Basilio Baltasar (Ed.). El linchamiento digital. Acoso, difamación y censura en las redes sociales. JotDown Books. 181 pp.
«En lugar de ser el ágora ciudadana que expande el ámbito de la razón política, un foro para la comunidad pensante, las redes son lo que proclama su nombre: los usuarios han caído en sus mallas». Con esta máxima Basilio Baltasar, escritor, editor, periodista y director de la Fundación Santillana Cultura, resume la relación que lleva una década construyéndose entre el individuo y la comunicación a través de las nuevas tecnologías.
El linchamiento digital. Acoso, difamación y censura en las redes sociales, coordinado por Baltasar, nos muestra la revelación del lado oscuro de las redes sociales, asunto del que queda mucho por decir. Se trata de un análisis que fue alumbrado en el IV Congreso de Periodismo Cultural, organizado por la Fundación Santillana, junto al Ayuntamiento de Santander y el Centro Botín y celebrado el pasado mes de abril. En el libro se recogen las observaciones pormenorizadas y lapidarias vertidas en el congreso por periodistas, filósofos, analistas, escritores y sociólogos.
Poner en tela de juicio la realidad de las nuevas tecnologías y su aplicación informativa -o desinformativa- resulta un ejercicio desapacible pero inevitable: generar una visión crítica es cada vez más necesario, teniendo en cuenta la ubicuidad de las redes sociales y de la virtualidad, germen de problemas que a veces nos desbordan exponiendo la evidente falta de preparación a todos los niveles de la sociedad.
Entre otros, en este volumen se destaca la profusión de fake news. La cantidad de informaciones recibidas por el ciudadano crece y es, por tanto, cada vez más difícil de procesar y dilucidar qué relatos son veraces y dignos de credibilidad se convierte en una tarea para la que por lo general falta tiempo y práctica, tanto a usuarios como a legisladores. De esta manera las redes sociales se convierten en terreno abonado para informaciones falsas, sin contraste o malintencionadas. El periodista cultural Xavi Ayén lo explica con una interesante metáfora: «Las redes sociales pueden ser vistas como un nuevo Lejano Oeste. Pero ¿quién es el sheriff?».
También se presta especial atención a la dependencia ignorada de los usuarios, que confiando en adquirir herramientas que mejoren su día a día, se convierten sin saberlo en adquisiciones, privados por decisión propia de la libertad de la que creen disponer y regalando sus datos, tal y como señala la periodista y escritora Marta Peirano, «como mercancía que será vendida al mejor postor».
El acecho constante de la desinformación supone un reto que exige una enorme responsabilidad por parte de los profesionales de la información y requiere la implicación de todas las esferas de la sociedad para generar un espíritu crítico que minimice la presunción de credulidad ciudadana como coartada para hacer prevalecer los intereses comerciales.
Sin embargo no todo es oscuridad: vivimos un presente que avanza rápidamente en lo tecnológico, lo que aporta suficientes ventajas como para que merezca la pena afrontarlo con responsabilidad. Como señala la periodista Vivian Murcia: «las redes sociales […] permiten ver las narrativas a través de las cuales los seres humanos se están construyendo a sí mismos como sociedad». Se trata de identificar los males cada vez más evidentes de una sociedad hipervirtualizada para disminuirlos en lo posible y así beneficiarnos de sus ventajas.
