Diego Diez

Diego Díez

Inquieto, curioso, descarado unas veces y tímido otras, Diego Díez es un fotógrafo que, sin haber llegado aún a la veintena, transmite a todos quienes le conocemos la curiosa sensación de estar ante un artista a punto de “revelar”, con las cosas más claras de lo que él mismo cree. Atraido por imágenes brillantes y nítidas, y siempre incorporando nuevas técnicas a su trabajo, como la manipulación digital o los grandes formatos, Diego se sumerge, surfea y escarva en el panorama fotográfico para enriquecer su discurso. Y no parará hasta que nos dé la razón.

Cuéntame cómo te entra el gusanillo de la fotografía…

Realmente mis intereses relacionados con lo visual son con la ilustración y el diseño gráfico, no directamente con la fotografía. Me empiezo a interesar por el diseño gráfico a los 14 años y por su parte de ilustración, que es un campo que me encanta pero que se me da muy mal. Eso me llevó a encontrar que con la fotografía, podía crear cosas que me interesaban. Tuve suerte de que mi padre me apoyó y pude comprar una cámara y empezar a hacer fotos. Ha sido este ultimo año cuando me ha empezado a interesar la fotografía contemporánea, y aunque no he dejado el diseño de lado porque es lo que sigo estudiando, dedico más tiempo ahora mismo a la fotografía que al diseño. Al final se pueden hacer muchas cosas dentro del diseño gráfico, la publicidad o la cultura visual. Hay pastel para todos. Hace falta ser bueno y tener acceso a ese pastel.

Diego Díez

¿Dónde estás estudiando?

Ahora mismo estoy estudiando en la Escuela de Arte de Sevilla un ciclo de gráfica publicitaria.

¿Y te satisface?

Estoy demasiado metido en la fotografía como para sentirme satisfecho con él. No me matriculé en el ciclo de fotografía artística por no “quemarme” demasiado con ella y el caso es que ahora le dedico más tiempo a la fotografía que al ciclo. Aún así mi intención es terminarlo con buenos resultados y a partir del año que viene dedicarme a la fotografía por completo. Lo bueno del diseño gráfico es que aprendes nociones de composición y de cómo otros han pensado y resuelto antes relaciones con sus clientes.

¿Cómo complementas la formación?

Realmente toda mi técnica es autodidacta. Cursos técnicos no he hecho ninguno. El último curso teórico que he hecho ha sido con Eduardo D’Acosta sobre fotografía contemporánea y ha estado muy bien para enterarme de cómo está el panorama. Hemos visto un montón de autores en 3 meses y ha sido como si mi cabeza estuviera a punto de explotar. Ahora descansamos y asimilamos toda esa información.

¿Cómo está el panorama?

En España ahora hay un boom del fotolibro… En Sevilla, empecemos por Sevilla… Yo pensé que no había nada y ahora que me voy a ir empiezo a descubrir cosas muy interesantes. El año que viene me traslado a Madrid si va todo regular. Y si va todo muy bien será a otra parte de Europa, o del mundo… He tenido la suerte, gracias a Eduardo (D’Acosta), a su hermano Sema y por mismo, de ir conociendo a mucha gente. Por ejemplo, hay una chica exponiendo ahora en Rafael Ortiz que se llama Sonia Espigares, que hace una fotografía de paisajes que a mi me recuerdan mucho a Sternfeld; la verdad, son muy bonitos. Parecen casi escenas cinematográficas donde las personas quedan reducidas a la mínima escala y donde parece que pasasen cosas. Tienen un cierto halo de misterio.

Luego también está Oscar Romero que tiene un proyecto de retratos que hizo en 2011 sobre esos jóvenes que, teniendo estudios y energía, no tienen trabajo. Son retratos sinceros que te llegan. Ahora está con un proyecto llamado 2014, sacando a la venta 365 fotografías, una cada día, copia única. Está muy bien porque te permite comprar obra fotográfica de muy buena calidad a un precio reducido.

No me quiero olvidar de nadie. Está Arturo Comas, Fran Gámiz, Laura Zorrilla… Tenemos la suerte de que alrededor de la Escuela está saliendo gente interesante. Y además tenemos a los profesores que le ponen muchas ganas a la difusión de la fotografía.

¿En qué ha cambiado tu estilo?

Pues supongo que antes era un estilo más natural y más inocente. Ahora me interesan nuevas cosas, me interesa la “post-fotografía”. Me interesa que ya la imagen no es el “momento decisivo” de Cartier-Bresson, si no que puede haber algo más allá, como el trabajo que hacen Joan Fontcuberta o Erik Kessels, donde hay una “apropiación”, hay fotomontaje donde se aporta a la fotografía en lugar de restar. O si nos vamos a John Stezaker, que trabaja con collages y que pienso que realmente son fotografías. La foto ya no es solo “la toma”. Así la entiendo yo, permitiéndome ampliar mucho más mi campo de movimiento.

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De hecho estás empezando a intervenir tus fotos.

Estoy empezando, no solo a realizar la foto, si no además a jugar con los elementos que hay dentro de ella para empezar a añadir algún interés.

Es decir, has pasado de intentar encontrar un sentido a provocarlo tú.

Sí. Digamos que he pasado de fijarme mucho en las cosas y de hacer un reflejo de cómo yo era, de cómo era mi vida personal, a hacer cosas donde se pueda rascar y encontrar algo más que una vivencia o un simple momento. Por ejemplo, estoy trabajando en una serie con basura haciendo pequeñas esculturas.

De alguna manera eso puede hacer que el interés por la foto perdure aún más en el tiempo. Has pasado de capturar algo que ocurría en un momento… Quizá la foto podía producir más impacto en su primera lectura, pero solo eso. Cuando le pedías algo más era solo eso, una porción de tiempo. Tempus fugit. Con las actuales te puedes encontrar un segundo o un tercer campo de lectura que te pueden interesar más.

Entonces… ¿has pasado de hacer fotos para ti a hacerlas para quién las va a ver?

Realmente creo que antes pensaba más en el qué dirán. Antes hacía más fotos pensando en quién las iba a ver. Ahora estoy experimentando con conceptos sencillos, casi absurdos. Quitando, por ejemplo, alambres de una valla y dejando su sombra. Ilusiones ópticas que me interesan para jugar con el espectador. La fotografía siempre ha tenido ese aspecto de veracidad pero, en realidad, puedes jugar con ella. Estoy usando un medio que siempre se ha vinculado a la verdad para contar algo que no es real, para que así adquiera mayor interés. Ya lo hizo Fontcuberta en Fauna y hace poco ha vuelto a repetir Cristina de Middel en los Afronautas… Me parece interesante.

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Hablando de veracidad me has recordado los últimos casos de manipulación en el “fotoperiodismo”

Claro, al final… ¿Qué entendemos por fotoperiodismo? Podemos hablar del fotoperiodismo de ensayo, del fotoperiodismo puro como el que hacen en guerra… Yo veo gran diferencia entre los fotógrafos americanos que trabajan en editoriales que de alguna manera buscan imágenes más coloristas, más impactantes y los europeos que tienen un estilo digamos, más tranquilo. Depende del público y de las editoriales para las que trabajen. Eso de alguna forma también es manipulación.

¿Notas mucha diferencia entre cómo se trata aquí, en Sevilla, tu trabajo y cómo se valora fuera? Dicho de otra forma, ¿cambia mucho el perfil entre quien te encarga los trabajos en la ciudad y quien lo hace de fuera?

Tengo la suerte ahora de que en Sevilla me están apoyando de alguna forma dentro de “la cosa artística” y entonces no me va mal. Recuerdo que uno de los primeros trabajos que hice para una editorial inglesa, donde me dieron ellos un presupuesto y me dijeron “Oye, esto es lo único que te podemos ofrecer, no te podemos dar más” y, sin dar cifras, te diré que fue como cinco veces más de lo que me han ofrecido aquí. Cinco veces más alto es bastante alto. Es una pena. Entiendo que las cosas son diferentes pero eso hace plantearme si hay un hueco allí para mi.

De momento me queda por aprender. Espero seguir desarrollándome un poco más el año que viene y el siguiente dar el salto, quizá a Dinamarca, donde ya estuve el año pasado y me interesa bastante; o a Estados Unidos. No sé.

Recuerdo aquellas fotos en Dinamarca. Cuéntame cómo fue la experiencia danesa.

En Dinamarca me lo pasé bastante bien y las agencias de modelos quedaron bastante contentas con el resultado. Yo llegué allí con una opinión de las bookers de “tienes un portafolio muy simple pero nos encanta esa simpleza, ese juego de sombras, esa facilidad de hacer las cosas, y es lo que queremos”. Allí el resto de fotógrafos hacían algo más “sensual”. Hice un trabajo muy limpio y tuve la suerte de que les gustó. Estuve solo una semana pero fue una semana trabajando a tope, la verdad.

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Siempre has tenido ese puntito nómada; has tenido mucha facilidad para moverte y buscar destinos apetecibles para tu trabajo. Estuviste hace poco también en París…

Sí. Estuve en el París Photo, que es la feria de fotografía más importante a nivel global…

Pero todo esto te lo has organizado y te lo has buscado tú…

Sí, sí. Tenía la suerte que tenía allí a un amigo de Madrid y me facilitó las cosas en cuanto a movilidad y alojamiento. París ha sido un punto de encuentro y ha sido muy divertido. Allí tomas el verdadero pulso del mercado y ves que lo hay para fotógrafos importantes y también lo hay emergente. Es interesante que se muevan contactos. Aunque seas el último que llegues allí, les interesa ver tu trabajo, seas quien seas. Hay una mejor predisposición, mayor apertura… Sí, sí. Yo encontré más interés que aquí en España. Recuerdo el año pasado en ARCO y recuerdo el distanciamiento de los galeristas con la gente. En París Photo podías hablar con el editor de RM y te decía “tranquilo que si no consigues este libro yo te mando una copia”, que lo mismo ibas a una feria paralela y hablabas con una pequeña editorial y te pedían que les enviases un correo… Aquí en ARCO es un poco como “gente con traje”.

Hay que comprar obras para las fundaciones o para los museos y hay que ir allí a ver si pillas algo barato… Tenemos suerte ahora de que han bajado el IVA. Ahí han sido listos. Era lógico que si viene ARCO ahora, se baje (el IVA). Era lo más obvio. No son tontos. Han visto la oportunidad… Al final se mueve mucho dinero ahí. Se estaba haciendo mucho daño al mercado español y ahora se hará un poco menos.

Bueno… Y tú ¿cómo te financias?

¿Que cómo me financio? Pues gastando poco y comiendo menos (risas). Ahora además trabajo en digital. He aparcado la analógica que es más cara de mantener. Entre eso y el apoyo de mi familia voy viviendo. De vez en cuando te sale algo que te pagan bien, de vez en cuando te sale algo que te pagan peor y de vez en cuando no te sale nada. Ahora mismo, entre acabar el grado, finalizar las prácticas de empresa y el proyecto final, tampoco me estoy moviendo mucho, pero realmente cuando lo he hecho más, sí que han salido cosas.

Y esos encargos, ¿los afrontas igual que tu trabajo personal?

Bueno, intento adaptarme al cliente.

Porque ¿el cliente busca esa imagen que transmites con tu portafolio? ¿Te has encontrado clientes que les interesa más tu estilo y quieren darle ese aire a su producto?

Claro. La mayoría de veces es eso, clientes a los que les interesa lo que haces y quieren que les des eso. Igual que otras veces lógicamente hay que adaptarse intentando mantener tu sello, pero acercándote a lo que el cliente quiere. Siempre se puede llegar a un acuerdo (risas). Es así, qué te voy a contar, no?

¿Bodas, bautizos y comuniones?

Realmente no me interesa pero creo que se puede afrontar desde una visión diferente. Intenté que Martin Parr viniese a la Feria de Sevilla a hacer un taller, pero no pudo ser. Creo que afrontando ese tipo de fotografía, o incluso las de Semana Santa, con el estilo de este fotógrafo se podrían conseguir imágenes bastante curiosas. Eso sí, probablemente no quedasen contentos los retratados.

Es verdad que en esta ciudad esos temas y sus imágenes son peliagudos pero esas puertas están por abrir, no? En la presentación de proyectos en la Fundación Madariaga había un trabajo sobre el nombramiento del nuevo Papa. Al autor no le interesaba la componente religiosa, simplemente le parecía curioso este evento en que un Papa deja de serlo y viene otro a sustituirlo. Se compró el billete y se fue a Roma. Simplemente porque es un hecho que no sabemos si va a volver a repetirse alguna vez más. Tiene unas fotos muy interesantes.

¿Con qué parte del camino que llevas recorrido en la fotografía te sientes mejor?

Pues sobre todo con la gente que he ido conociendo. Es lo mejor, literalmente. Es un tópico pero el poder conocer gente fuera del círculo te llena. Acabo de estar hablando con un chico de EE.UU de cuyo trabajo había escrito un artículo en Juxtapoz, con quienes tengo la suerte de colaborar, y se lo decía. El placer es para mi, poder mostrar trabajos de gente que no está tan reconocida como debería. Escribí sobre el trabajo de un chico francés de 22 años y la verdad que salió muy bien el artículo. A la gente le encantó y yo quedé muy contento porque hay que apoyar a la gente que no es conocida. Luego vas a Madrid, a París, les pones cara y te invitan a copas (risas).

Y luego también estoy orgulloso de seguir teniendo ganas. Intento no cansarme de ser tan inquieto.

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Yo que te conozco un poco te puedo preguntar ¿cómo lidias con tu timidez?

Pues hablando en inglés. Me suelto más hablando en inglés. Y a través de las fotos… Te metes detrás de la cámara y te sirve de escudo… Bueno eso también es un tópico, no? Claro, a mi me gusta siempre más estar detrás de la cámara que delante. Aunque últimamente, no sé si porque estoy dejando atrás la adolescencia y entrando en otra etapa, me veo dejando esa timidez de lado. Digamos que me voy notando más macarra (risas). Mis fotos de Facebook lo dirán… Esperemos que no.

¿Y piensas editar alguno de tus trabajos?

Pues estoy preparando una especie de… No quiero llamarlo fotolibro porque me parece demasiado pretencioso. No sé. Realmente ahora mismo tenía un trabajo a punto de salir editado pero he preferido dejarlo reposar unos meses. Ahora me quiero centrar en acabar el ciclo de gráfica y el proyecto final y más adelante veré si retomo su edición. Además la edición en “fisico” conlleva tener que controlar no solo las fotos si no toda la producción (el papel, el diseño) para que sea algo más. Hay tanta fiebre de fotolibro que si quieres destacar tienes que hacer algo diferente que sea muy bueno, que plantee nuevas preguntas a la gente que lo vaya a ver.

Eso es muy de diseñador gráfico. Lo que tiene dejar reposar los trabajos es que cuando los retomas los ves de otra forma y hay partes que dejas atrás y otras que dejan de gustarte. Claro. Lo más cómodo siempre es terminarlo y decir “ya está”. La verdad, es un proyecto que me interesa así que prefiero dejarlo ahí ahora mismo. Lo que es una señal de cuánto te importa y de lo personal que es. Creo que llegará bien todo lo que quiero transmitir con él.

¿Qué echas en falta aún en la ciudad?

Lo comentaba el otro día con un amigo. En Sevilla hay inauguraciones de arte todas las semanas, una o dos. Ha habido veces que he estado incluso en tres la misma semana y eso es fantástico. El CAAC inaugura casi cada dos meses. Galerías hay mínimo siete. Luego están los espacios nuevos como LAB Sevilla, ARTyCO, Lugadero… O las iniciativas del tipo Plan Renove, que son cercanas y sin un gran “ánimo de lucro”; de ahí saldrán cosas interesantes, seguro.

He encontrado que la gente que quiere hacer cosas lo más importante que necesita son ganas de hacerlas. Y nada de prejuicios. Hay que tener la mente abierta. Aunque no te interese algo, tienes que buscar por qué se hace y el interés de quién lo hace. Nada que ver con ese purismo de negar, por ejemplo, la fotografía hecha con teléfonos móviles. La fotografía es, desde apropiarse de negativos antiguos en un mercadillo y darles un nuevo sentido, hasta la foto con una cámara con las que tardas media hora en hacer la foto.

Por Javier García Cisuelo // Fotos: Diego Díez

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