Lola y David. Fotógrafa e historiador, Brotherus y Hopper. De Zehínos, a cinco kilómetros de Portugal, ella. Él de Merida, donde estudiaron juntos en el mismo colegio durante dos años sin batirse las pestañas. Ya luego en 2011 se conocieron cuando Lola, que estudiaba Historia del Arte en Sevilla, fue de vacaciones a Mérida. De vuelta se trajo a David en la mochila.
Y no cuesta adivinar por qué. Terminan las frases el uno del otro, y han logrado entrelazar sus ideas en un proyecto común que si en papel podía parecer interesante, en piedra y cristal y espacio tangible resulta una amalgama de sensaciones plásticas y visuales, un sorprendente batiburrillo de talento propio y ajeno.
Ella habla más, se expresa con desenvoltura y una risa fácil agradablemente sonora, y él complementa el diálogo con calma y soltura, de manera que entre los dos nos ofrecen una imagen clara y bien iluminada, como el espacio diáfano que nos rodea, que nos cuenta la historia de los sueños e ideales que contienen aquellas paredes. Como no, rojas.
La Galería Roja abre sus puertas en 2012. En ese momento en el que os planteáis montar este espacio, ¿de dónde veníais?
Pues de trabajar en la FNAC, y de vender zapatillas respectivamente. Empezamos a montar la galería en un momento en el que David acababa de terminar de trabajar. Y justo un mes después de abrirla le llamaron para incoporarse en un colegio, y durante un curso entero compaginó la galería con la docencia.
Y abrís una galería de arte. ¿Por qué? ¿Cómo se os ocurre?
Porque nos encanta el arte, a los dos. Lola estudió Historia del Arte aunque terminó desencantada, le pareció que aquí (en Sevilla) se enfocaba de manera muy rancia, prácticamente te dedicabas a estudiar la Semana Santa. Entonces se metió de lleno en la fotografía, por seguir en contacto con todo ese mundo, y queríamos montar algo relacionado con el arte. Siempre nos quejábamos de que en Sevilla no había sitio para exponer a la gente que no se conocía, y era indignante ver siempre las mismas exposiciones en las mismas galerías.
Queríamos buscar un espacio híbrido, algo que fuera estudio de fotografía y galería de arte. Empezamos, y ya todo fue desarrollándose, y tomando forma de muchas maneras diferentes. Ahora, además de estudio fotográfico y exposiciones, también montamos cursos, talleres, eventos… Hacemos de todo, incluso hemos montado laboratorios de fotografía analógica. Y vendemos objetivos, cámaras y cosas de estética retro.
Empezasteis por llenar un hueco, y al final el espacio ha tomando vida propia.
La verdad es que sí, y cada vez van surgiendo más cosas. Mira, podemos diseñar camisetas; mira, podemos distribuir los libros de Taschen. Al final estamos haciendo de todo un poco, cuando en principio no era lo que habíamos planeado. Pero como vivir del arte es imposible, hemos abierto el abanico. Alquilamos el espacio, alquilamos el estudio… Sin salir de la esfera de la cultura, hacemos casi de todo.
¿Fue difícil?
Sigue siendo difícil, dificilísimo. Y como ya hemos dicho en otras ocasiones, sin ningún apoyo de tipo económico ni moral. La gente nos decía que cómo se nos ocurría, y nos echaban para atrás. Hasta el punto de que alguna vez estuvimos a punto de tirar la toalla, porque económicamente es un esfuerzo impresionante, y aún hoy lo sigue siendo todos los meses. Debemos ser el país mas pringao a la hora de ser autónomos, así de claro.
La única ayuda que recibimos es por ser gente joven. Lo demás, nada. Había una ayuda que se eliminó el año que abrimos nosotros, que fue el 2012, y que nos dijeron que si queríamos la podíamos pedir, y si eso nos la podían conceder en el 2016 (Risas). En ese sentido es un poco descorazonador, pero bueno, cuanto más alto se te hace, pues más tienes que pelear y que luchar, y más creativo eres.
Gente interesada por el arte, por suerte, hay muchísima. Gente que quiere exponer, gente que quiere dar un curso, o que quiere un objetivo, o un libro. Es constante, y sorprendente. Sevilla nunca ha tenido una visión contemporánea del arte, y eso está cambiando.
¿Y en la comunidad artística, habéis encontrado a gente que os haya arropado?
Eso sin duda, gente que nos ha arropado muchísimo. Desde el principio ha estado con nosotros Tomás Cordero, un artista de aquí, un veterano ya, que nos ha apoyado muchísimo.
A nivel de galerías de arte, la ya establecidas, la verdad es que no, pero las jóvenes sí, por supuesto. Los chicos de Lugadero, 0034 cuando estaban, nuestros vecinos de LAB Sevilla, con ellos somos como una familia. Pero las que estaban ya de antes, si nos podían poner un poco la zancadilla, nos la ponían.
¿Las exposiciones que hacéis cómo surgen? ¿Vosotros buscáis a los artistas, o ellos os ofrecen sus obras?
Pues funciona de las dos maneras. Nosotros siempre dijimos que queríamos que viniesen los rechazados de otros sitios, aquellos que otras galerías ni siquiera se molestan en mirar su obra. Nosotros sí queríamos verlos. Así que igual que nosotros buscamos a artistas que nos parecen interesantes, también vienen a nosotros. Nos llegan emails todos los días. El problema es que evidentemente no puedes poner a todo el mundo, es imposible.
Tuvimos una iniciativa, que comenzamos en verano y terminó en diciembre, y que volveremos a retomar más adelante, que consistía un poco en esta imposibilidad. Como no podíamos dar cabida a todos los artistas que nos ofrecían su obra, creamos una experiencia llamada El Mercado del Arte en la que todos los viernes se mantenía la exposición permanente, y a la vez artistas que no tenían capacidad de montar una exposición completa, disponían de un espacio en la Galería para exponer.
¿Y las disciplinas artísticas que exponéis cuales son?
Sobre todo fotografía, que es lo que más nos interesa, y a la vez es lo que menos se hace, en Sevilla hay muy pocos espacios donde se de cabida a la fotografía como disciplina artística. También ilustración, oleo, escultura… Estamos abiertos a casi todo, sobre todo que sea arte contemporáneo, y gente medianamente joven. Sabemos que también hay gente más veterana, pero no es lo que nos interesa mostrar principalmente, porque esa gente ha tenido ya su cabida en su momento.
Buscáis dar cabida a un grupo de gente quizás más ignorado.
Totalmente. Buscamos arte emergente, gente con talento que todavía no ha entrado en el circuito de las galerías, de Sevilla y en general de España, queremos darles un hueco y una posibilidad. Gente que no pueda montar individuales puede participar en exposiciones colectivas. Incluso organizamos un certamen el año pasado a nivel nacional que tuvo muchísima acogida.
Era la primera edición, y fue de maravilla. Participaron 142 personas de toda España, incluso del resto de Europa. Se seleccionaron treinta artistas de los cuales salieron cinco finalistas que expusimos aquí, individualmente. Y lo hicimos por eso, porque nos encontramos con cosas realmente impresionantes de artistas que estaban en mercadillos, vendiendo en la calle, y no habían expuesto nunca. Era increíble, pero real, un reflejo de lo que pasa en el mundo del arte.
¿Y el mercado del arte? ¿Cómo lo veis vosotros desde dentro?
Horrible. Hay que reconocer que vender no es nuestro principal objetivo, nosotros no estamos aquí para sacar dinero de las obras de arte. Lola trabaja como fotógrafa, y no tenemos la presión continua de intentar vender para quedarnos con un porcentaje, si un artista vende algo genial, y si no pues también. Pero es que ahora mismo no se vende nada. Nada.
Hace dos meses tuvimos en la Galería la obra de José Hinojos, un artista plástico reconocido a nivel internacional, tiene más de cincuenta años y era la primera vez que exponía en España, y expuso aquí, en nuestra galería. Normalmente expone en Suiza, y allí vende mucho, nos dijo que España es otro territorio, y que en general en el sur de Europa el mercado del arte está totalmente muerto. Él ha vivido toda su vida del arte, y reconoce que ahora todo esta dando un bajón considerable.
Entonces del arte no se puede vivir.
Se puede vivir entre comillas. Hay galerías que vivirán solo de vender arte, algunas sí lo conseguirán, aunque probablemente esas galerías viven también de las subvenciones. Y también es cierto que cuando van a ferias, los propios artistas les pagan para que los lleven. De esa forma si que se puede vivir del arte. Nosotros vivimos del arte, pero abriendo el abanico.
Es como una evolución mercantilista.
Es más ser un marchante de arte, sí.
Internet ¿Creéis que beneficia al arte en general, y a vosotros en particular?
A nosotros nos ha ayudado mucho, sobre todo para publicitarnos. Nos ha permitido llegar a un público, gracias a las redes sociales, al que nunca hubiéramos podido acceder de otra manera. Para publicidad, internet beneficia. Por otro lado, vender arte por internet es muy difícil.
Precisamente queríamos saber vuestra opinión sobre el fenómeno Instagram, y esas nuevas herramientas.
Como fotógrafa puedo decir que nosotros somos los grandes perjudicados de todo ese movimiento. Y no porque no entendamos su utilidad, porque precisamente vamos a dar un curso de fotografía con móvil aquí en la Galería, es decir, que no es que reneguemos de las nuevas tecnologías y el acceso de la gente a ellas. Cualquier vía que se utilice para la expresión personal es genial.
Pero bien es cierto que eso conlleva un problema, y es que recibimos todos los días propuestas de gente que dice “Yo soy artista”, “Yo soy fotógrafo”, pero cuando te paras a mirarlo, en realidad no lo son. Simplemente es que tienen una cámara de seiscientos euros, de las gordas, y pone filtros de colores y esas cosas. Y no hay que malinterpretar, todo eso está muy bien porque es tu modo de expresarte, pero es que ser artista conlleva algo más. No necesariamente un mínimo de formación, porque puedes ser autodidacta, pero sí una evolución, un camino recorrido.
¿Qué opinón os merece la fotografía contemporánea?
Nos apasiona. Aunque es cierto que hoy en día dentro del arte ya todo se considera fotografía contemporánea. Antes tenías que ser una Diane Arbus o un Robert Capa, y ahora, como hablábamos antes, te vas a Instagram y ves gente normal y corriente con veinte mil seguidores. En el fondo asombra un poco que esta gente sea más conocida que otros como Juan de Junco, un tío que tiene una trayectoria brutal, tan currada, y que tiene un discurso coherente y trabajado. En el fondo no es lo mismo.
Por otro lado, lo bueno de la fotografía es que ha ido ganando terreno en el sentido de empezar a valorarse como una obra de arte como tal, porque antes la fotografía era algo simplemente documental, una herramienta muy relacionada con el periodismo. La obra de arte fotográfica ha ido revalorizándose, su valor y su precio han ido equilibrándose, y en ese sentido la fotografía contemporánea sí ha tenido un papel muy positivo.
Lo que es cierto también es que estamos tan, tan saturados de imagen, de fotografía, de internet, que todo el mundo considera que sólo por tener un dispositivo, ya tienes capacidad para emular una disciplina artística, cuando para eso también tienes que tener talento. Es decir, tú puedes tener una guitarra flamenca muy buena, y Paco de Lucia también, pero es que él tocaba la guitarra muy bien, tenía talento, y tú… pues depende.
Antes hablabais de la organización de talleres. ¿Cómo funcionan? ¿Son exclusivamente de fotografía?
También de pintura, de ilustración, y de todo lo que se vaya terciando. Sobre todo viene gente que nos ofrece dar cursos en el espacio, pero también hemos buscado nosotros, intentando traer gente de calidad de todos los estilos y distintas disciplinas. Incluso de estilos que a nosotros en principio no nos gustan, pero los traemos porque sabemos que hay gente que los demanda, y los disfruta. Intentamos traer a gente que normalmente va a Madrid, a Barcelona, y viniendo aquí tres días al menos ofrecemos en Sevilla la oportunidad de ver de primera mano cómo trabajan. Ahora tenemos dentro de poco un curso de Emanuele Dascanio, un artista muy conocido, viene de Milán y es el mejor artista a nivel mundial de hiperrealismo hecho a lápiz.
Luego en mayo tendremos a Eloy Morales, que hace hiperrealismo también, pero al óleo, y también es realmente impresionante. Así que vamos poquito a poco.
¿Tienen buena acogida estos talleres?
Sí, la gente suele venir a preguntar, cuándo vamos a dar más talleres de laboratorio, y de otras cosas que han visto por Facebook. Sí que hay demanda, e interés. Y aparte, está el hecho de que intentamos ponerlo lo más asequible posible. Por ejemplo el curso de Emanuele Dascanio sí que son ciento ochenta euros, pero claro, es que viene desde Milán, y son cuatro días. Aún así, si fuera en Madrid el mismo curso costaría trescientos. De hecho al ver el precio, varias personas se han sorprendido, nos han dicho que es muy barato. Nosotros primero ajustamos nuestra parte, que es lo mínimo, y además tenemos muy en cuenta la situación actual, sobre todo en Sevilla. Que todos tenemos muy claro que tanto Extremadura como Andalucía están hundidas en el desempleo.
Si pudierais elegir un artista para exponerlo aquí, vivo o muerto, que representara la identidad de la Galería Roja, ¿Quién sería?
Lola: Si yo pudiera elegir, y sé que a mucha gente le va a parecer típico, pero sería Elina Brotherus, una fotógrafa de la escuela de Helskinki, una chica joven y muy contemporánea. Después de eso podría cerrar, y me iría contenta.
David: Yo Hopper.
Lola: Ahí está, tirando a lo grande.
David: Sí, luego le invitaría a un café. (Risas)
¿Y cómo veis la situación actual en Sevilla de la comunidad artística?
Hay cada vez más iniciativas. Pero Sevilla es muy especial, nosotros siempre nos hemos considerado bastante independientes, no nos atamos a nadie, y no vamos detrás de nadie para que nos meta por sitios. Y eso es mucho de aquí, hay ciertas élites artísticas montadas, que o estás dentro o estás fuera, no hay término medio. Y si estás fuera, ya te lo puedes comer con papas, porque te quitan mucho apoyo, y no se mojan contigo.
La situación está muy bien a otros niveles, aquí en esta misma calle (calle Peral) van a abrir otro espacio como este, un chico muy majo, y nosotros estamos encantados, mientras más cosas haya mejor. Pero hay otra gente no, lo ven como una competencia, cuando no se entiende qué competencia puede haber en tener obras de arte colgadas en una pared. No, es que yo quiero forrarme más que tú… Y la verdad es que ni tú ni yo nos vamos a forrar.
Es verdad que en otros sitios es distinto, como en Madrid por ejemplo, donde tenemos un amigo que tiene un espacio parecido a éste y dice que allí todos se apoyan mucho, y te animan continuamente.
Bueno, pero si hay una burbuja, y vosotros estáis fuera de ella, al final siempre va a haber más gente fuera que dentro, y si vosotros os abrís a lo que hay fuera…
Si es que ahí esta lo bueno, por eso nosotros abrimos este espacio, para dar cabida a la gente que nunca entraba dentro de esa burbuja limitada. Es cierto que algunas veces el apoyo mediático cierra muchas puertas, y siempre se lo llevan todo los mismos. Poco a poco te pueden ir haciendo caso y sitio, pero al principio, cuando estás en lo más difícil, cuesta muchísimo entrar, da igual el periódico o la publicación que sea. Y en Sevilla se nota mucho, cierta cerrazón, cierta élite. Aunque eso no quita que no suceda en otros sitios también.
Quizás en Sevilla se acentúa por el tradicionalismo artístico que siempre ha existido.
Sí. Aquí vienen los que suspendían en Bellas Artes, los que no pintaban la Giralda. Y de esos cada vez hay más, cada vez más anti academicismo, y eso es genial. Ya no se impone un estilo. Si no quieres pintar así, hacer fotos así, pues no lo hagas, hazlo a tu modo. Si lo piensas, todos los grandes fueron expulsados de las escuelas de arte en algún momento.
Por Gloria Guerra // Fotos: Miguel Jiménez
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