Myriam Hurtado «Me gusta decir que hago artesanía industrial»

Texto: Alfonso Barragán / María Hesse // Fotos: Miguel Jiménez

 

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

El pasado mes de julio estuvimos en Vejer de la Frontera con motivo de la 3ª edición de Vejer Weekend Fashion un evento multidisciplinar dedicado a la moda, la creación, la cultura… Allí tuvimos la oportunidad de pasar un rato con Myriam Hurtado. Ella se define como ‘arquitecto de profesión, amante del diseño y aficionada a descontextualizar objetos’. Hablamos de arquitectura, diseño y moda con motivo de su participación en esta edición. Pasen y lean.

¿De pequeña qué querías ser de mayor?

A mí lo que me gustaba era dibujar. De pequeña me decían, cuando tenía seis o siete años, que yo iba a hacer Bellas Artes aunque yo no sabía qué era eso de Bellas Artes. Siempre me ha gustado manipular los objetos, siempre. Las clases de manualidades… no sé, investigaba con los objetos, metía las maderas en el agua, me gustaba probar con el patronaje, le hacía trajes a las muñecas (pero les hacía cosas diferentes), a mis amigas les hacía vestidos, jugaba con las cosas que tenía a mi alrededor. Era algo que, desde pequeña, lo he tenido como innato.

Cuando empecé en el instituto me apetecía hacer una carrera técnica, porque yo soy de ciencias puras pero con dibujo técnico. Me planteé hacer arquitectura. Sabía que era algo muy difícil, una carrera larga y no sabía cómo iba a ir. Eso sí, me apetecía mucho hacerlo.

¿Arquitectura por algo en concreto, algún tipo de herencia familiar?

No, no, nada de eso. Por el tema del dibujo. Me gustaba la parte del diseño, la parte creativa de la arquitectura, y por otro lado, me apetecía hacer una carrera técnica. Pensaba que era más completa, más que Bellas Artes que era lo que siempre me habían dicho que tenía que hacer.

Así que empecé arquitectura y me entusiasmó. Es una carrera muy bonita, muy difícil, muchísimas horas de dibujo, muchas matemáticas, mucha física…

Muchas noches en vela.

Muchas noches en vela. Horrible. Cuando estudias piensas que eso de las entregas se acaba cuando terminas de estudiar, que el resto de tu vida no va a ser así. Nada de eso. El resto de tu vida es así. Las noches sin dormir no se acaban nunca. Las entregas, los concursos… en fin.

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

Y dieciocho años dedicados a esa vida.

Exacto, dieciocho años nada más y nada menos. Cuando terminé la carrera me fui a Extremadura para hacer un doctorado en Patrimonio y Rehabilitación de Edificios Históricos. Conseguí una beca en la Consejería de Cultura y estuve trabajando allí quince meses. Luego me fui a Badajoz y estuve colaborando con un profesor mío, Julián Prieto, y estuvimos haciendo el Plan Especial de Badajoz. A raíz de ahí empecé a tener mis propios encargos, algunas viviendas, colaboré con un compañero haciendo los camerinos del Teatro Romano de Mérida, rehabilitaciones de varias iglesias y varias casas de cultura.

Salió una plaza de arquitecto de patrimonio en Llerena, que es de donde soy. Me la preparé y durante doce años he sido arquitecta de patrimonio de Llerena. Durante todo ese tiempo compaginaba el trabajo en la administración con mi estudio.

Sobre todo nos hemos dedicado a concursos, a obra pública. También a particulares, pero la mayoría de mi trabajo ha sido obra pública. En Extremadura me dedicaba al Patrimonio y en Sevilla, en mi estudio, me dedicaba más a la arquitectura moderna.

Durante esos dieciocho años como arquitecta, ¿ibas teniendo ese runrún en la cabeza del diseño, fantaseabas con esto durante tu carrera profesional, lo ibas compaginando de alguna manera?

Durante mis estudios y luego una vez acabada la carrera, me encantaba hacer descontextualización de objetos. Hacía pendientes con botones antiguos, con cerámica. Trabajaba con un chico ceramista y me pasaba los veranos en hornos manipulando la cerámica, las texturas. Pero esto lo hacía a nivel personal, por hobby. Mi profesión era tan absorbente, que no tenía apenas tiempo para otra cosa.

Pero llega un momento en mi carrera como arquitecta, en el que las cosas empiezan a no ir tan bien. Todo comienza a decaer a causa de la crisis, así que me lié la manta a la cabeza y decidí lanzar una línea de bisutería. Comencé con las famosas horquillas.

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

Nilo © Myriam Hurtado

Las horquillas y Egipto.

Me apetecía utilizar un material como la horquilla, que en realidad es un elemento común y del día a día, emulando piezas o joyas que están expuestas en museos. Lo de Egipto viene porque había estado hacía poco allí y me pareció maravilloso todo el tema de colores, como se manipulaba el oro, las piedras…

A mí me gusta jugar un poco con el engaño y con las formas. La horquilla me permitía hacer todo eso. Creé una línea que se llamó Nilo que presenté en el showroom EGO de Cibeles y a raíz de ahí fue un poco donde se me empezó a conocer. Se interesaron por el proyecto los Paradores Nacionales, el Museo Picasso de Málaga, el Thyssen. Es una colección que sigue funcionando y que gusta mucho.

¿Se puede decir que se trata de una especie de reciclaje lo que haces con estas piezas?

No, no es reciclaje. Yo no reciclo, yo descontextualizo. Nunca he cogido un material que haya sido usado anteriormente. Lo que hago es sacar de contexto un material, reinterpretarlo. Siempre digo que mi fuente de inspiración, como arquitecta, es la Bauhaus y el Constructivismo ruso. La Bauhaus lo que hacía era industrializar la artesanía. Yo digo que hago artesanía industrial, es decir, cojo un elemento industrializado y lo manipulo artesanalmente. Lo monto de una manera en la que le cambio la función.

Y pasas de la arquitectura a diseñar complementos.

Empecé con complementos, con la colección Nilo y las horquillas. La gente me preguntaba “¿y ahora qué vas a hacer?”. Me apetecía darle una vuelta de rosca a la horquilla, la horquilla no iba a acabar ahí. Entonces creé la colección América que son las pulseras que parecen como sillones de la Bauhaus. Son unas pulseras muy construidas, muy rotundas, brazaletes muy agresivos.

Y la siguiente colección que hice se llama Chrysler y está inspirada en la Catedral de Brasilia de Óscar Niemeyer y en la decoración Art Deco del edificio Chrysler de Nueva York. Para esta colección utilicé pinzas, en lugar de horquillas, porque la forma me permitía jugar con esas estructuras de hormigón largas. La pinza además era un objeto que me parecía espantoso, lo veía siempre puesto en el pelo y no me gustaba para nada. Me suponía un reto utilizar un objeto que no me atraía en absoluto.

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

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Encuadernaciones © Myriam Hurtado

Y ahora estás con el proyecto Encuadernaciones en el que no trabajas tanto con los complementos.

Este proyecto es más artístico. A mí siempre, en arquitectura, me ha gustado el tema de maquetar el proyecto, de la encuadernación, ese último paso que se da antes de la entrega final a un cliente. Entonces me planteé la encuadernación como principio del proceso creativo en lugar de que fuese el final. Terminas y encuadernas, pues no, ahora voy a empezar por encuadernar. Claro, la pregunta es “¿y qué encuaderno?” porque no tenía ningún proyecto que encuadernar.

Encuadernar es, en definitiva, poner una portada, cubrir, proteger, embellecer. Me planteé ¿por qué no el propio cuerpo? ¿Por qué no me encuaderno a mí misma? Entonces fue un proceso de depuración en el que, al no tener nada que encuadernar, me encuaderné a mí misma. ¿Qué formas utilicé para hacerlo? Ahí tiré de mi pasión por la arquitectura, se trata de una especies de pequeñas maquetas de formas poligonales y geométricas. La forma y el aspecto que van tomando las piezas están inspiradas en el mundo de la ópera y la danza. Se trata de un trabajo de investigación sobre un módulo que acaba adaptándose a la geometría humana. No tiene un patrón. En este proyecto ha sido muy importante el uso de la luz y de las sombras y es algo que me ha entusiasmado.

Es un proyecto que no tiene nada que ver con la moda, de hecho el proyecto comenzó con piezas que eran esculturas. Una de esas piezas, la bailarina, fue seleccionada para la Academia Santa Isabel de Hungría para la exposición internacional de otoño de escultura. Era un proyecto realmente artístico. Se expuso el año pasado en una galería de arte y a raíz de todo esto me llamó Pedro González de Doble Erre y me propuso hacer una presentación dentro de la semana de la moda. En lugar de eso le propuse hacer una especie de performance.

Además las encuadernaciones tienen también una parte de complementos, unos cinturones y unas gargantillas inspiradas en Rothko y Mondrian.

Cuéntanos cual ha sido tu experiencia en Vejer Weekend Fashion donde además has sido la imagen del cartel de esta edición.

Me ha sorprendido e incluso me chocó un poco ver el cartel y esa imagen tan potente con una de mis obras.

El evento ya lo conocía de otros años por Ricardo Escobar. Él me llamó porque quería que estuviera aquí y me pareció interesante. Pero sí que es cierto que a mí todo esto me produce un poquito de pánico escénico, porque yo hace muy poco que he expuesto una cosa así. Ricardo me dice siempre que tengo bagaje pero no es cierto, nunca se tiene bagaje (risas). Me siento algo desubicada, los espacios no siempre están acordes para lo que tú haces, etc. He tenido mis dudas pero más por el miedo que por otra cosa. Aunque al final he estado muy contenta con todo.

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

¿De dónde viene tu relación con el mundo de la moda?     

A mí el mundo de la moda siempre me ha gustado. Es una afición que siempre he tenido, de hecho empecé a estudiar patronaje industrial en el 2010. Como os dije antes, le hacía vestidos a mis amigas. Pero lo que me atrae mucho más es la parte de la investigación, la descontextualización, el diseño, la ironía, el juego de la moda en sí. No digo que no de el paso definitivo y entre de lleno en este mundo, porque me siento cómoda, pero me gusta más el reto de coger un material y ver qué hago con él.

Hablando de procesos creativos, ¿cuál es la parte que más disfrutas?

Te diría que las ideas vienen de trabajarlas mucho. Puedes tener una idea feliz un día pero eso viene de muchos días de trabajo anterior, de ideas desechadas, de que vas, de que vuelves, de que no te gusta nada… Y un día, de repente, surge algo pero claro, no surge porque sí. Tu vas buscando algo, es un poco por intuición. Yo he llegado a las encuadernaciones después de trabajar mucho con el material, causa-efecto, experimentar cómo lo uno, jugar mucho con la geometría, con los colores…

Cada pieza está inspirada en una cosa, hay una que se llama Fez inspirada en los azulejos. Una cosa que no os he contado, es que las encuadernaciones están construidas como edificios. Después de darle muchas vueltas y encontrar la manera de construirlos, empecé a interpretar aquellas cosas que me gustaban como la cerámica de Fez y sus colores, hay una pieza inspirada en la estación de Viena de Otto Wagner que es blanca y amarilla con girasoles…

Todo se ha ido mascando poco a poco. Eso es lo que más me gusta, cuando vas poco a poco y cuando a mí misma me sorprende el proyecto.

Has hecho arquitectura, escultura, diseño de complementos, ¿toda esta creatividad tiene algún nuevo proyecto a la vista?

Ahora tengo un proyecto en el mundo de la escenografía. Pero no puedo contar mucho (risas).

Myriam Hurtado - Maasai Magazine

Una ciudad.

No sé, es muy difícil. Quizá Londres por todo lo que se mueve, la vida que tiene. Pero Roma me encanta, cuando quiero ver arte, cuando quiero perderme… pero es que hay tantas, no sé Estambul. Me encanta viajar, no puedo elegir. No me quiero quedar con solo una. Disfruto mucho viajando, comiendo, viendo la cultura de la gente. Siempre digo eso de “donde fueres haz lo que vieres”. Soy una disfrutona.

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