Viernes 4. De relaciones familiares.
Comenzamos la primera jornada del SEFF2016 con la película que se proyecta en la Gala Inaugural: Une Vie (Sección Oficial a concurso), la nueva película del realizador francés Stéphane Brize, que ya trajera a la edición pasada su correcta La ley del mercado.
Adaptación de una novela corta de Guy de Maupassant, Une vie sigue los derroteros trágicos de la vida de xxxxxxxxx, una mujer abnegada, tremendamente familiar, con un sentido de la generosidad que va más allá de épocas y lazos consanguíneos, que se dará de bruces, una y otra vez, con el tremendo egoísmo de las personas que la rodean (y presuntamente quieren y aman), ya sea un egoísmo que emerge de su maldad innata o de una sociedad que aún permite, y ve con buenos ojos, los matrimonios concertados.
Con un acertadísimo uso del formato 4:3, que acota y somete a presión constante los rostros, uno de los mayores logros de Une vie es su uso del sonido, conversaciones pasadas en imágenes presentes que alteran y modifican el sentido de lo que ocurre. Aunque la película hubiese ganado enteros con algunos cortes en su segunda mitad (la acumulación de desgracias torna la película irrespirable), la capacidad narrativa de Brizé, con esos continuos saltos en el tiempo, convierte a Une Vie en un melodrama distinto y muy a tener en cuenta.

Une vie
Saltamos a Toni Erdmann, una maravillosa ilustración entre cómica, patética, surrealista, onírica e hiperrealista de las relaciones paternofiliales: cómo poder darse cuenta a tiempo de que lo que realmente importa en la vida son los, aparentemente, momentos banales de la vida, y no el tener unos cuantos ceros de más en tu cuenta corriente. Dos horas y cuarenta minutos que pasan entre la sonrisa y la lágrima, con un portentoso dibujo de personajes, entre los que sobresale, precisamente, Toni Erdmann, un payaso de dientes postizos que intenta, por todos los medios, rescatar a su hija de las fauces de la inhumanidad en la que está envuelta. Una absoluta gozada, que hunde sus raíces en el origen de la comedia misma: la risa para cambiar personas, aunque éstas parezcan abocadas irremediablemente al más absoluto de los fracasos.

Toni Erdmann