y la moda. Las modas son pasajeras, todos podemos hacer el pinopuente en distintos colores porque está de moda. Lo moderno es como un chicle que masticas muchas veces, ni tiene sabor, ni tiene sentido. Para todo tiene que haber una base sólida y a partir de ahí hacer lo que tú hagas. La moda me aburre. En Sevilla falta alma, sangre corriendo por las venas, gritos, verdades, cagarte en San Nani, naturalidad, ingenuidad, perros corriendo por las calles y gritando. En la cultura falta pureza, falta verdad, todo es mentira. Falta expontaneidad, todo es exageradamente contenido, me ralla lo premeditado, yo prefiero la naturalidad de las cosas.»

Cristina Galeote

Un libro:

«El Principito. Es el primer libro que me leí entero y que me regaló mi señorita Dominga. Casi todo lo que me gusta es todo lo que se parece a mí, donde me siento bien, es un tanto egocentrista o egoísta, o como se quiera llamar. Puestos a ilustrar ilustraría la canción «Rainbow» de Radiohead, porque soy yo, por egoísmo.»

Un proyecto:

«Me gustaría pintar como una monja, encerrarme un tiempo sin nadie y sin contacto con el exterior. Sería un modo de conocer más a fondo mis entrañas».

Un consejo:

«No me gusta dar consejos porque no soy nadie. Crearía una pandemia al paralítico emocional y cultural… y fuerza, amor y creación para los seres que estemos en construcción».

Y es que detrás de un semblante serio y a su vez exótico, se esconde una persona cariñosa, generosa y amiga de sus amigos, una persona con la que te podrías encerrar en un búnker y sobrevivir con un solo tupper de puchero. Y además echarte unas buenas risas.

Para conocer parte de la obra de Cristina Galeote puedes entrar en su página web o para conocerla en persona, más divertido, puedes pasarte por Red House o No-Lugar, estará en la puerta con un cigarrito.

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