Según La Guía del autoestopista galáctico (Douglas Adams, 1979) un grupo de exploradores de una raza de seres pandimensionales e hiperinteligentes construyen Pensamiento Profundo, la segunda mejor computadora de todos los tiempos, para obtener la respuesta al sentido de la vida, el Universo y todo lo demás. Después de siete millones y medio de años meditando la pregunta, Pensamiento Profundo declara que la respuesta es “42”. La pregunta fue mal planteada y debe ser formulada correctamente para entender la respuesta y para eso se crea la Tierra. Pero esta vez la pregunta se obtiene de una canción de Bob Dylan: ¿Cuántos caminos debe un hombre recorrer?
Uno de esos caminos nos llevó junto a Prexton a la tercera planta de “Espacio Caótica”, y allí, entre libros de música y cine tratamos de plantear las preguntas correctas escuchando sus canciones.
¿Por qué Prexton?
Hace unos años vi el mítico documental de Los Beatles Let it be. En él se cuenta que cuando grabaron en un estudio de cine que alquilaron para ver como lo hacían, estaban todos súper peleados entre ellos y cuentan que como estaban peleados llevaron a un integrante extraño para intentar comportarse. Era Billy Preston. Me gustó el nombre, le di una vuelta y lo empecé a utilizar como nick. Mi nombre (Eduardo Casero) no me pegaba para este proyecto, mis primeros temas eran en inglés, y quizás era una forma de tener una especie de coraza, de estar un poco distanciado: “este es tu proyecto pero no eres tú”.
Una forma de disociar.
Eres tú pero no es toda tu persona.
¿Empezaste con bandas?
Con 15 años tenía una banda de ska, punk. Tocamos mucho por Cáceres y pueblos de Extremadura. Lo más lejos que fuimos fue a Conil. Fue una experiencia muy importante, comenzar a hacer canciones, tocar en público, lo que implica la música. Viajar con gente hasta un lugar donde el sonido era malísimo y salvar el concierto, pasarlo bien. Y, sobre todo, la sensación de hacer una canción, llevarla al local, darle forma entre todos.
¿Y era también en inglés?
No, eso era todo en español. Escuchábamos Ska-P y bandas en castellano, por aquel entonces queríamos hacer eso. Rollo punk. Nos llamábamos Skalabros. En paralelo a eso empecé en una banda de heavy metal, DreamStorm, con versiones de Iron Maiden. No llegamos a dar ningún concierto pero teníamos local. A los 17 tenía otra banda, Asolas, con canciones en inglés. Poco a poco me acercaba a una personalidad propia.
¿Y recuerdas el momento que dijiste “hasta acá y ahora voy en solitario”?
Estaba en cuarto de carrera, creo que fue 2012 (ahora tengo 26 años), yo estudiaba en Salamanca, había músicos de Cáceres, otros en Madrid, aguantamos un par de años en la distancia pero al final fue imposible sostenerlo. Pero yo seguía haciendo canciones, ese gusanillo de crear y componer lo tiene uno dentro. Como sabía que en Salamanca estaría un año y medio, tampoco me daba tiempo a formar una banda, ni siquiera tenía claro donde viviría luego. Entonces comencé a grabar yo los temas.
Es una historia que escuché mucho, como si fuera un trayecto natural, de la banda al compositor que hace sus temas en solitario, incluso graba sus primeras versiones.
Fíjate, Gorillaz sacaron un Ep que lo grabó Damon Albarn solo con el IPad y el Garage Band estando de gira. Luego lo trabajarían pero primero lo hizo así.
Entonces en ese nuevo comienzo estabas solo en una habitación.
Sí y justo tenía un compañero de piso que se metió en eso de grabar en casa, aprender a producir canciones. Él quizá con un rollo más de música electrónica y bandas sonoras, pero estábamos en eso, aprendiendo. Al principio no conseguí nada que me gustase mucho, pero seguía buscando. Con la banda hacía cosas que me gustaban, pero me llevó unos meses encontrarme en eso que quería hacer pero todavía no sabía hacer.
¿Qué música escuchabas entonces?
Los Beatles y Bob Dylan, los escuchaba y los escucho, han sido transversales en mi vida. Después hay bandas que escuchaba mucho antes, como Guns N’ Roses o Led Zeppelin. En esta época de Spotify escuchas muchísimo pero es complicado encontrar algo.
También se da ese fenómeno, gente que hace canciones pero que vienen del rock, que consumían grupos de rock.
Si bien es cierto que yo tocaba Iron Maiden o Stevie Ray Vaughan como guitarrista, para decir lo que yo quería tuve que buscar por otro lado. Defender un proyecto en acústico cuando, al fin y al cabo, todo nace conmigo y una guitarra. Si las canciones nacieran en una sala de ensayo con un bajo y una batería quizás se configuraría diferente.
¿Cuándo comienzan a salir las canciones para afuera?
A veces se las mostraba a algunos amigos. Luego empecé a publicar alguna cosa en Youtube. Tenía una repercusión modesta pero positiva. En retrospectiva, están hechas con pocos medios, suenan mal, pero fueron un paso necesario que di. Con esas maquetas me presenté a un concurso de la Universidad de Salamanca y me llevé un premio. Ahí integraba una banda que era Toledo 13, éramos amigos, nos juntábamos a tocar temas míos y de otros. Eso me ayudó a desarrollar mis canciones. Empecé a ir a micro abiertos y se empezó a gestar lo que saltó de mi habitación a una red social, y de ahí a algo que se compaginaba con el directo. Me fui a vivir a Santiago de Compostela, me llevé otro premio en un concurso allí, conocí a la gente de de Moucho Records; y todo fluyó.
En poco tiempo pasaste por todas las etapas.
Sí. En 2013 subí los primeros temas a Youtube, en 2014 los primeros directos, en 2015 conocí a la gente de Moucho y en 2016 grabé el disco. Parece fluido pero cuando uno lo vive solo, ve mucho trabajo y mucha incertidumbre, pero en retrospectiva se ve fluido y natural.
¿Lo compaginas con otra actividad?
De momento estoy solo con la música porque me surgió la posibilidad de trabajar con Moucho Records al acabar los estudios.
¿Qué estudiaste?
Psicología. Luego hice un master, por eso me fui a Santiago y justo al acabar me surgió esta oportunidad y dije: “voy a centrarme en esto”. Tengo esta gente detrás que me apoya y esa estructura que es indispensable. Porque Aunque tú digas: “vale, me voy a dedicar a la música”, estás en tu habitación solo, lo que viene después es trabajo colectivo.
¿Manejaste la posibilidad futura de trabajar de psicólogo y músico combinado, o te decantas por una?
Yo hice la carrera porque me interesa. Hice prácticas y experimenté de qué va la profesión en realidad y no es algo a lo que renuncie. Pero lo mismo en la música hay posibilidades de tocar o componer para alguien, no descarto combinar.
Pero en un escenario ideal…
Ahora mismo me dedico a mi proyecto, incluso a lo mejor tocar con alguien. Pero tampoco me cierro a compaginarlo con la psicología o compaginarlo en otra faceta dentro de la música. No me cierro. Hay mil opciones, nunca se sabe por dónde te va a llevar el camino.
Además el futuro de la propia industria de la música es muy variable.
No se sabe si estará mejor o peor. O dónde estaré yo. La música tiene ese halo de magia. Es muy divertido pero tiene su parte dura de currar mucho, viajar mucho. Trabajar con mucha ilusión para una sala y que te vengan a ver quince personas y eso te puede hacer dudar. Pero ahora mismo yo estoy comprometido y dispuesto a hacer lo que haga falta.
Más allá de la cantidad de gente ¿qué notas en los conciertos?
Siempre tengo la sensación que la gente se siente bien. Que se pasa un buen rato. La música tiene raíces folk, o pop, y creo que favorecen la primera impresión, la reacción siempre es de una buena experiencia. Siempre que voy a un sitio que no me conocen recibo un feedback muy positivo. En Sevilla por ejemplo, fue muy guay.
All together es una canción especial
Es bonito lo de esa canción porque fue la primera que compuse para el proyecto.
El titulo es muy Beatle
Pero no lo pensé por eso. Pero el inicio es de una canción de Los Beatles de Girl: “Is there anybody going to listen to my story” (¿Hay alguien que vaya a escuchar mi historia?). Es una canción de John Lennon y, probando, me gustó esa frase porque quedaba bien así que le hice una especie de homenaje. Los Beatles son una influencia y en el sonido de esa canción es quizás donde más se nota.
Fue la primera que publiqué en Youtube, fue gracioso porque el videoclip (dirigido por Lara Capeáns y producido por Drum&Roll Studios para Moucho Records) lo grabamos justo dos años después de que se publicara ese video. Se pueden ver muy claras las dos etapas. Pero recuerdo estar componiendo el tema, en especial el final y pensar: “cómo me gustaría estar en Festival y escuchar a la gente cantarlo” y ha sido muy bonito porque en julio toqué en Reino Unido en un festival y de repente sentí que pasaba eso, vas a un festival fuera y de repente escuchas al público dando palmas y moviéndose con tu música.
¿El perfil de los sellos discográficos ha cambiado un poco?
Al final tú firmas un contrato con un sello pero se trata de trabajar con personas en las que confías y con quienes te sientes cómodo, tienes una relación de cercanía. Con un sello más grande imagino que puede haber más distribución.
Ahora con Internet eso ha cambiado un poco.
Quizás confundí la palabra. Sería más bien que hay más difusión con un sello grande. Sabes que vas a tener vías abiertas en radios, etc. Esas vías son más complejas en un sello pequeño pero yo prefiero la cercanía y la confianza, el trabajo en lugar de los atajos. Nadie impone nada, yo me siento cómodo. Al final tu proyecto eres tú, te abres en canal y si parte de eso lo regalas, sería más complicado.
¿Luego de All together?
Hicimos el videoclip, quedó muy bien y funcionó guay a nivel visitas y demás. A través de las redes un chico que trabaja en Los 40 lo vio y lo pincharon en la radio a nivel nacional, eso está muy bueno y bonito. Luego ya empezamos a girar. Mi realidad es picar piedra y trabajar, dar conciertos aquí y allá. Lo de Reino Unido fue una burbuja que se dio pero mi realidad no está todavía en un festival masivo, sino ir de concierto en concierto. Ya llegará todo.
Justo atrás tuyo veo un libro sobre los Beatles y la historia de sus discos. El nombre de tu disco: 42 es de Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams.
Lo estaba leyendo y era la respuesta al sentido de la vida, el Universo y todo lo demás. Pero luego se sabe que es la respuesta a una canción de Bob Dylan.
Si lo piensas, el sentido de la vida es el camino. ¿Cuál es el sentido de hacer canciones?
Es como construir un álbum de recuerdos. Dejar constancia de momentos. Hacer terapia y catarsis. Dejar un registro de las vueltas de tu vida, de tus caminos.
¿Cómo fue la decisión del idioma? Tienes en el mismo disco en inglés y en castellano.
Yo tenía mucha música de referencia anglosajona, y escribía lo que me sonaba bien. Como se construyen las palabras más cortas, con menos sílabas, me resulta más fácil encajarlas. Aunque cantase con un acento terrible y la letra no tuviera mucho sentido, yo lo hacía para mi proyecto o para otros, como ejercicio, y en paralelo hacía canciones en castellano. Para Prexton, el sonido me cuadraba más en inglés, ahí sí que me puse en serio con el inglés. Es una forma de comunicación que había que tener clara para tener más habilidades de instrumentación con la guitarra, necesitaba un buen inglés. Al principio no encontraba el sonido en castellano. Cuando me encontré cómodo en el inglés, fui a buscar mi sonido en español. Me resultó fácil una vez que tenía una sonoridad definida, mi identidad.
Vendaval es un tema lento con una gran atmósfera.
Ha sido un tema que llega a la gente, y eso que es lento. A mí me apetecía grabarla por su sonido folk, tiene violines, chelos… y al final a la gente le ha gustado.
Muchos músicos apuestan por editar un EP antes que un largo ¿es un sino de los tiempos?
Por cómo se escucha música, puede ser. Con las playlist al final se escuchan canciones sueltas más que discos. A mí me da pena porque se trabaja mucho en el orden de las canciones, los ritmos, las intenciones y eso se pierde, se pierde ese sentido.
¿Es difícil escapar de las playlist?
Al igual que no tengo la paciencia de construirme una playlist que me resulte coherente, me resulta más cómodo poner un disco y disfrutar la propuesta entera. Mi EP tiene seis canciones y dejé fuera muchas para darle un sentido. Es más sencillo para alguien que no me conoce acercarse a seis temas y escuchar de qué va. Un disco de 23 minutos te da una idea y, tal como vivimos, con tantos estímulos, al margen de tu vida diaria, trabajo y tal, donde puedes elegir entre toda la música del mundo, Netflix o lo que sea, al final esa tarjeta de presentación es importante. Igual no es algo de lo que nos tengamos que preocupar si alguien coge Break Down o Fugaz delirio, puede hacerlo y disfrutarla como quiera. Pero a la hora de concebir un producto artístico, llamémoslo así, uno tiene deber buscar esa coherencia en su propuesta. Aunque luego nadie lo escuche en orden, la idea está allí. Aunque nadie le dé ese sentido global yo prefiero seguir trabajando así, luego que pase lo que tenga que pasar.
¿Qué orden razonaste en 42?
Tanto a nivel musical como a nivel narrativo, tiene una línea y tampoco quería hacer un bloque de idiomas. Alterno inglés con castellano, busco la fluidez musical y también lo que decía, una narrativa. All together va de ese proceso de vida, de lo que viene y va, del amor no solo romántico, sino que se vayan amigos, afectos, lo que implica decir adiós y volver a empezar otra relación. Good Vibes es muy nostálgica, Vendaval que habla de irse a otro sitio y conocer alguien nuevo y luego Break Down para buscar el sentido del camino y reengancha con lo demás…
¿Te gusta más solo o con banda? Digo por lo intimista de algunas canciones.
Si tengo una guitarra y tengo mis canciones, toco donde me pongan. Solo, voy con el looper, tiene otro sabor, y con la banda tiene otra energía. Yo hago canciones para tocar con una banda. Nunca me he considerado cantautor. Lo soy porque hago canciones y las toco. Mientras haya música yo me lo paso genial.
¿Y a nivel de composición? ¿Se compone estando de gira?
Ayer me preguntaban los chicos de Palo Alto cuándo acababa la gira y yo les decía: “nunca, porque esto no acaba”. Tampoco estoy en situación de decir: “me voy a retirar tres meses a componer”, o sea que yo tengo que, sí o sí, componer en el camino. Tengo que seguir currando, me quedan muchos sitios por tocar y hay que trabajar para dar mi trabajo a conocer. A finales del año pasado, para organizar esta gira, estuve un tiempo sin tocar y es cierto que aproveché para hacer canciones que grabaré en primavera y así este año sale un nuevo disco.
¿Será muy diferente?
Son miles de influencias al final, quizás sea más guitarrero. Este de ahora es más folk. Será diferente, pero también soy yo con mi guitarra, no será un cambio radical, un paso hacia otro lado.
Ya que has recorrido tanto ¿qué sensación te deja el panorama musical?
Mi sensación es buena, creo que hay muchos conciertos, mucha gente programando, también hay salas vacías y gente perdiendo dinero. No es idílico como a veces se vende, pero uno tiene que tocar para dos o para doscientos. Al margen de eso, hay bandas muy interesantes, variadas, rock, electrónica, rock en vasco, en gallego, y no veo esa competitividad, veo todo abierto y apoyos. Me da una buena sensación. También es cierto que en Cáceres, no hay una gran escena musical y vivo un poco desconectado de lo que pasa en Madrid y Barcelona. Pero allí hay más ambiente, muchos amigos emigran allí buscando trabajo. Hay más competencia pero se trabaja más. En Extremadura somos menos y hay menos público.