El año pasado, una serie ambientada en Sevilla sacudió nuestras pantallas. Más allá de un guión hipnótico y excelentes actuaciones, veíamos el pasado de Sevilla, un esplendor oscuro, una gloria con olor a tragedia. Fue lo más visto en su canal (más aún que los derbis entre Real Madrid y Barcelona e incluso más vista que “Juego de Tronos”) y sus seis capítulos casi exigieron una segunda temporada.
“La Peste”, producida por Atípica Films para Movistar+, es una historia de detectives con tramas relacionadas con el poder, la política y la religión. Ambientar una época pasada de forma tan exquisita tiene un secreto, un trabajo de documentación exhaustivo y completo. Por eso quisimos conocer a quien lo realizó, Pedro Álvarez Molina (Sevilla, 1972), pieza clave de un fantástico puzle que está haciendo historia en las series españolas.
Me comentó Pablo Molinero, el protagonista, que “La Peste 2” iba a tener más acción.
La idea es quedarse con los puntos fuertes de la primera temporada e intentar recomponer aquello que puede haber flaqueado, quizás en la primera había una introducción de la época y los personajes y se podía hacer un poco denso el comienzo, muy cargado, y se pretende aligerarlo y que haya más aventuras, que sea más entretenido.
¿La reflexión fue de ustedes o les llegó del público?
La hizo Rafael Cobos, cuando se sentó a preparar el guión, quedarse con los hallazgos de la primera (que no son pocos) pero aumentar el número de atractivos y entre ellos ir más al grano con la trama. Al principio contamos la ciudad, el marco, el papel que tenía dentro del imperio español y eso ralentizaba.
Cuéntame el comienzo. Cuando te dicen “Queremos hacer una serie en el Siglo XVI y que nos documentes sobre esa época», ¿tenías alguna experiencia?
Bueno, yo soy filólogo, tengo bastantes cursos de archivística y documentación y soy bibliotecario, como formación y era mi experiencia personal cuando me llaman. Era bibliotecario en la Universidad entonces me llaman un día Rafael y Alberto y me dicen que tenían una oferta laboral. Nos encontramos en un bar cerca del Mercado de la Calle Feria, un lugar de confluencia artística muy variopinto y me explicaron que tenían encomendado el proyecto de una serie de la Sevilla del S.XVI, que les parecía un período histórico que no se había tratado con la suficiente profundidad y que lo primero que le habían dicho los productores era que necesitaban un documentalista, alguien que llevara las cuestiones históricas, y que habían pensado en mí, y yo encantado, así fue.
¿Y por dónde empezaste?
(Risas) Había mucha información, pero lo como lo primero que se estableció fue una mesa de guión de 6 u 8 personas, me dieron una idea somera de lo que pretendían contar, y como querían narrar los episodios de peste y que esa era la excusa a partir de la cual desarrollar la historia de la serie, entonces lo primero que hice fue documentarme de la ciudad a finales del XVI en general y luego de los ataques de la enfermedad.
¿Qué fue lo que más te sorprendió?
La importancia que tuvo la ciudad. Sevilla era Nueva York, es desconocido o ignorado por la mayoría de los sevillanos, era la ciudad de referencia, una capital de occidente. Quizás la ciudad más importante a la que todo el mundo estaba mirando. Y también muchos datos sorprendentes como la cantidad de población negra, había mucha esclavitud y eran el 10 % de la población. O que había todo un barrio dedicado a la prostitución, que por otro lado era un negocio legal y regido por el Ayuntamiento, dispensado en boticas que eran establecimientos que pertenecían a la Iglesia, que tenían hospitales, cofradías, el cabildo de la Catedral. También me sorprendió el contraste entre las enormes riquezas y la ostentación de las grandes casas señoriales sevillanas y por otra parte la vida tan dura que llevaban los desheredados de la ciudad.
Cuando vi la primera temporada muchas veces pensé que había determinadas escenas que explicaban el presente. Uno veía líneas y decía “esto desde ese entonces es así”…
Evidentemente tanto Alberto como Rafael querían centrarse en la ciudad en la que viven y por la que sienten afecto pero también centrarse sin escatimar en los defectos que aquejan a Sevilla, que muchos tienen su embrión en este período histórico. Parece que este esplendor que disfrutaba la ciudad le impide desarrollarse y avanzar. Tenemos una mirada puesta en el pasado, una nostalgia, en la que se congratula el sevillano y le impide mirar hacia adelante. La serie nos permite ahondar en esas características de la ciudad, además de la hermosura que es innegable, pero el sevillano ostenta un orgullo desmedido por su ciudad que tiene sus raíces en este período histórico. Sevilla era el centro neurálgico de occidente, el centro comercial de Europa. No es cosa nuestra, la comparación con la Nueva York del S. XX la hacen muchos historiadores, tanto por la recepción de inmigrantes de toda Europa como los de la propia península, y el flujo monetario proveniente del nuevo mundo.
Además impresionaba la cantidad de detalles que veías. Por ejemplo en una escena Paco León se frotaba los dientes con algo, luego de comer…
Eso era harina de altramuces. Es que en el período de documentación estábamos fascinados por la cantidad de detalles que encontrábamos y nos parecían deslumbrantes, como por ejemplo que el tomate lo consideraban tóxico, o que utilizaran harina de altramuz para lavarse los dientes o palillos de Moskovia, de Moscú, que eran los más prestigiosos. Lo bueno de la primera temporada, para el documentalista, es que a esa cantidad de detalles, Alberto Rodríguez decidió ponerlas en primer plano y apostar por ellos.
Es una serie muy artesanal, cada detalle está cuidado.
El proceso de documentación ha sido muy riguroso no sólo por mi parte sino el departamento de arte ha realizado un trabajo exquisito y durísimo y eso se nota en toda a puesta en escena de la serie.
En cuanto al período histórico de la primera a la segunda, ¿es continua?
Hemos adoptado la convención de que transcurren cinco años, aproximadamente, eso es lo que tenemos en la mente. Nosotros ubicamos temporalmente en el año 1587 el argumento de la primera temporada o sea que esta sería 1592 más o menos.
¿Hay algún cambio significativo para elegir esa fecha?
Sigue siendo el mismo período histórico, con Sevilla en su cenit, tanto cultural como económico, pero a la vuelta de la esquina está la caída, el precipicio.
¿Esa caída tuvo que ver con la peste bubónica?
No, no, el precipicio es la acumulación de una serie de circunstancias desgraciadas, por un lado el propio devenir catastrófico del Imperio Español, con la cantidad de dinero que se derrocha en las guerras europeas, en Flandes, contra Inglaterra. A eso se le añade la escasez de población dentro de la península ibérica, que impide crecer, y con el continuo viaje de habitantes al nuevo mundo no había cantidad de población para mantener las estructuras del estado. Y con respecto a Sevilla en sí, la circunstancias negativas fueron varias, por un lado la afluencia de oro y plata del Nuevo Mundo disminuye, las epidemias a las que hacemos referencia y ocurre el monopolio de Indias termina desplazándose hacia Cádiz.
No es sólo la peste.
La peste es el síntoma más evidente. Es la materialización de un montón de males. Que asediaban a la ciudad.
El hacinamiento en las afueras de la ciudad.
Es curioso porque Sevilla es el epicentro de movimientos centrífugos y centrípetos, es el centro de atracción de personas que vienen de todas partes, del norte del reino, muchos vascongados, gallegos, castellanos, también de toda Europa y habitantes de Nápoles, Sicilia, Flandes, Alemania. Y a la vez la gente estaba deseando embarcarse hacia el Nuevo Mundo, luego hay movimientos en dos direcciones, hacia adentro y afuera. Hay mucha población que se sentía atraída por la riqueza, a la que jamás accederían, y tampoco se podían embarcar porque había que cumplir una serie de requisitos que la mayoría de los desheredados no cumplían. Esa nueva vida no les llegaba nunca. La pobreza estaba muy extendida. Los que acumulaban la riqueza era un porcentaje mínimo, irrisorio, estaba todo en manos de la realeza, la aristocracia y los comerciantes ricos. Los pequeños artesanos y los aparceros vivían al borde la pobreza. Más allá de los pícaros, los delincuentes, que en eso Sevilla siempre ha tenido más de la cuenta.
¿Qué nos puedes contar del argumento de la segunda temporada?
Reduciendo mucho el argumento, la dos se centra en los bajos fondos, en lo que se conocía como “La Garduña”. No está bien constatado, pero se cree que “La garduña”, (no todos los historiadores), algunos la señalan como los orígenes de la mafia napolitana. El reino de Nápoles pertenecía a la Corona de Aragón, algunos atribuyen a “la garduña sevillana”, una sociedad secreta de delincuentes, el germen de la mafia, como te digo eso no está totalmente contrastado. Hay elementos reales. Había una gran nivel de delincuencia, muy estructurado, organizado y jerarquizado, lo refleja Cervantes en la Novela ejemplar “Rinconete y Cortadillo”, en el Patio de Monipodio. Hay mucho de mito, de la encarnación de todos los males y se le llama “La Garduña”. Nosotros aprovechamos esto y basándonos en movimientos históricos que sí tuvieron lugar.
¿Son los mismos protagonistas?
Está Mateo y Teresa pero se le suman otros protagonistas nuevos. Pero se trata de la mancebía, en el Barrio Rojo, de la prostitución, que ya tratamos en la primera temporada de manera somera pero lo vamos a profundizar más, además de ver las relaciones con la delincuencia organizada de la ciudad.
¿Todo lo dirige Alberto?
Dos Alberto y cuatro David Ulloa. En la primera, los primeros cuatro Alberto y Paco Baños, dos.
¿Notas muchas diferencias en las formas de trabajar de un director a otro? Porque debe ser curioso el cambio en el mismo proceso.
Tienen sus características propias, sobre todo en el proceso de rodaje pero una vez plasmado en los capítulos ya me cuesta más trabajo porque hay muchos elementos comunes del equipo técnico, al guión. Pero más allá de la personalidad hay elementos técnicos, la manera de colocar la cámara y la manera de dirigir actores.
Pedro nos invitó a la recorrer una de las localizaciones de la serie. Una antigua finca con un hermoso patio, un lugar escogido con el mismo cuidado que cada rincón, vasija o vestimenta. En ella, un ejército de personas trabaja para hacer posible la magia. Vemos en acción a Alberto Rodríguez. “Por favor y gracias”, son las palabras que más se repiten. Se graba, entran los actores, hay un cadáver, el protagonista investiga, deduce al mejor estilo Sherlock Holmes, entran otros personajes, un diálogo tenso, corten. En un abrir y cerrar de ojos, veíamos al S. XVI en nuestras narices, dejamos de ver cámaras y toda esa tecnología que rodea a ese rincón del pasado.
Vemos la pantalla y parece una pintura de la época.
Las referencias que tomó el director de fotografía en principio era mostrar la luz natural, la que había en la época y eso supuso un reto complicado, de hecho la cadena tuvo sus reticencias. Era una época muy oscura, la iluminación de las ciudades era escasa. Se tomó como referencia a la escuela tenebrista, a Caravaggio, los claroscuros, los cuadros de Georges de La Tour, fundamentalmente, el director de fotografía Pau Esteve tuvo un trabajo muy duro pero marca la diferencia con otras series de época donde la claridad absoluta desnaturaliza y pierde referencia y verosimilitud.
¿Qué dijeron los catedráticos y profesores de historia?
Que se notaba un interés por tener rigor histórico y era respetuoso con la historia, teniendo en cuenta que es un proyecto de ficción y que está sometido a esas condicionantes.
Debe ser fuerte para el documentalista cuando entras a un set y ver realizado todo lo que has leído a nivel teórico.
Me siento afortunado y es lo que dices mi trabajo comenzó siendo puramente teórico, yendo a museos, archivos, leyendo numerosísima bibliografía, haciendo una selección y una criba de información que entregué al director y al guionista pero hay una segunda parte, que a la vez tuvo dos partes, la pre- producción, la puesta en común con los distintos departamentos y luego ver como eso cuaja en el rodaje porque hay un proceso francamente sobrecogedor porque luego ves como todo se plasma en la realidad, no hay que imaginar más, es algo verdaderamente seductor.
¿Ahora cuál es tu papel?
Es un poco de arbitraje, de asesoramiento, aunque mis compañeros son tan profesionales que no necesitan corrección alguna pero mira… un mendigo con el cabello más largo de lo que se supondría a lo verosímil de la época y se lo recoge en un momento, o una prenda que me llama la atención para el estatus social de un personaje, pero son cuestiones mínimas.
Pero es muy bueno tener un “ojo externo y experto”.
Al fin y al cabo, estar desde el principio y documentándome te da una sensibilidad pero que te repito, rara vez hizo falta.
Además te llenó de conocimientos.
Y no termina, en la post producción sigo asesorando a los compañeros de FX de montaje, mi labor continúa…
Vimos que se incorporan personajes nuevos.
Hay un asistente que viene de haber combatido en los Tercios brillantemente, es la decisión, la herramienta que usa la Corona para intentar poner orden en Sevilla, que es su bastón y su núcleo fundamental, es el corazón financiero del Imperio, entonces necesita que esté controlado.
Crece la economía y crece la delincuencia.
Crece el desorden y las vías por dónde se escapa el capital que viene del nuevo mundo.
¿Te planteaste escribir algo, un libro sobre la época por ejemplo?
No hace falta, hay mucho y muy bueno. Alonso Morgado, Luis de Peraza, grandes cronistas de la época.
Recordando personajes fascinantes, una de ellos es Teresa.
La pintora es un personaje especial porque nos sirvió para enseñar la manera en que la mujer estaba doblegada. Teresa Pinelo, un apellido muy sevillano, aunque es italiano de procedencia genovesa, los Pinelo fueron de las familias más importantes de la ciudad, comerciantes genoveses que se asentaron y que llegaron a enlazarse con la aristocracia local. Teresa lo que hace es encarnar la figura de la mujer artista, si la mujer en si está desplazada, como artista imagínate. Está inspirada en una pintora sevillana que triunfó en la corte portuguesa que se llamaba Josefa de Óvido y por otra parte a personajes como “La Roldana” que durante muchos años trabajó en el taller de su padre, que firmaba las obras que pintaba ella, pero que al fin y al cabo logró ocupar un puesto dentro del arte sevillano, de la imaginería en este caso. Teresa toma elementos biográficos de todos estos personajes.
Otra sombra muy presente en la ciudad es la Inquisición.
No sólo en la ciudad, tuvo una importancia capital en el Imperio español porque era un elemento que utilizaba el monarca como cohesionador de la comunidad, es decir, era importante que el rey fuer a uno y que la religión también fuera única y ortodoxa, porque precisamente los enemigos de la corona se abrazaban a otra fe y era fundamental que todos fueran católicos y la Inquisición era clave.
Era un instrumento político.
Bajo la apariencia de la fe lo que había eran intereses políticos, de hecho las guerras de religión entre España y las Provincias Flamencas no eran más que una lucha de poder, nobles flamencos enfrentados al emperador Carlos V luego a su hijo y bajo la excusa de un conflicto religioso. La inquisición era un elemento de fuerza, era la violencia autorizada, la violencia institucional para cualquier desvarío o elementos nocivos para el supuesto bien común.
Todavía no hablamos de la peste en sí, de cuando brota.
La peste, en realidad, aparece en el S XIII y XIV en Europa, la peste negra, lo que ocurre es que hay distintos tipos de peste y se producen episodios de ataques de la enfermedad periódicos, cada cierto tiempo se producía un recrudecimiento de las condiciones “pestilenciales” de la epidemia. Se le llamaba “peste” a cualquier epidemia de cualquier enfermedad prácticamente. En ese caso la peste bubónica que se propaga por las ratas, aparece cada cierto tiempo, pero el brote más radical tuvo lugar en 1649 que la población sevillana pasa de 120.000 a 60.000. Se muere la mitad de la población en ese año. Es la marca definitiva de la decadencia de Sevilla. Diezmó a la ciudad, mueren familias enteras. Martínez Montañés, de las más famosas víctimas, pero ya te digo, dejó la ciudad completamente desolada.
Sin cura, además.
El freno llegó por la mejora de las condiciones de higiene y alimentación. La peste se transmite por una pulga que reside en las ratas y una vez que la rata se muere busca el calor y salta al humano y se contagia porque muerde y la sangre está infectada y se transmite al anfitrión. No hay cura hasta la penicilina, pero son las mejores de las condiciones las que reducen los brotes.
Está muy bueno que no se haya renunciado al objetivo de ser lo más verosímil posible.
Tanto Alberto como Rafael Cobos lo tuvieron claro desde el principio y como te contaba fueron a la primer persona que le encomendaron el trabajo, era muy importante mantener la rigurosidad histórica aunque no fuera un objetivo académico sino de entretenimiento.
En ese sentido ¿qué contenido histórico te llamó la atención? Digo cosas que no te habías ni imaginado.
No me había imaginado, por ejemplo, que había esclavos blancos. No todos eran negros, por ejemplo moriscos que habían perdido las guerras de la Alpujarras, que libró Felipe II, y de prisioneros pasaron a esclavos. En un país tan católico, que hubiera tantos esclavos llama la atención.
O que hubiera un “examen de mendigos”. Había tal cantidad por las calles de pedigüeños y pordioseros que Felipe II lanza una pragmática en la que obligó, por la cantidad de estafadores y pícaros que simulaban ser enfermos o tullidos, a pasar por una junta médica que certificara la condición de mendigo. Debían llevar una tablilla que lo acreditara. Ese examen se realizaba en la explanada que hay frente al hospital de la Sangre, el Hospital de las cinco llagas.
Era increíble ver la ciudad de esa época en pantalla.
Muchos lugares se han perdido, como la Alhóndiga, el almacén de granos de la calle Alhóndiga, se concentraba el grano para luego ser repartido en las instituciones y las tahonas para fabricar el pan, era en el actual edificio del Archivo histórico municipal en la hemeroteca, en ese lugar. O el matadero, que estaba en el Mercado de la Puerta de la Carne, o las carnicerías reales, emplazadas en la Alfalfa, se derruyeron.
¿Y el puerto?
Sevilla era un puerto de mar., no era un puerto fluvial, era agua salada hasta el puente de las barcas que es el actual puente de Triana, de hecho la calle García de Vinuesa, que va de la Catedral, de la Avenida de la Constitución hasta el Arenal, se llamaba la Calle de la Mar, iba a dar al río que era de agua salada. Luego de ahí a Córdoba era agua dulce. Sevilla era interior por eso se ubica el monopolio de Indias aquí, era un puerto de mar seguro, lejos de ataques piratas. Estaba mejor comunicado con el resto de la península aunque tenía el problema de que barcos de gran calado encallaban. Cádiz a finales del S XVII fue arrasada por Drake, por los ingleses, parecía que justificó la decisión de las reyes católicos.
Por contrapartida, ¿Qué te parece que está mejor conservado?
Más allá de la Catedral (el campanario), la Muralla, el Archivo de Indias, las atarazanas en el arenal y la parte de ayuntamiento original pensaba que quedaba poco, pero queda bastante más, una traza urbanística intramuros que se corresponde en gran medida al casco histórico del S XVI, quedan las parroquias, quedan 28 de las 29 que habían, yo no era tan consciente de que había tanta huella.
Ahora que mencionas las parroquias, ¿la semana santa que conocemos empezó ahí?
Ya existían cofradías del S XIII al XV pero se produce una expansión y un afianzamiento del rito, de la liturgia de la Semana Santa en el S. XV, parece ser que tenía su origen en un Vía Crucis que se realizaba desde la actual Casa Pilatos, el Palacio de los Duques de Medina y que llegaba hasta el humilladero de de la Cruz del campo, con un serie de paradas que eran las estaciones de dicho Vía Crucis. EN el S. XVI había hermandades de penitencia o de sangre junto con las de gloria, y estas de sangre estaban constituidas por hermanos penitentes con cirios y hermanos disciplinantes que se fustigaban con la espalda descubierta. Las cofradías más antiguas fueron El Silencio y una primera de Veracuz, aunque también resulta muy interesante que hubiera dos cofradías propias de negros y dos de mulatos. Hay que reconocer el sentido de caridad de alguna de estas cofradías. En 1604 el Cardenal Niño de Guevara ordena que las cofradías hagan estación en la Catedral y para una mayor vigilancia obligó a que todas las de Sevilla pasaran por la Catedral y las de Triana hicieran su estación de penitencia en la parroquia de Santa Ana. Cada cofradía estaba asociada a un gremio de artesanos, así los 24 jurados, los gobernadores de la ciudad, salían con el Cristo de San Agustín, los magistrados y letrados con nuestro padre Jesús de pasión, los nobles con Nuestra Señora de la Concepción, la de Regina y la de Antigua, los comerciantes con Veracuz, los negros con el Cristo de la Fundación, los estudiantes Negaciones y Lágrimas, los plateros en la Expiración, etc.
¿Te imaginas “La Peste” 3?
La historia de Sevilla no se termina en el momento en que acaba la segunda temporada y hay muchísimo más que contar de la ciudad. De hecho uno de los problemas que tuvimos fue la insatisfacción que producía dejar elementos fuera, no poner todos los hallazgos. Por contenido no habría ningún problema, al contrario. Pero la decisión no es cosa mía.
Supongamos que salga. ¿Tendrías preferencia por algún tema de los pendientes?
Hay muchos pero es muy atractiva la vida cultural y artística, por al auge económico se vio también un florecimiento cultural, la polifonía, el teatro (el propio Cervantes intentó ganarse la vida como dramaturgo), las tertulias literarias, de eso me gustaría, de la imprenta, la primera imprenta americana la funda un sevillano. Las tertulias literarias me parecen fascinantes y merecen un desarrollo mayor. El propio Lope de Vega pasó una temporada aquí. El impulso musical que era llevado por los negros, eran apreciados por el baile, la percusión, se reunían los domingos en Santa María la Blanca en un lugar llamado la Plaza de la Tambor, a la mayoría de la población les encantaba la zarabanda. El flamenco tiene mucho de africano, incluso palabras como Fandango y los ritmos y la percusión, mezclado con otro tipo de melodías y corrientes artísticas, se cree que la relación del flamenco y la música del Caribe tienen relación con el comercio de esclavos, que va del S XV a casi el XX, y eso es clave para entender el flamenco. En fin que la vida cultural era muy rica y seguramente llena de aventuras.