Daniel Sueiras, «Somos animales»

Texto: Alfonso Barragán // Fotos: Mauri Buhigas

 

Daniel Sueiras - Maasai Magazine

¿Puede tener algo que ver El Puerto de Santa María con la obra El origen de las especies? ¿Podría tener relación el festival Monkey Week con el mismísimo Charles Darwin? La respuesta es sí y hemos encontrado al culpable. Se trata de Daniel Sueiras, escultor y pintor. Hemos estado en su estudio hablando del ser humano, de la naturaleza, de filosofía y hasta de las afueras de Baltimore. Si quieren saber más, pasen y lean.

¿Eres alicantino o te consideras de El Puerto de Santa María?

Yo me considero del Puerto aunque no he vivido siempre aquí ni mi familia es de aquí. Soy de Alicante pero por circunstancias familiares un tanto curiosas. Nadie de mi familia es de allí. Viví hasta los dos años. Mi padre es gallego y mi madre es de Uruguay, de Montevideo y, por circunstancias laborales, se conocieron en Alicante, y allí nací yo. A mi padre lo trasladaron luego a Huelva y después a El Puerto de Santa María. Llegamos cuando yo tengo creo que seis años. Luego estuve aquí hasta los 15 años que fue cuando marcho a Madrid, luego a EEUU y volví hará unos 13 años.

He leído, pero siempre de pasada, sobre tu etapa en EEUU. Cuéntame algo más, te vas muy joven, siendo un adolescente.

Me voy con 16 años. La realidad es que mis padres me mandaron a un internado a Madrid y entonces me dijeron o que siguiese interno en Madrid o que si me iba a EE.UU a aprender inglés. Me fui e hice el equivalente a tercero de BUP y COU allí. Me fui cerca de Baltimore, en el estado de Maryland.

Daniel Sueiras - Maasai Magazine

Allí es donde realmente descubres el mundo de la pintura pero ¿no te venía de antes?

Sí pero como un modo de pasar el rato, sin mucha conciencia del mundo que hay o que puede haber detrás de todo esto. En EE.UU tengo una profesora de arte que piensa que tengo posibilidades y de algún modo me culturiza y me abre un poco al mundo de la pintura, de las técnicas pero, sobre todo, de la realidad de la pintura, de lo que se puede hacer con ella como medio de expresión.

Luego tengo la suerte además de conocer a un pintor muy reconocido que se llama Will Wilson que, casualidades de la vida, me conoció y a una amiga común le preguntó si podía posar para él. Estaba haciendo el retrato de un ángel, ya ves tú, por aquel entonces yo no tenía barba, tenía pelo… (risas). El caso es que me iba a pagar por esas poses pero se enteró que yo pintaba y me pagó dándome clases. Aprendí mucho.

Volví a España, aunque estuve a punto de hacer el equivalente a Bellas Artes en Baltimore pero estaba un poco quemado de EEUU. Es que aquello era Baltimore, era muy joven, si hubiese sido Nueva York…

Estudias bellas artes en Sevilla. ¿Qué tal la experiencia? Muchos nos cuentan que es una facultad controvertida por su clasicismo.

Si te digo la verdad yo no tuve esa sensación por varios motivos. Lo viví de muchísima gente que se sintió muy decepcionada con Sevilla y se fue a Cuenca, a Bilbao… A mí me vino bien, he sido un poco independiente siempre, para lo bueno y para lo malo (eso también me ha traído problemas a veces). No he sido nunca buen alumno, no iba demasiado a clase. Pero lo que sí tenía muy claro era que yo tenía que pintar, que yo tenía que trabajar y yo, sí es verdad, que como alumno no lo vivía mucho pero en casa sí que trabajaba bastante. Así que tienes cinco años para experimentar, cinco años que tienes para investigar. Siempre tuve muy claro que en la facultad te pueden enseñar muchas cosas pero no te van a enseñar tu camino, no te van a enseñar a ser tú. Había gente que buscaba más de lo que Bellas Artes te podía dar.

En resumen, a mí me gustó Sevilla porque era una carrera muy light en cuanto a lo teórico, aprendí mucho para la bueno y para lo malo. A mí personalmente me vino muy bien.

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¿Es también en Bellas Artes cuando descubres la escultura o llegas después?

Llego a la escultura por esto que hablamos de que Bellas Artes es una carrera en la que no había grandes descubrimientos para mí en cuanto a pintura. Tuve la sensación de que eso ya lo hago yo (pintura) y hacer una especialidad para luego de vez en cuando enseñárselo al profesor y que te diga pues vas bien o vas mal, como que no. Así que pensé en hacer algo que quizá una vez que acabase la carrera me iba a ser más difícil de desarrollar. Y me puse con la escultura. Fue por curiosidad, no tenía un especial interés. Me gustó mucho y a partir ahí encontré la posibilidad de ampliar las formas de representar, había ideas que me pedían ejecutarlas como esculturas. Fue poco a poco surgiendo y me encanta. Si no hago más es porque últimamente tengo mucha demanda de trabajo y la escultura lleva bastante tiempo, al menos para mí. Yo me siento tanto pintor como escultor.

¿Has llegado a alguna otra disciplina así por curiosidad?

He hecho algo de fotografía pero no lo he desarrollado mucho, pero sí que me gustaría aunque no tengo tiempo. No tengo tiempo porque sé que además de la fotografía me gustaría manejar algo de diseño para el tema de manipulación.

También me gusta mucho escribir, antes escribía mucha poesía. Hice Bellas Artes pero tenía una duda enorme entre eso o Filosofía. Me decanté por la primera por lo práctico, pensé que filosofía siempre podía leer por mi cuenta, que no es lo mismo obviamente, pero bueno. Con los años he ido dejando de escribir pero me gusta.

Ahora que hablas de filosofía, tu obra se mueve en torno al existencialismo. Hace poco en otra entrevista me contaba la artista que ella no era muy consciente del mensaje o del trasfondo de su trabajo hasta que no tenía que escribir las notas de prensa. ¿Te pasa a ti también eso o siempre has sido muy consciente de ese trasfondo existencialista?

Yo creo que siempre ha estado ahí, esa visión un poco existencialista, ese planteamiento filosófico sobre la naturaleza del ser humano. Y siempre ha estado ahí esa visión de pintar y demás. Y creo que con los años una cosa ha ido encajando con la otra, pero ambas siempre han estado ahí.

Si ahora echo la mirada atrás, en el fondo, he trabajado en diferentes series a lo largo de estos años, al fin y al cabo todo es lo mismo. Ese planteamiento existencialista visto desde ángulos un poco diferentes. Plasmados de manera diferente que creo que es lo interesante. Es algo que siempre ha estado ahí, si estoy trabajando en un cuadro que está dentro de una serie, a veces sí sé lo que quiero más o menos decir y veo la manera en la que hacerlo. Y otras veces veo de repente una imagen porque me parece potente y luego veo cómo lo encajo en el discurso.

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Tienes varias series que hablan de ese existencialismo, de la relación del ser humano con la naturaleza. ¿La serie REM también gira en torno a este tema?, porque a mí me parece la más diferente.

Es cierto que es la serie que se sale más de esa línea, pero también toca ese tema. Habla de sueños pero al fin y al cabo para mí, entra dentro de ese existencialismo porque toca la parte subconsciente del ser humano. Es lo que de algún modo nos une al resto de animales, cuando no tenemos consciencia que supuestamente es lo que nos hace diferentes de la mayoría de animales. Me interesaba esa parte del subconsciente ya que en ese estado trabajan partes del cerebro que hemos heredado de cuando éramos reptiles, etc. Sí es verdad que es un poco diferente pero era otro estudio de la condición humana.

Para mí el ser humano al final es, como decía Platón, un carro que va tirado por dos caballos que van en direcciones diferentes: la conciencia y el instinto. Si yo tuviera que definir al ser humano llegaría a la misma conclusión. Somos algo muy complejo y estamos continuamente en esa lucha entre conciencia, moral y ser un animal con instintos.

Háblame de tus otras series, de tu acercamiento menos onírico, la parte más directa. Donde además hay mucha influencia del Darwinismo, la evolución de las especies.

Desde siempre soy fan de Darwin, es raro ser fan de Darwin (risas). Para mí por un motivo muy simple porque él de un modo, obviamente poco concluyente para mucha gente, da respuesta a muchas de las preguntas existenciales que el hombre se ha hecho a lo largo de la historia. ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos? Él de algún modo las responde todas, en un porcentaje muy alto responde muy bien a todo eso. Además tiene una capacidad de objetividad que a mí me parece asombrosa. Mucha gente habla de la evolución pero él evitaba la palabra evolución porque tiene connotaciones digamos que positivas. Él hablaba de modificación, nosotros cambiamos por el motivo que sea, porque el entorno cambia, ni para bien ni para mal, solo para sobrevivir, si el entorno vuelve a cambiar, esa adaptación que en principio era buena ahora lo mismo es mala y hay que volver a adaptarse. Esa objetividad me gusta.

A la selección natural llego pensando en el hombre y en el resto de animales. Darwin decía que las especies se modifican por su mejor adaptación al medio. A mí me llama la atención el cómo puede ser que la naturaleza funcione así y que el ser humano pretenda que sea la naturaleza la que se adapte a él. O nos hemos adaptado tan bien al medio que ahora pretendemos adaptar el medio a nosotros. Por ahí empezó lo de la selección natural. Empecé a representar naturaleza modificada, el cuadro de la oveja con la lana estampada ya en colores o pintaba una naranja con abre fácil. Luego me gustó la idea de representar animales del modo que representamos a personajes ilustres. ¿Qué pasa si pinto un mono de la manera que antes se representaba a lo más alto de la cultura y la sociedad? En el fondo es una manera de decirle a las personas que somos animales y a nivel conceptual es una manera de replantearnos nuestros estándares.

Daniel Sueiras - Maasai Magazine

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Pero además de esa reflexión también hay mucho de provocación.

Sí claro, me interesa mucho ese impacto, me interesa ese casi molestar un poquito, porque al final no molestas sino a aquel que se quiere molestar. Es una provocación sana. Le llamo sana porque mucha base del arte que hay ahora es provocar por provocar y eso no me parece bien. Cuando provocas dando la posibilidad de crear un debate me parece muy interesante.

Tu última serie es África, un nombre extraño cuando vemos que se trata de personas y animales asomados a ventanas. ¿Sigues hablando de lo mismo?

Es muy similar a todo lo anterior. La forma de representar es muy diferente pero es una manera distinta de acercarme a esa visión del ser humano. Y esto es representar al ser humano en su hábitat, pero con la intención de que tú lo veas extraño, como cuando ves a un animal. A mí me gustaría mostrar al ser humano de modo parecido a cuando ves en un documental de la televisión a las hormigas en un hormiguero.

Ahora se celebra el festival Monkey Week y para esta edición de 2015 has cedido parte de tu obra. ¿Cómo ha sido todo eso? Siendo de El Puerto de Santa María, ¿qué es para ti el Monkey Week?

Les cedí todas las imágenes que tenía disponibles donde salían monos para que hicieran toda la cartelería y fuera la imagen de este año. Hace ya tiempo Cesar Guisado me propuso algo pero quedó en el aire y creo que fue Jesús Guisado el que me llamó y me pareció cojonudo.

Tengo la sensación de vivir en un sitio que con los años ha ido para peor, aunque suene feo decirlo. Creo que está mal gestionado y que no está pasando por su mejor momento. Pero el Monkey es lo mejor que le ocurre a El Puerto o es uno de los momentos en los que El Puerto gana vida, como que rejuvenece, creo que es vital. Y valoro mucho el trabajo de ellos, conseguir organizar y sacar un festival de este tipo adelante. Aparte de las características de este festival que es en la calle, que te da la oportunidad de conocer tantas bandas nuevas, es muy interesante este formato. Es un valor para El Puerto y lo está volviendo a convertir en un referente.

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Tu obra me resulta un tanto macabra, me angustia. ¿A ti qué te da miedo?

Qué bien que lo digas, para mí es un halago. Juego con eso. En ocasiones intento dar una envoltura de amabilidad a mi pintura pero en el fondo trato de que tenga ese punto inquietante.

En cuanto a lo que me da miedo… (risas). Muchísimas cosas. Me da miedo la vida en general. Creo que soy una persona bastante contradictoria y es lógico serlo. Igual que la vida me parece una cosa obviamente fascinante y cada día es como que empieza una partida y hay un abanico de posibilidades interesantes que pueden ocurrir, lo veo como un abismo, como un desconcierto, un no saber qué va a pasar. Y sí, diría que la vida me fascina en el mismo porcentaje que me acojona.

Y sabiendo que esta cosa azarosa de la vida te inquieta, ¿tienes algún tipo de método para contrarrestarlo? ¿Para vivir algo más tranquilo?

Soy una persona pesimista, no lo digo con orgullo, no es guay (risas). Pero es un mecanismo, un modo de defensa. Cuando le gente se me queja en plan “tío es que eres muy pesimista”, no es que lo sea porque sí, sino que pienso en todas las posibilidades de que la cosa vaya mal pero trabajo para que todo salga bien. O sea, lo que quiero es protegerme y estar preparado por si sale mal. Es como si me diera miedo el optimismo (risas). De hecho no soy religioso pero sí me doy cuenta que a veces soy algo supersticioso y hago esas cosas que hace la gente de “si consigo no se qué me va a salir bien lo otro” (risas). Pienso que la superstición es de alguna manera una forma de pesimismo porque si necesitas hacer algo para que te de suerte, es que ya das por hecho de que te iba a salir mal.

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Tus series siguen vivas porque se van ampliando continuamente.

Exacto. Trabajo con seis galerías, lo cual es una barbaridad y no debería hacerlo. He llegado a trabajar hasta con siete. Entonces ¿qué ocurre? Galerías muy interesantes de sitios muy interesantes que van a ferias de arte y me piden obra. Ahora voy a exponer en Berlín, en Taiwán y en París, ¿voy a decir que no? La mayoría de los encargos son para exposiciones pero otras veces son para encargos particulares.

Hablando de exponer fuera, lo has hecho en Londres varias veces, incluso tu obra aparecía en los autobuses de la ciudad.

Sí, en Londres he participado en varias ferias de arte. Aquello de los autobuses fue tremendo, era una feria que se realizaba en la galería Saatchi, que es una pasada. Fui con la galería Marita Segovia de Madrid. A los pocos días, nos avisaron que estaban buscando imágenes para promocionar la feria y eligieron a mi Joven de la perla para los autobuses y para el metro. Fue como un regalo, una pasada.

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¿Alguna vez habías soñado con todo eso?

Creo que sí, que soñaba con eso. Gané un premio justo antes de acabar la carrera y empecé a exponer. Así que empecé bien y creo que sí soñaba con todo esto. Trabajaba mucho y creo que bien y pensaba que llegaría. Luego la realidad es bastante dura, en el sentido de que estaba exponiendo en muchos sitios pero no ganaba un duro a lo que hay que sumar luego todo el mundo que rodea el arte. Así que me decepcioné, porque era muy joven y te das cuenta de que hay mucha gente buena en el mundo y que no llega a nada. Me vine abajo y estuve dos o tres años sin pintar. De hecho me puse a dar clases y pensaba en dedicarme a eso y pintar si acaso de vez en cuando. Y de repente, poco a poco me empiezan a llamar de galerías. No es hasta hace un año que no dejo la estabilidad de las clases y pintar a tiempo completo.

 

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