Nada ha sido tan fácil como pensar en ella para esto. Estuvo claro desde el principio y salió sin ayuda. Esperanza ha sido una de mis entrevistas más buscadas. Y lo ha sido desde la primera vez que la vi sobre un escenario. En esas anduve hasta que llegó mi oportunidad de oro, o sea, esta. Pero ¿por qué a ella y no al resto? Sencillo, no hay otro como Esperanza Guardado. Mi primera vez por aquí tenía que ser especial, ante todo, para mí. Los habrá mejores que Espe, pero ninguno como ella. Mas por partes vamos mejor. Hace poco, Maasåi Magazine me ofrece cobijo entre sus páginas (¿Imagináis que no acepto?) y – para celebrarlo – decido que el estreno se llame Esperanza Guardado, Actriz Realidad.
Mi sí a la propuesta de Alfonso fue – y es – tan evidente que no hablaré de él. Pero sí quiero rajar del segundo y del tercero: el de la revista ante mi propuesta de contenido y el de Esperanza ante mi propuesta de entrevista. Aquella tarde – después de que aceptara como loca colaborar con esta familia – escribí a Alfonso para decirle que ya tenía entrevistada – cuando, en realidad, ni siquiera sabía si tenía entrevistada -. Todo el que fuera en ese 27 de Tussam puede corroborar mi cara antes de darle a la flechita de enviar. ¿Aceptarían el contenido? Esperé el sí de Maasåi para correr detrás del de Espe. Amigos, los de la revista contestaron de inmediato (segundo sí conseguido) y, a continuación, llamé a Esperanza para pedirle, por favor, que tuviésemos una conversación grabada. Mira que hay actrices en Sevilla y mira que lo hacen bien y bonito la mayoría de ellas, pero es que Espe es Espe y contra eso no hay argumento. Creo en ella porque no puedo no hacerlo. La Espe actriz me gana el corazón, y todo lo que gana corazones – por muy intelectual que seas al final – es inexplicable. Esperanza no sólo lo hace bien, también lo hace realidad. Pero lo digo más alto, que aún puedo: si yo fuese actriz, querría ser ella.
Imagináis bien, Espe aceptó la entrevista (tercer y último sí para poder firmar este texto) y quedamos ella, Miguel – fotógrafo al que admiro – y yo. Encima, por si fuera poco, lo hacemos en su territorio, nos dice. La cordobesa nos abre las puertas de su hogar y nos mete en su habitación. Mejor… imposible. El resto fue pan comido y el final, para chuparse los dedos. Charlar con ella es como reencontrarse con el amigo de la infancia después de veinte años de ausencia, algo raro pero bonito. Mientras Miguel trabaja, Esperanza me cuenta un poco de todo, no sin antes prometer que nos enseñará la terraza.
La chica que tengo delante es actriz, aunque tenga el título de Grado Medio en Farmacia. También es natural de Córdoba, se nota en la bella forma que tiene de hablar. Pero ante todo y sobre todas las cosas, es actriz. Y no actriz y ya está, nada de eso. Nuestra protagonista es actriz, actriz, y muy actriz. Sólo actriz. Y luego, actriz también. Es, sin duda, Actriz Realidad, de las que existen porque sí y duran para siempre. Fue entonces cuando – cómodas en el suelo – nos detuvimos a navegar por su pasado, el de una cordobesa que siempre quiso ser actriz, pero que no lo decidió, me dice Esperanza entre nerviosa y risueña. << Yo no lo decidí. Nací y supe que sería actriz. No ha sido una elección como tal. He sido actriz desde siempre. Lo que sí existió fue ese momento de la vida en que te dices «sí, quiero ser actriz». Existió la aceptación de la Espe Actriz, de la profesión, pero actriz ya era. La interpretación ha estado en mí hasta donde alcanza mi memoria. Yo siempre contaba a todo el mundo que quería ser actriz. Además, como soy hija única, siempre jugaba sola, sobre todo a las Barbies. Mucha interpretación salía de la vida de esas muñecas. Tengo una anécdota que, en su día, me dio muchísimo coraje: estando yo en Expresión Corporal (ya de mayor), nos mandaron un ejercicio que consistía en que teníamos que interpretar nuestra infancia y, así, convertirnos de nuevo en niños que juegan. Yo hacía de niña que jugaba a las Barbies hasta que el profesor me decía ¡cambia! Ante eso – cómo no – yo me oponía. Cómo iba a cambiar, si era a eso a lo que yo jugaba de pequeña. Entonces, a cada barbie le asignaba su historia y su personaje. Cuando venía alguien a jugar conmigo, me daba un poco de coraje. Eso de que quisieran trastocar la historia (la vida) que yo le había montado a las muñecas me mataba. Que le cambiasen los nombres porque sí, me mosqueaba mucho. ¿Cómo que esta se iba a llamar Antonio si yo ya le había puesto María del Carmen?>>.
Tal y como la leéis es. Pero os quiero contar un poco de lo nuestro o – mejor dicho – de lo mío con ella. Nos conocimos en una Noche de Repálagos de las de antes, cuando todavía había que cruzar la Barqueta en busca de jarana (ahora los chavales están en La Sala del Pumarejo). Qué tiempos aquellos, niño. Ella, además de formar parte del elenco que actuaría ese miércoles, también vendía pases repalagueros a las puertas de la antigua Sala Events – que ahora se llama Even y está donde todas, en José Díaz -. ¡Madre mía cómo recibía a la gente!, con tanto arte, que daba miedo. Su carácter – nos – sedujo tan rápido como quiso. Aunque lo hubiese tenido complicado, hubiese ido – como fue – directa a marcar la diferencia. Esa primera toma de contacto fue determinante. Sólo me había cobrado dos pases y yo ya quería saberlo todo de sus circunstancias o, al menos, conocer cómo fueron sus comienzos. Ahora que la tenía en entrevista y todavía teníamos tiempo por delante, se lo pregunté. «Allá voy», sonrió. <<Siempre he dicho que mis circunstancias han sido un poco peculiares. Antes de meterme de lleno en la interpretación, hice un Grado Medio de Farmacia, sin pasar por Bachillerato. Y no por nada, sólo que, en realidad, cuando entré en Farmacia, ya era la que más estudios tenía de toda mi familia. En mi casa lo de estudiar… Bueno. Mi madre, por ejemplo, sí quería que estudiara, pero mi padre no. Entonces, cuando terminé el grado me di cuenta de que tenía la suficiente capacidad para continuar estudiando. Hice Bachillerato – por Ciencias -, título que me dio acceso a la Escuela de Arte Dramático de Córdoba. Porque mis padres no iban a pagarme los estudios de Interpretación en Madrid, claro. Ese fue el momento en que supe que quería estudiar Arte Dramático. ¿Sabes eso típico que todo el mundo cuenta de: «yo no estudié Arte Dramático porque mis padres no me dejaron»?, pues lo hemos pasado todos. A mí también me lo dijeron, pero al final hice lo que quise. Y menos mal que lo hice. Me dije ¡YA!, ¡LO HAGO! >>.
Pero hay una diferencia entre querer hoy y querer para siempre. Querer para siempre no se dice ni por capricho ni en broma. Decir «quiero, pero para siempre» es un gran sentimiento hecho frase. Y los grandes sentimientos nos cambian a lo grande. Todo esto nos lleva a hablar de eso, de cómo, una vez dentro de la interpretación, Esperanza decide quedarse en ella para siempre. Le pregunto por el momento en que quiso ser actriz, pero para el resto de su vida. «Eso me lo digo todos los días», dijo a carcajada limpia, cosa que no me sorprendió. <<Me levanto y, aunque tenga que ir a fregar platos, digo: ¡qué alegría que soy actriz! Estoy fregando platos, pero soy actriz. Es maravillosa la sensación, de verdad. No soy una persona que viene a fregar platos, soy una actriz fregando platos (risas). De hecho, cuando entré en la Escuela, mi vida cambió. También lo hizo mi forma de ser, cambió todo. Comencé a ser feliz de verdad. Vosotros me veis (o el que me conozca un poco) y veis a una Esperanza muy alegre y muy positiva, pero siempre no he sido así. Era muy, muy rancia y, además, siempre pensaba que la gente quería hacerme daño, desconfiada al cien por cien. En definitiva, no estaba plena. Luego ya sentí que había conseguido lo que provocaba mi felicidad y comencé a entrar en el camino>>.
Y en el camino sigue, y no de cualquier manera. La trayectoria de esta profesional ha pegado buenos giros y ha experimentado tantos saltos como personajes ha interpretado. Los pasos que ha dado tienen buena vida, tanta que, para entender a la Espe de hoy, tenemos que mirar a la Espe de ayer, por muy lejana que nos quede. Me pregunto en qué momento alguien como ella decide salir de Córdoba para quedarse en Sevilla y la respuesta es rotunda. Adora su ciudad, pero para ir a comer flamenquines, afirma. <<Terminé en la Escuela de Arte Dramático de Córdoba. Me quedé un año allí porque me quedó alguna asignatura y lo eché currando. Hice el casting de Malviviendo y comencé a ir y a venir de Sevilla. Vi que me llamaba la atención y que en realidad, de Córdoba, aunque yo sea muy cordobesa y me encante mi ciudad, podía decir que culturalmente no tenía demasiado movimiento. Por ejemplo, lo que hago en Sevilla con Noche de Repálagos allí es impensable. No, Córdoba es muy pequeña y muy cerrada, allí todo es sota, caballo y rey. Está guay, pero esa no es mi lucha, mi lucha no es que en Córdoba haya teatro. Mi lucha es conseguir ser actriz y, luego, pues ir a Córdoba a comer flamenquín. Recuerdo que por aquel entonces le daba clases de teatro a unas señoras mayores. Pero las comparaciones es lo que tienen. Me di cuenta, sí, Sevilla me gustaba. Con Malviviendo me puse por primera vez delante de una cámara – recuerdo que estaba “cagá” -. Probé y me vine a Sevilla. Las cosas del universo – porque yo también creo mucho en el universo y en que las cosas vienen -, hicieron que coincidiera con Adrián Pino cuando él buscaba compañero de piso (risas). Me quedé en Sevilla viviendo con él. Pero sigo hablándote de mi trayectoria. También estuve en Barra Libre, web serie de Manuel Noguera. Después, comencé con un monólogo que traje de Córdoba. Recuerdo que Adrián Pino me dijo que lo hiciera en Noche de Repálagos. Lo hice y me sentí muy bien, me gustó mucho, fui directa a decir lo que quería. Fue entonces cuando comencé a escribir pequeñas cositas, cosas que me venían a mí de repente y luego las transformaba en drama. De ahí surge lo que luego se ha convertido en El Calvario, formado por pequeñas piezas que se han unido intencionadamente y que siguen, por tanto, una misma línea >>.
Es aquí donde tenía pensado añadir que si algo hace de maravilla Espe, es decir lo que le da la gana. Una actitud tan revolucionaria y descarada merece unas líneas, como poco. Actitud que se ve representada en El Cavario a boca llena, espectáculo con el que la andaluza denuncia de forma crítica lo que considera fuera de lugar dentro de la sociedad que le rodea. Una sociedad necesitada de muchos cambios. Durante los pases, Esperanza deja en bragas a los cánones de belleza y reivindica que no siempre la mujer tiene que estar a la espera de un príncipe azul que le recoja a la puerta de casa. <<No sé por dónde comenzar>>, dice Espe, pero pronto coge carrerilla. <<Me gusta decir lo que quiero. Hay momentos en El Calvario que me son muy reconfortantes. Cuando veo que la gente siente lo que yo siento, no hay oro. Eso de desahogarme entre gente que empatiza con lo que digo es una de las mejores experiencias que he vivido.
En El Calvario digo muchas cosas. La primera habla de que las mujeres lo pasamos muy mal con el tema del peso, sufrimos mucho por tener un cuerpo ideal, lo pasamos muy mal intentando entrar en unos cánones impuestos por el momento que vivimos. También hablo de que estamos obsesionadas (aunque no creo que sea la palabra más adecuada) desde pequeñas con la idea de un príncipe que venga a salvarnos y, por eso, tenemos que estar guapas para él. Sé que hay mujeres que no son así, que tienen otras miras, pero es cierto que, por desgracia, estos pensamientos siguen en las mentes. Yo misma, por ejemplo, que intento luchar contra eso, de tanto taladrarme la cabeza, algún agujerito, por pequeño que sea, sí que me he hecho. Luego hablo un poco del mundo del “artisteo”, de cómo también es un tema que me ha tocado (y me toca) de cerca. Reivindico la idea de que vamos en serie, como los robots, como si tuviésemos que ser todos iguales y tuviésemos que hablar todos de la misma forma. A mí me da mucho coraje lo de castellanizar, la verdad, porque todo lo que pasa en el mundo no pasa en Madrid. Me niego. Hay miles de historias que pueden ser contadas por una actriz gallega o por un actor catalán. Decir las eses en sus supuestos sitios no tiene porqué ser lo perfecto ni lo correcto. Al final, sólo perdemos matices de nuestra propia esencia. España no debería reducirse a un núcleo, lo bonito es la diversidad. Entiendo que es verdad que, como actores, tenemos que tener la habilidad de adaptarnos a diferentes pronunciaciones, ya que entiendo que no siempre haré de cordobesa que habla un cordobés cerrado. Y si yo me cierro puertas a eso, también estoy en una equivocación, al igual que si sólo me cierro a hablar castellano. De todo eso también hablo en El Calvario, y ya no sólo del castellanizar, sino también de la actuación en serie, como si fuésemos iguales y no como somos en realidad, diferentes.
¿Que qué lugares he visitado con El Calvario? He estado en Sevilla y en Córdoba, también estuve en Granada una vez y en Galicia, aunque me gustaría ir a más sitios. De hecho, estoy intentando venderlo en Madrid, para ver qué pasa si lo hago por allí. La experiencia en Galicia estuvo muy guay, pero pasaba una cosa, a veces no se enteraban muy bien de lo que yo quería decir, y es normal. Cuando me altero, con mi andaluz, debo ser incomprensible para ellos. Y lo fuerte era que igual se reían de algo a lo que yo no le veía la gracia. Una vez, estuvieron todo el rato riendo. Recuerdo que puse un montón de tarjetas de la Briget Jon de Triana y se las llevaron todas (risas). Era como «mira qué graciosa, que ha venido desde Sevilla». Me lo pasé muy bien, de verdad, además me encanta Galicia, me sentí como en casa. Me gustaría ir a más sitios para ver la reacción del público porque, igual, llego a una ciudad y me dicen «mira, esto que tú cuentas no me gusta» y quiero saberlo, yo quiero saberlo todo >>.
Como apuntaba antes ella misma, Esperanza Guardado pasó por la famosa Malviviendo. Hoy forma parte del especial elenco de Noche de Repálagos, compañía de teatro que cada miércoles nos alegra la existencia desde La Sala (El Pumarejo, Sevilla). Espe también protagoniza – además de ser una de sus creadoras – la web serie Briget Jon de Triana, donde pone en pie el papel de una chica actual, rodeada de una serie de circunstancias – muy actuales también -que la convierten en quien es y no en otra persona. Ella lo recuerda así de bien. <<Briget Jon de Triana nace también de los monologuitos estos que te contaba antes y de que Adrián Pino me decía «que a la gente le gusta lo que haces, tienes que hacer algo audiovisual para que llegue a más público». Entonces me quedé pensando en cómo hacerlo para hacerlo bien. Mi amiga Lusy (no sé si has visto el corto de Notodofilmfest de Que no, Lusy, que no, pues Lusy existe) es dentista y su jefe es colombiano y resulta que un día me reí de él y él me contestó y me dijo: «eres la Briget Jon de Triana». Así nació el nombre, cachondeándonos el uno del otro. En una de sus respuestas, PUM, nace el nombre de la web serie. Dije: ¡qué pedazo de nombre para hacer lo que sea!
Pasado un tiempo, en una Noche de Repálagos, hablé con Pablo, que se acababa de comprar una cámara y quería darle uso, y surgió que se uniera al proyecto. Esos fueron los comienzos de Briget. Pablo desde el principio apoyó el mensaje que quería transmitir con la web serie, pero es cierto que en ese momento no sabíamos muy bien si lo que hacíamos con Briget Jon de Triana eran vídeos, un blog o qué. Luego vino el Web Sur Festival (Primer Festival de Web Series de Andalucía), que lo presenté, y ahí conocí a mucha gente muy guay y a mucha gente no tan guay (tengo que decirlo, que si no, no me quedo a gusto). En ese festival nos dijimos: «¡ah, que lo que estamos haciendo es una web serie!» y nos dimos cuenta de que a la gente le gustaba por el personaje femenino. Hacen falta más personajes femeninos tanto en las series como en el cine en general. De hecho, en el Notodofilmfest (ya hemos sacado el nuevo, Que sí, Lusy, que sí) hay un premio especial por personajes femeninos, ya que sólo existe el 36% de personajes femeninos auténticos en el cine (¿HOLA?).
Todo eso lo sabíamos y lo habíamos hecho de forma inconsciente, pero ya en el Web Sur Festival terminamos de verlo. Sonia Méndez, la coordinadora de Carballo Interplay, otro festival en el que también gané (gané o ganamos, ya no sé, porque fue un premio a la mejor actriz, así que digo yo que será gané). Pero lo que te decía, Sonia, que es muy feminista, dio una conferencia en el Web Sur Festival sobre la mujer dentro del mundo del cine. Fue flipante, dijo que, de entre todos los que habíamos presentado web series, sólo había habido una creadora (yo) y una actriz protagonista (yo). Nos dimos cuenta de que ese era nuestro hype, aunque tengamos otro tipo de carencias.
Ahora estamos rodando. El viernes estuvimos rodando con José Luis Bustillo (un pedazo de actor). Nos vamos a hacer un Instagram, sí. Como queremos ser un poco críticos con el tema de la mujer, necesitamos ir un poco más a saco (aunque en lo que llevamos de web serie hemos hecho porque se intuya esta crítica, pero no llegamos a romper, supongo que porque Briget Jon se presenta como una chica más ingenua), en los vídeos de Instagram queremos hacer crítica sobre temas concretos. Nos meteremos tanto en circunstancias de micromachismo que vivimos a diario las mujeres, como en temas de acoso que pasan desapercibidos, pero todo hecho desde la comedia. En esta nueva temporada hablaremos de situaciones que nos hagan decir «eso me ha pasado a mí también, pero me estoy riendo». Queremos viralizar el personaje de Briget Jon de Triana con los vídeos de Instagram.
Y hablando del Notodofilmfest, decirte que ya hemos sacado el nuevo, “Que sí, Lusy, que sí”, donde hablamos de todos los cánones, pero desde otra perspectiva y tocando también otros temas, como por ejemplo, el que dice que el gordo no es saludable y, sin embargo, gente que bebe todos los días sí. ¡Qué gracioso eres porque estás todo el día borracho! Creo que este juego de crítica caerá bien, estoy muy entusiasmada. Aunque el hecho de que este esté más trabajado que el “Que no, Lusy, que no” me da un poco de miedo. Con el primero llegamos a la final. Incluso en el Notodofilmfest nos han vuelto a publicar como corto destacado entre los ochocientos que se presentaron>>.
También hablamos de Madrid. Cómo entevistar a una actriz andaluza sin preguntarle por Madrid. Esperanza actualmente reside en Sevilla, pero ¿y si le entra la vena y marcha a Madrid en busca de mejores oportunidades? <<A mí me está entrando ahora, fíjate>>, me suelta de repente. <<Ahora mismo sí que me estoy planteando irme una temporada a probar suerte. Veo a muchos compañeros que hicieron eso de salir. En la Escuela te lo inculcan. Terminas la carrera, tienes las aptitudes necesarias para seguir formándote si quieres, te tienes que ir a Madrid a hacer castings y punto. Es un poco frustrante cuando llegas a Madrid y ves cómo es la realidad. Cuando llegas allí y tienes poco que ofrecer, te sientes bastante perdido>>.
Quería haber cerrado con Madrid. Más que nada por eso del viaje, de cerrar etapas, combinar ciudades, estrenar caminos. Pero he decidido añadir estas preguntas como regalo para los que os habéis quedado hasta el final. No hay cosa que más me guste que salir la última de la sala de cine habiendo visto lo que todos, por salir corriendo, se han perdido. Así que aquí van las tres especiales. Cuando Espe y yo callamos y Miguel concluyó con su obra de arte, todo había terminado. Y como lo prometido es deuda, llegó el momento de subir a la terraza.
Dejando a un lado todos los proyectos de los que nos has hablado, ¿tienes algún otro bajo la manga?
Puede ser (risas). Sí, estoy escribiendo para Repálagos. Se trata de una oda sobre las neo-relaciones, que me dan tanto coraje. Sinceramente, me parece una patochá enorme eso de: «somos novios, pero no somos novios. Nos queremos, pero no. Me quieres, te quiero, pero como ahora no se lleva quererse, pues…». Contarlo todo desde una perspectiva distinta a la de: «no me quieres porque estoy gorda».
Quiero hacer un Calvario, pero como una obra concebida de principio a fin, y quiero que se llame La Pasión (porque como es El calvario, la Pasión y la Misericordia) y que hable sobre mi pasión por ser artista y de las situaciones que he tenido que atravesar para llegar hasta hoy, contando mis miserias y mis alegrías (aunque si me leen mis padres o mis tíos me dirán: MISERABLE TÚ – risas -). Pero escribir una obra es difícil, no soy Adrián Pino (risas), porque lo que tiene ese hombre en esa cabeza no es de este mundo.
¿Cómo sigue Noche de Repálagos?, estuve en el llenazo absoluto de vuestro estreno en La Sala (del Pumarejo).
Muy bien, estamos muy contentos porque creo que eso va a ir a más. Lo que me gusta de La Sala es que se parece mucho a nuestra época en Triana. La Sala es súper calentita. La de Triana era todavía más hardcore porque era una peña flamenca, tenía una foto de Franco, era todo muy raro, daba la impresión de que estabas en un sitio muy underground, en uno de esos sitios que parecen que se van a terminar. De hecho, se terminó. Todo el que sepa de lo que hablo recordará que allí el público estaba muy cerca de los actores y que la luz tenue creaba un ambiente acogedor. Los pocos elementos técnicos también ayudaban a que todo fuese tan rudimentario como era. Volver a La Sala ha sido un poco volver a eso, al calentito de Triana.
También te hemos visto formando parte de la interpretación en La Gran Cena Andaluza, ¿cómo has vivido la experiencia?
La experiencia fue regular. Yo hablo de Adri y se me cae la baba, tiene una cabeza tremenda y me da rabia que no se le valore como se debiera. Incluso muchas veces él mismo se auto-sabotea sin saberlo. La verdad es que la mente que tiene normal no es (risas). Siempre en un sentido halagador, entiéndeme. Escribió el guión de La Gran Cena Andaluza en muy poco tiempo y, además, con muy pocos medios. Pero sí es cierto que nosotros los actores no estuvimos a la altura de lo que tenía que haber sido. Le veo mucho valor, fue una gran experiencia, con sus cosas buenas y con sus no tan buenas. Resalto, desde luego, la labor de Adrian Pino. El año pasado me regaló por Navidad un guión de una película con Briget Jon de Triana como protagonista y, aunque no se pueda llevar a cabo porque el presupuesto es alto, lo tengo como oro en paño. Cuando yo leí eso no me lo creía. ¿Cómo es capaz de crear algo así en tan sólo dos semanas de Navidad? Es una cosa exagerada. A Adrián Pino se le tendría que tener más en cuenta.
Una frase que te defina, Espe.
Me gusta hacer lo que me da la gana.