Flowers by Bornay, Tarantino y un ramito de violetas

Texto: Alfonso Barragán // Fotos: Miguel Jiménez

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Lo que vais a leer ahora es la historia de una película. El director se llama Joan Xapelli y ha metido en una coctelera un poco de ciencia ficción, una pizca de acción de los ochenta, zombies y los monstruos clásicos de los años 30. Este cóctel no sería posible sin muchísimo trabajo, esfuerzo, unas buenas cucharadas de atrevimiento, talento, una pizca de suerte y, sobre todo, muchas flores. Esta película podría llamarse ‘Tarantino y un ramito de violetas’ aunque el mejor título para ella es Flowers by Bornay.

Para quien no os conozca, ¿qué hacéis en Flowers by Bornay?

Vaya preguntita (risas). La respuesta o la definición así a secas es un poco cutre: somos decoradores florales, decoramos eventos, bodas y hacemos acciones con las flores.

El hecho es que nosotros o al menos yo, no me considero florista, nunca lo he sido. Después de cinco años con mi empresa, quizá sí podría serlo pero no es una palabra o un oficio que me defina. De la manera que trabajamos las flores o las plantas en esta empresa, nunca me consideraría florista. Es algo que me resulta extraño porque no lo he estudiado.

Flowers by Bornay tiene cinco años camino de seis. ¿Cómo fueron los inicios?

Estuve quince años trabajando en el sector de la flor. Era comercial, viajaba por el mundo, compraba las flores y servía a floristerías de España. Iba a Sudamérica, Sudáfrica, Tailandia, Holanda. Allí compraba, las traía a Barcelona y desde aquí las distribuíamos a toda España.

Tras prácticamente quince años en este negocio, me permitió conocer a la perfección esta materia prima, nombres de plantas, nombres de flores, variedades, dónde comprarlas, precios… absolutamente todo. Conocer a la perfección la materia prima me dio una ventaja para hacer lo que yo quería hacer. No sé si habéis visto un discurso de Steve Jobs en una universidad que habla del connecting points: tú estás estudiando una cosa que te puede parecer que es horrible, pero luego más adelante puedes unir algo que te encanta con aquella cosa horrible y de repente, lo tienes. Como te decía, estuve quince años trabajando en un negocio que no me apasionaba que era comprar flores y plantas y venderlas, nada más. Y a la misma vez tenía mis aficiones: cine, música, comics… Juntar esas aficiones con las flores me dio Flowers by Bornay.

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¿Pero antes de montar la empresa manipulabas plantas u otros objetos de manera digamos artística?

No, no, ni mucho menos, ni siquiera lo hago ahora prácticamente. Yo lo explico, digo cómo lo quiero, ayudo a manipularlo pero básicamente acaban manipulándolo otras manos.

Eres el ideólogo.

Sí (risas), es como un chef de cocina, que casi nunca cocina. Está ideando como quiere los platos, etc. Por ejemplo, hemos trabajado para Carlos León, el chef gaditano que tiene un restaurante aquí en el hotel Mandarin. Sabemos que le gusta todo el tema del mar, pues yo voy a comprar las plantas que me parecen más marítimas, los colores que me parecen oportunos, etc. Digo yo pero también el equipo, no soy aquí un dictador (risas). Aquí participamos todos.

¿Cómo conoces a tus dos socias? ¿Comenzáis la empresa los tres?

Cuando salí del sector de la flor empecé a buscar una socia colaboradora-trabajadora porque tenía muy claro que yo estaba dispuesto a encargarme de comprar la flor, tratar con los distribuidores, los clientes, por mi propio trabajo anterior. Pero en este oficio necesitas manos, no puedes trabajar solo así que rápidamente busqué a una persona. Encontré a Fátima Valldeperas y empezó a ayudarme.

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¿Ella tenia algún tipo de formación?

Había trabajado de florista con quince o dieciséis años pero luego la vida la llevó por otros trabajos. Pienso que no hay que ser florista para trabajar en Bornay, no hay ningún curriculum de los que nos llegan aquí en los que yo me fije si es florista o no. Simplemente la persona debe tener buenas manos, buen gusto y ser un trabajador porque se trabaja mucho, muchas horas y es muy duro. Aquí todos somos flaquitos (risas). Es un negocio duro. Desde fuera se tiende a pensar en que es algo maravilloso trabajar con las flores pero no es nada maravilloso. Tú estas cargando, descargando, pasando calor, pasando frío, la temperatura es la que es, no hay calefacción en invierno porque no se puede por las flores, en verano hay mosquitos porque andas con agua, cubos, todo el rato estás cargando peso o conduciendo. Es muy sacrificado. De verdad.

Flowers by Bornay tiene digamos que cuatro patas.

Hacemos hoteles, hacemos bodas, workshops y eventos.

¿Esas cuatro patas estaban en tu cabeza desde el principio o es algo que ha ido creciendo?

Ha ido creciendo. Por ejemplo, el tema de hacer workshops los haces cuando tienes un cierto éxito y cierta confianza en que lo que haces, lo haces bien. Al principio lo de los workshops, ni se nos pasó por la cabeza. Mi idea era hacer eventos y bodas. Eso es lo que yo pensaba que haría, en un momento dado nos entró un hotel y a partir de ahí se amplió a tres patas.

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¿Cuáles crees que son los puntos de inflexión de Flowers by Bornay? Estáis a un nivel muy potente dentro de vuestro sector y sois considerados una referencia.

El más grande fue el hotel W Barcelona. Me llegó al cabo de un año. Nos espabiló mucho y nos hizo trabajar mucho. Fátima y yo, al cabo de un año, íbamos picando a la puerta de los hoteles, pensaba que ser florista de un hotel era algo muy importante luego te das cuenta que… Bueno da igual (risas). Fui a otro hotel a presentar mi trabajo para ver si querían. Era el hotel Majestic y allí me dijeron que no porque era una empresa familiar, etc. pero cogieron mis datos. Esta persona con la que me entrevisté fue contratada por el hotel W Barcelona cuando lo construían y pensó en mí. Me dijo que iban a hacer un concurso con 30 floristerías a ver quién ganaba el concurso. Participamos en una competición tipo operación triunfo. Todo desde casa. Al no ser florista, las técnicas empleadas y la manera de usar las plantas era muy diferente, diferente de verdad, quizás hasta extraño. Como el hotel W Barcelona quería arreglos inspirados en el mar, nos fue de coña todo el asunto de pintar y tal, que en ese momento no era tan común. Es este concurso el que nos hace pintar las flores.

Íbamos pasando pruebas y al final quedamos dos floristerías. En ese punto, nos dijeron que vendrían unas personas de Nueva York a ver las instalaciones de cada floristería para ver si estábamos preparados para hacer el trabajo.

Pero al principio tuve que engañar a todos, me fui a un exjefe de aquí del sector de la flor y le pedí que me dejase sus instalaciones para enseñárselas a los que venían de Nueva York. Ya está podéis contarlo. Vinieron el brand director con otra persona, los mandé aquí a Vilassar de Mar. Vieron que tenía una estructura… coño si vieron que tenía hasta trabajadores (risas), tenía una cámara gigantesca y encima fue un poco de guasa porque en el despacho hasta puse fotos mías, llené los cajones. Lo monté como de atrezzo.

Aquí hay dos cosas importantes, si te sientes capacitado para hacerlo, engaña lo que te de la gana , otra cosa es engañar cuando no estás preparado. Coño es que nunca me han venido a ver, solo fue ese día, da lo mismo donde estés. No me hizo ganar eso porque además la otra persona también tenía un garito importante en Barcelona. Pero es que yo estaba en mi casa y si llego a decir eso… bueno hasta unos días antes de la idea de mi exjefe, estaba diciendo “mira el destino es el destino, los voy a traer a mi casa, vamos a hacerlo todavía más romántico todo, en plan: ‘señor yo le voy a hacer todo lo que usted pida, pero va a subir a mi casa que es donde trabajo’. Me dijeron que estaba loco y se me ocurrió la idea esa. Y bueno, ganamos la cuenta.

Durante un año trabajamos muy duro. Aquí además de las horas, tenemos un gasto grande en materia prima, transporte, personal. A mí lo que me permitió ese contrato, fue trabajar y como decía Picasso “que la inspiración te pille trabajando”. Mucho trabajo y no paraban de aparecer ideas y más ideas. Y fue mi base, no económica sino mi chicha. Todas las ideas de pintar se las debo a estar trabajando semanas y semanas para ese hotel. Gracias a ese contrato, durante un año estuve manejando facturas muy grandes, eso ha bajado mucho ahora. Esa fue mi suerte y me permitió crecer. Al cabo de un año eso cambió pero sí que me dio un impulso.

Ese fue el punto de inflexión.

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Y en la pata de las bodas, ¿el punto de inflexión fue quizá la boda de Andrés Iniesta?

Lo de Iniesta fue bueno pero con las bodas, a base de haber trabajado mucho, hemos ido saliendo en publicaciones. Fue muy bueno pero no creo que tuviéramos un feedback muy grande gracias a eso. No creo que fuera tan determinante. Siempre hemos hecho portadas de Vogue, de Cosmopolitan, de Telva. Y hemos hecho trabajos muy alucinantes que no sé por qué.

Es como los workshops, si te digo que aquí ha venido gente de Tailandia, Kuala Lumpur, Kazajistán, Argentina, Chile, Rusia, Ucrania. Gente de todo el mundo que vienen aquí expresamente, están cinco días y se van otra vez. Han aprendido, han pagado y se van a su casa. Y se hacen fotos con nosotros como si fuésemos rockstars, es alucinante.

¿Cuántos workshops soléis hacer al año?

Para la gente internacional, los hacemos cuando ellos quieran venir. Y luego para la gente de aquí hacemos unos cuatro o cinco, lo que el trabajo nos permite.

Volvamos a los hoteles, cuéntame para cuántos trabajáis. Me suena que ninguno es la pensión Rosita.

Son todos en Barcelona. El hotel W Barcelona, el hotel Mandarin Oriental, y el hotel Le Méridien. Tres hoteles que lo que nos permiten es trabajar.

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¿Y tenéis presencia fuera de Barcelona, de Catalunya?

Sí que tenemos bodas en Mallorca, Ibiza, peticiones de otras ciudades. Hemos hecho algunas pero es que sale muy caro, la verdad. Si te llama un jeque y te pide hacer una boda en Dubai pues vas, pero es muy difícil. Tienes que llevarte gente de aquí, la flor, allí tienes que estar no sé cuántos días, el día después para recoger, en Barcelona tienes que dejar a gente trabajando, es mucho dinero.

Eso sí, mandamos ramos por toda España, con eso no tenemos ningún tipo de problema. O gente que ha venido con su camión y se ha llevado todo lo necesario. Pero llevar todo el equipo, aunque es muy guapo, es un lío grande.

Vuestro trabajo o parte de él es un trabajo muy personal, con un sello muy marcado. Háblame de esos procesos creativos que os hacen tan especial Flowers by Bornay.

Eso es lo que yo te he comentado antes de Steve Jobs en esa parte concreta del connecting points. Yo me puedo estar toda la vida viendo pelis o comics de ciencia ficción incluso ahora, que voy a cumplir cuarenta años, sigo comprando mis comics. Con veinte años que tienes que empezar a trabajar dices, “joder cómo me gustaría a mí currar en este mundo” pero ni eres dibujante ni nada y acabas currando de lo que sea . Entonces a mí lo que me pasó fue que todas mis frikadas de las pelis, la música, la ciencia ficción, al conocer tan al detalle una materia prima, pude conectarlo. Y ahora es tan alucinante que la gente te aplauda cuando yo cojo unas flores y de golpe digo “estas flores van a ser Laura Palmer de Twin Peaks”. El proceso creativo vino de esa manera, por mi parte. Comparar las flores con las cosas que me gustan como la ciencia ficción, el espacio, las naves, conectar todo este mundo con las flores. Tengo hechos todos los planetas creo, incluso inventados.

Intenté que las niñas -yo les llamo las niñas-… que tanto Ana, Fátima o Marta hicieran lo mismo que yo hacia con mi frikismo pero con el suyo, con sus gustos. Cada uno es friki en sus cosas. Fátima con la literatura, o con la danza y el arte. Marta lo mismo. Empezaron a hacer flores para Van Gogh, para Matisse, para Miró para Pina Bausch.

Así es como empezamos también a pintar las flores, ¿cómo llego a imitar al planeta marte con flores? ¿Cómo llego? O pinto o no llego.

Nosotros hacemos bodas y eventos y cosas románticas y ganamos dinero, pero tenemos muy claro que para hacer marca hay que hacer esas otras cosas. Haciendo fotos de lo que has hecho en un evento no haces marca. Esto no lo hacemos para un cliente, lo hacemos para nosotros. No sé, lo último fue unas plantas inspiradas en los monstruos de La Guerra de los Mundos. Pero al final acaba llegando alguien que te pide algo así. Sobre todo gustamos a chicos. Cuando hago algo muy Sci-Fi tengo menos likes que si hago algo romántico pero es lo que me gusta.

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Algo que me gusta y que me parece muy interesante es que en vuestra web no solo mostráis el resultado final del trabajo sino que también enseñáis el motivo de vuestra inspiración.

Lo enseñamos todo. Creemos que es importante. Al final estamos aplicando nuestra propia cultura popular a las flores. Como cuando hicimos los ramos inspirados en los monstruos clásicos: el Hombre Lobo, Drácula, la Momia…

¿Y hay alguna espinita por ahí clavada, algo que se te resista?

Me gustaría hacer un ramo para el hombre invisible. Estoy ahí averiguando, aunque ya sé cómo hacerlo pero no me queda bien. Me queda de momento muy cutre, hay que perfeccionarlo (risas).

Lo que me da un poco de miedo a veces es… hostia estar continuamente con ideas es difícil. Hay veces que pasas una temporada en la que estás menos fresco, eso me da miedo. Hemos hecho lo de pintar las flores, hemos hecho lo de los pixeles, esto lo estamos explotando a saco, ¿va a llegar una tercera cosa, otra nueva historia? No lo sé. Vamos sacando mucho trabajo, estamos muy estresados, no tenemos tiempo y no lo podemos sacar para ese otro tipo de trabajo, para el I+D digamos. A veces pienso “ni Michael Jackson estuvo toda la vida de creativo, ¿será suficiente con lo que hemos hecho?” Me gustaría sacar algo más.

¿Cuál es el proyecto que más te ha gustado?

El proyecto que más me ha gustado, por friki, fue decorar durante tres meses la casa donde se hospedó un productor alucinante de Hollywood, Joel Silver. Es el que puso pasta de su bolsillo, el jefe total de todas las películas de Bruce Willis, Stallone, Robocop, Depredador, todas las de Matrix… Es un rey Midas, es un tío que en los ochenta y noventa hizo mucho. Fue muy emocionante para mí porque, coño soy muy friki. Se hospedó en una casa aquí en el Maresme mientras rodaba una peli con Sean Penn y el Bardem que se llamaba The Gunman, una peli que pasó sin pena ni gloria. Estuvieron rodando en Barcelona y este tipo se quedó todo el verano en esa casa. Vino con su familia, con sus personals trainers para sus hijos, para él no porque pesa como 150kg… y nada me hizo mucha ilusión. Imagínate yo decía “vamos a hacerle un arreglo de Depredador para su despacho, ahora uno de Matrix”.

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¿Él se daba cuenta de esos juegos, de esos detalles?

No, yo no osaba preguntarle. Hay una cosa muy curiosa en mi trabajo, no puedes ir de fan. Hemos hecho arreglos para Lady Gaga, Shakira, toda la familia real de Jordania, actores, directores, celebrities. Cuando me toca la fibra friki me tengo que aguantar, pienso “venga va una foto”, pero luego la foto para qué. Entonces te aguantas. Pero sí que hemos hecho cosas para gente muy guay: para Depeche Mode hicimos cosas súper oscuras, muy emocionante. O participar en el rodaje de REC, la película de los zombies.

Cuando pensabas en montar tu negocio, ¿pensabas o fantaseabas con algo así, con trabajar en películas o con Lady Gaga, por ejemplo?

Ehhh… sí. Si hay una cosa que he tenido siempre con este asunto de las flores es que siempre he tenido un poco de pretensiones. Otra cosa es que no pensaba tener tanta gente trabajando, pagar tantas nóminas, estar ahí luchando. Lo que siempre he querido yo no es ser el mejor del mundo pero si hay una mesa redonda con los diez mejores floristas, yo quiero estar ahí. Eso siempre me ha gustado pensarlo, me gusta apuntar alto. Siempre he querido dejar huella. Otra cosa es que por falta de recursos, o de suerte, o de lo que sea te roben la cartera. Porque quieras o no cuesta mucho y hay mucha gente importante.

Mira os voy a enseñar un par de publicaciones. (Joan nos enseña con orgullo un par de publicaciones, de las más prestigiosas en este sector: ‘Formidable Florist’ de la editorial belga Lannoo y la inglesa ‘Floral Contemporary’). Casualmente fuera de España estamos algo más valorados que aquí. En esta publicación (Formidable Florist) estamos dentro de los 25 más influyentes del mundo hoy día. A ver, de la misma manera que te digo esto, te voy a ser muy franco, eso no es verdad. Es una cuestión de criterio, hay muchísima gente muy buena. Si estamos aquí es por esas cosas raras que hacemos. Aquí dicen “el equipo que está detrás de Flowers by Bornay es para el arte floral lo que Ferrán Adriá para la cocina contemporánea, revolucionarios”. Ese punto diferente es el que siempre hemos buscado desde el principio pero no me podía imaginar que tuviéramos la suerte de nuestro lado.

Aquí dice Ferrán Adrià por el hecho de inventar técnicas dentro de un sector que tiene sus reglas del juego. Y en esta otra publicación (Floral Contemporary) nos comparan con Tarantino. Tarantino no ha inventado nada pero es tan friki que hace sus películas con todo lo que le gusta de otras, copiando planos, la música, etc. y todo junto hace el estilo Taratino.

Volviendo a la pregunta, creo que hay que tener pretensiones. Si tú tienes un bar y vendes croissants y café con leche pues eres un pez más en el mar. Pero si tienes un poco de pretensiones, sé un poco curioso, sé un poco personal y nadie va a ser como tú. Eso es lo que buscamos desde el principio, un sello personal. La suerte de que a día de hoy tengamos este éxito y ojalá esperemos que más, eso si que ha sido “joder qué guay”. Eso sí.

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Oye una pregunta, ¿esto de pintar las flores o el tema de los pixeles, se patenta?

No se puede. Yo también lo pensé en su momento. De hecho tenemos muchos admiradores, llamémosle así (risas). Hay gente que copia muy descaradamente y encima son de Barcelona, no son de Wisconsin. Esto me afecta mucho porque como es algo tan personal no me vale que la gente diga que se inspira en Tumblrs que ve por ahí, esto es de mi infancia, estas son mis pajas mentales propias, esto es muy personal, no me jodas. Hasta me he reunido con una persona dos veces y ha llegado a decirme que es casualidad. Alucinante. Me afecta mucho. A las niñas no tanto, incluso a veces me lo ocultan y todo “no se lo enseñes” dicen (risas).

¿A qué le tienes miedo?

Estamos en un periodo de crecimiento y es muy peligroso. Controlar las cosas es lo complicado. Tener éxito no es muy difícil, el problema es mantenerte, ya sé que es una frase de manual pero es así. Mantenerte es desde estar bien de la cabeza hasta no pelearte con tus trabajadores. A mí me da mucho miedo todo esto, el precio que pagamos por todo esto es el estrés y vamos a veces como locos. El ejemplo es el Barça, todo lo que han ganado en los últimos años ni siquiera lo estarán disfrutando, cuando acaben sus carreras se darán cuenta. A nosotros en lo nuestro igual, no nos estamos enterando del éxito. A ver ,no quiero parecer terrorífico, lo disfrutamos pero no seremos tan conscientes hasta que no le pongamos algo de distancia. Eso me provoca mucha presión.

O por ejemplo todo aquello que no controlo, hicimos una vez un muro vertical floral para un evento que pesaba cien kilos, si ese muro se cae mato al DJ que estaba debajo y salgo al día siguiente en los periódicos o por ejemplo, he puesto arboles del revés para decorar un hotel, al final me tengo que reunir con ingenieros porque si se cae la barandilla del hotel o si se cae un árbol encima de algún cliente… Hay cosas delicadas que en verdad salen bien pero cuando lo piensas… a eso le tengo miedo.

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Lleváis cinco años, ¿dónde te ves dentro de otros cinco?

Me veo haciendo esto. Imagínate si me siento ligado a este proyecto y a mi trabajo, que solo por ser director de cine lo dejaría todo. Es una fantasía infantil. Siempre digo que si tuviera dinero, dinero de verdad, me gustaría producir alguna cosa audiovisual o por el estilo. Sería el típico que perdería el dinero sin parar poniéndolo en producciones independientes. Haría mi Tiburón particular.

Instagram – Flowers by Bornay

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