Sergio Pavón, «Tienes que tener un discurso, tus obras forman parte de tu retórica»

Texto: David Rodríguez // Fotos: Miguel Jiménez

Sergio Pavón (Sevilla, 1976). Independiente e instalado en una carrera de casi una veintena de años que no hace más que producir. Dibujo, pintura y lienzos garabatean una figura serena y sosegada jalonada entre el talento y la humildad, siempre y a toda costa alejada de la mediocridad. Minucioso, de bases sólidas y seguro del […]

Sergio Pavón

Sergio Pavón (Sevilla, 1976). Independiente e instalado en una carrera de casi una veintena de años que no hace más que producir. Dibujo, pintura y lienzos garabatean una figura serena y sosegada jalonada entre el talento y la humildad, siempre y a toda costa alejada de la mediocridad. Minucioso, de bases sólidas y seguro del terreno que debe pisar. Trabajador incansable, y productivo como pocos. Creativo y crítico a partes iguales. Idealista con pies de plomo, traductor de una realidad. Su propia realidad.

Tu último trabajo es La Consagración de la Naturaleza. ¿En qué consiste, qué pretendes transmitir, cuál es tu mensaje?

Esta es mi cuarta exposición individual desde que empecé hace unos años a trabajar con galerías. La primera que hice fue en La Galería Nuevo Arte con Paz Nosti, fue sobre los animales pero en su relación con los seres humanos, cómo ellos los usaban, a veces, como si fueran simplemente peluches, como los maltrataban también, cómo se servían de ellos para su beneficio en todos los sentidos, incluso para su compañía. Esa exposición fue muy crítica, por ahí.

La segunda que hice, que luego fue la que vino a La Casa de la Provincia, que viajó del Museo de Nerva, hasta aquí y gustó mucho, fue la de la relación del ser humano con la tecnología y la naturaleza. Cómo la naturaleza está pervertida por la tecnología humana, y otra vez lo mismo, cómo el ser humano se aprovecha de esa naturaleza y cómo la enriquece en unos casos con la tecnología y en otros se la carga. Había obras como la de Flora Futura donde se mostraban flores hechas de restos de vertederos, con cables, con tubos, con ventiladores de coche, desechos, todo tipo de restos de tecnología inservible. Como crítica, a qué es lo que va a quedar, la flora que va a quedar si el ser humano continúa utilizando la naturaleza de manera indiscriminada. Por ejemplo, aquí todo el mundo tiene ordenadores, móviles, iPads, todo tipo de artilugios de pantalla táctil y como deberíamos ver cómo están los vertederos de ordenadores que nosotros desechamos en plena África, de donde se saca el mismo mineral con el que se hacen las pantallas. Todo iba en el mismo sentido.

Ahora con esta exposición cierro el ciclo, El Triunfo de la Naturaleza, es cuando la naturaleza se muestra en su vertiente más dura. Es cruel, porque muchas obras representan a la naturaleza tal cual es. Se devoran los animales unos a otros, está la muerte presente porque es lo más natural que hay, igual que la vida. Y en muchas obras está relacionada la muerte y la vida, como en los árboles de la vida que voy a presentar, todo eso forma parte de la naturaleza sin que esté presente el ser humano. Hasta ahora la he mostrado en su relación con el ser humano, cómo abusan de ella, cómo la tratan para su propio beneficio y ahora va a hablar ella. Es la naturaleza la que habla y se consagra.

Sergio Pavón

¿Creas en función de un público concreto o más bien te ves influido por tendencias o modas como hacen parte de los artistas actuales?

No, no. Yo hago lo que a mi me sale, lo que a mi se me viene a la cabeza. Me gusta cuando la obra se va terminando, me va quedando bien y pienso que puede gustarle a la gente, lógicamente la acabo con más ganas. Aparte de que me guste a mi el primero, me imagino las caras y las reacciones de la gente pensando que le va a entusiasmar. Pero eso es una cosa muy distinta a que yo cree para un determinado público ¡Nada, nada de eso! Sé que hay una época anterior de mis dibujos, hace unos años, dibujos del 2008 o del 2009, que tienen una estética que me he enterado ahora que se llama Steampunk, pero nunca he ido hacia ese colectivo artístico ni hacia esos gustos, para nada. Ni yo soy así, ni me considero un artista steampunk o gótico, ni nada de eso, lo que pasa es que la obra va evolucionando sola y va saliendo lo que sale. No pienso nunca a donde va a ir dirigida.

¿Crees que todo vale en el mundo del arte? ¿Empleas un criterio particular para valorar tu propia obra?

El criterio que yo empleo para mi propia obra es que debe ser buena tanto técnica como conceptualmente. No me vale una técnica muy buena sin un contenido, y una dosis fuerte de contenido conceptual y de aportación al mundo del arte. No una imagen y ya está, a mi me gusta que diga algo dentro de la historia del arte. Que abra una nueva vía, a mi gustaría que mis obras no fueran, en ese sentido, simples o inocuas. Yo quiero que mis dibujos, quien los vea, los aprecie, primero por la técnica, porque yo me esfuerzo en que sean buenos técnicamente, y después por el nivel conceptual, por lo que se dice. Yo no quiero sólo técnica y ya está, una representación realista o hiperrealista, porque eso no me interesa. Yo quiero que las obras digan algo, de manera críptica, más evidente, menos evidente, lo que quiero es que la obra se exprese, que diga algo. Y hombre, lo que yo veo es que no todo vale. Para mi en el arte no todo vale. Yo creo que cuando una obra de arte pierde una de esas dos patas, se cae. Tiene que tener las dos patas, es un bicho, un animal que tiene que tener dos patas, por lo menos. No vale decir: no importa porque yo he querido fortalecer más esta pata, sí pero está coja. La obra de arte tiene que estar bien por ambas partes.

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Entonces, ¿qué es para ti calidad en una obra de arte?

(Risas) Que difícil me lo pones. Yo hablo por mi, para mi calidad es cuando se aúnan perfectamente calidad técnica (no me refiero a hiperrealismo, puede ser abstracción, pero con un dominio de la técnica de calidad) y conceptual. Para mi la calidad es la unión entre técnica y un mensaje. Y a su vez envuelto en un discurso del artista, que el artista tenga un discurso en el tiempo es fundamental. Los grandes artistas que han pasado a la historia han tenido siempre algo que decir, no vale dar palos de ciego y de pronto un día creo una obra importante pero luego sigo pintando a mi nieto que ha nacido ahora y a los niños de comunión. No vale. Tienes que tener un discurso, tus obras forman parte de tú retórica.

¿Cuándo tu creas, buscas la aceptación general? Si sufres el rechazo, ¿lo entiendes o buscas un éxito duradero?

Cuando al principio empecé a exponer siempre he ido en serio. Desde que dejé de estudiar, nunca he dejado de exponer, de trabajar, de pelearme, porque al no tener padrino, y menos en esta ciudad de padrinos, te tienes que pelear y mucho para exponer. Sin embargo, cuando empecé de verdad a trabajar con galerías, en la galería Haurie, y después pasé con fondo de galería Margarita Albarrán, Concha Pedrosa, o con Paz Nosti en Nuevo Arte, veía que mis dibujos no gustaban nada, y es más, yo he estado en colectivas y a la gente le ha dado asco.

Recuerdo una obra concretamente, en la que representé dos pies, simplemente dos pies. Dos pasos, uno que se adelanta y otro que se queda atrás y simplemente en uno de esos pies había caracoles andando y en otro había un abejorro. Los caracoles estaban en el pie que se quedaba atrás como una representación del pasado y el pie que avanzaba llevaba un abejorro que volaba hacia adelante, esa obra representaba el futuro. Esa obra era pasado y futuro, una obra con mucha delicadeza para que el pie, sea pie y no un calcetín mal pintado, con sus venas transparentándose, los tendones y los caracoles que estaban rectando por él. Pues, le daba asco a la gente, se acercaban y decían: ¡Que asco, que asco, buahhh! Esto yo no lo compraría nunca. Luego cuando han visto dibujos como: Mecánica animal que hice en 2008, un mecánico de animales donde le pone ruedas a los trozos de animales que van quedando muertos o tornillos y al lado creaciones suyas como un canguro que en vez de patas tiene dos grandes ruedas de bicicleta. Esta obra es un chiste, es simpática. Bueno pues la gente se apartaba.

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O el dibujo de Ternura, simplemente es un niño en un pequeño jardín particular, que es una alfombra, pero es una manera de representar con cuatro ideas que el niño está encerrado en su mundo. Representé a ese tipo de niño como son hoy los niños, que juegan poco en la calle, se ensucian poco, que llevan una vida totalmente aséptica de extremo cuidado por los padres, con gafas porque así lo hacía más débil, en una alfombrita llena de flores. Esa alfombrita es su pequeño mundo de donde no puede salir, pero el niño con su curiosidad de niño, alarga la mano y se sale de ese jardín y acaricia a un gran insecto que viene acercándose, como si fuera un perrito. Lo llamé Ternura, porque quería expresar la relación que hay entre un niño y lo desconocido para él. Ya que aunque los padres intenten acotarlo y ponerle vallados, el niño va a querer siempre salir. Pues lo que decía, esto tampoco le gustó a la gente. La gente decía: ¡que asco un insecto! ¡Qué bicho, que asco! Pero de lo que no se daban cuenta que esos bichos yo los represento como símbolos, son símbolos, es todo simbólico. No hay que leerlo al pie de la letra, por eso puede ser que ahora, cada vez su significado está más oculto. Las obras se están volviendo más conceptuales y más simbólicas. No sé por qué, pero va por ahí, quizás es una respuesta inconsciente al coraje que le daba a la gente mis dibujos (Risas).

Tu eres arista. Utilizas el lápiz, la tinta, el grafito, llegas a usar cerámica en tus trabajos ¿En cuál te sientes más cómodo?

Estudié pintura en la Facultad de Bellas Artes, siempre pinté, lo que hacía era pintar pero nunca dejé el dibujo. Sinceramente, pintaba y pintaba muchos lienzos porque Sevilla es una ciudad de tradición pictórica desde siempre y más desde el Barroco, con grandes pintores buenísimos, buenísima tradición. Pero claro, tú llegas siendo un chaval a estudiar arte, lo que has hecho siempre en tu casa es dibujo, entras a estudiar y ya te meten que la pintura es la piedra angular del mundo del arte.

Yo me ponía a pintar, y pintaba mucho, pero no dejaba el dibujo y al mismo tiempo sufría mucho con la pintura. Fundamentalmente por la falta de inmediatez, que sí tiene el dibujo, que el dibujo suele ser siempre más pequeño. Y muchas veces para descansar de un cuadro hacía otros pero dibujando, no hacía un apunte o un boceto para el cuadro que estaba haciendo. Pero cuando me sentía bien, es cuando yo hacía mis propios cuadros a lápiz, a lápices de colores, con tinta china. Entonces poquito a poco me fui dando cuenta que porque iba a sufrir tanto si yo lo que quiero es pasarlo bien, cada vez mejor. Aparte esa diferenciación entre dibujo y pintura, ya se ha perdido, ya no está tan clara. Hay pintores que dibujan con la pintura y sus cuadros son cuadros de pintura, pero lo que hay es dibujo. Dibujan con la pintura, con los colores. En mi caso, yo me considero un pintor que pinta con el lápiz. No quiero separar dibujante y pintor. Sino que me encuentro más cómodo con el lápiz. Me considero un pintor que pinta con el lápiz.

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Dentro de tu producción, ¿qué peso le concedes a la academia y qué peso a la creatividad?.

No tienen por qué estar reñidas, lo que sí es cierto es que cuando estás estudiando, la creatividad se queda en un segundo plano, porque quieren, y más aquí, en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, que te empapes de la tradición y si puede ser, que no la dejes nunca. Pero bueno de eso se trata que te empapes de la tradición, es fundamental conocer lo que se ha hecho en la Historia del Arte, cómo se ha hecho y disfrutar con eso. Yo cuando voy a Madrid voy al Prado, igual que aquí el Museo de Bellas Artes, que me lo conozco de arriba abajo, y disfruto muchísimo porque hay cosas buenísimas, pero eso no quiere decir que haya que representar cosas de siglos atrás. Hay que evolucionar y hay que seguir para adelante y precisamente esos pintores, del barroco sevillano por ejemplo, eran muy actuales, hacían obras enmarcadas en su contexto. Yo tengo que hacer obras que estén enmarcadas en mi contexto, en la época que me ha tocado vivir, no hay que repetir modelos y vivir constantemente del pasado. Hay que evolucionar, que no quiere decir que uno no sepa ni aprenda del pasado, por supuesto. Lo que decía, cuando voy a Madrid, voy principalmente a ver a Durero y a Van Der Weyden con El Descendimiento de Cristo. ¡Eso es modernidad pura! No quiere decir que yo ahora vaya a hacer eso, pero me encanta. Es decir, la respuesta a la pregunta es que las dos cosas son igual de importantes.

¿Actualmente qué artistas del panorama nacional o internacional te interesan o te pueden llegar a influir?

Pues del panorama internacional, principalmente Walton Ford, el pintor americano acuarelista, que hace acuarelas de 2 metros, al estilo de los naturalistas del siglo XIX pero con un sentido crítico muy bueno. Me gusta el mundo onírico de Neo Rauch, surrealista alemán, su pintura me encanta. También me gusta Luc Tuymans, porque es la emoción contenida, siempre es el movimiento pero en potencia. Hacer eso es muy difícil, hacer una obra tan quieta, tan silenciosa, pero que tú sabes que va a explotar en cualquier momento, que va a decir algo en cualquier momento. Esos tres me encantan. También, Michäel Borremans, el belga, porque es heredero de una tradición, le encanta la pintura barroca española pero, sin embargo, hace unas pinturas totalmente actuales, muy sugerentes. Pero sobre todo me encantan sus dibujos, dibuja en sobres viejos, en postalitas que se encuentra, en cualquier cosa, pero sus dibujos son portentosos. Me gusta mucho Marcel Dzama, el canadiense, que hace con su mundo particular de vampiros, murciélagos, extraterrestres, guardas forestales, niñas, bailarines… ese mundo de Marcel Dzama me encanta. También me fascinan, los dibujos-pinturas de Raymond Pettibon, tan críticos, incluyendo textos largos en sus dibujos.

Son muy distintos si te fijas los nombres que te he dicho: Ford, Dzama, Borremans o Tuymans, precisamente porque son tan distintos unos de otros, me encantan. Dentro del panorama nacional, Jesús Zurita. Es prácticamente de mi quinta, me encanta como dibuja y como pinta-dibuja y como dibuja-pinta. También me gusta el dibujo que hay en la pintura de Pérez-Villalta. La pintura también, me seduce cómo hace vibrar los colores, uno debajo de otro pintando a base de veladuras. Tiene muchísimo mérito y sabe muchísimo. Sobre todo porque consigue vibrar el color, hacerlo vibrar con otras tonalidades de otros colores. Otro nacional al que sigo continuamente es El Roto. El Roto es un artista nacional increíble, que acaba de exponer en Málaga en el Museo de Arte Contemporáneo. Una gran exposición. Es un grandísimo artista, y precisamente entronca perfectamente con Goya. Es la tradición recogida de Goya traída ahora. Es la misma crítica social que los Disparates de la guerra o los Caprichos, igual. Resuelto con tinta, bien resuelto, ni sobra ni falta nada. El texto es perfecto. Me encantan. Esos son los referentes, así por encima.

Sergio Pavón

El estado del arte en España y el de Sevilla en particular, ¿Cómo lo ves?

En el mundo del arte, hace falta riesgo. El riesgo perdido. Perdido porque como eso se convirtió, al igual que los pisos, en la especulación, se creó una burbuja. Ahora no hay galeristas que confíen, como había antes. Antes se enamoraban de la pintura, de la obra de un artista y luchaban por él sin importar de donde viniese, que referencias tuviese, a quien conociese o si tenía algún tipo de padrino. Ahora no. Gustaba esa obra e iban a por todas, iban a moverlo, a darlo a conocer, a buscar coleccionismo en torno a ese artista. Eso se perdió, porque si ese artista no es un referente que pueda dar frutos a corto plazo, se deshecha. Entonces se pasó, a lo que he dicho antes de la especulación. Sólo quieren valores seguros. Sólo van a apostar por ti si tienes un público que te compre ya. En ese sentido, ya no se apuesta como antes. Galerías en los ochenta en Madrid, como la galería Moriarti, donde se hacían debates con los propios artistas, galeristas o el público. Se apostaba por cosas nuevas. Actualmente, como el arte es un bien mercantil, se presta al amiguismo, al padrinismo. En fin, a todas esas cosas que ya conocemos.

¿Entonces crees que el papel de los galeristas debe evolucionar o la relación entre el artista-galerista debe cambiar?

El galerista debe ser más arriesgado, entiendo que tiene que vender y que hoy en día abrir una galería es un riesgo, aún así hay galeristas que sólo confían en valores seguros y hay muchísima gente muy buena. Aquí en Sevilla, hay gente muy buena, que está haciendo cosas muy buenas y están en lo más underground. Yo mismo. No digo por bueno, sino por underground (Risas)

Pero creo que el artista sí que debe arriesgar un poco y sobre todo ver lo que se está haciendo, lo nuevo que se está haciendo. Eso es lo que siempre se ha hecho. Yo no sé porque ahora no se confía en lo nuevo que se está haciendo y los galeristas han perdido ese carácter aventurero y romántico que tenían. Se perdió. Son medio empresarios, banqueros de arte.

¿De qué vive un artista hoy en día?

Yo concretamente de dar clase. Del arte no se vive hoy en día. Excepto los grandes. Un Eduardo Arroyo o Pérez Villalta. La gente de mi generación y más jóvenes no vivimos de la pintura, tenemos trabajos diversos desde la hostelería hasta la docencia. No se vive de la pintura. Un artista vive de trabajos que le dejan compaginar, porque compañeros míos que eran buenísimos, no hacen nada ya. Al trabajar se acaban quemando, no pueden sobrellevar las dos cosas. En mi caso, yo estoy obsesionado y no pienso más que en dibujar. Estoy obsesionado con la pintura, con el dibujo y de hecho, cada vez que expongo sólo expongo obras que no tengo enmarcadas, que no he mostrado todavía. La ilusión es el motor que me mueve.

Sergio Pavón

La crisis, es pura actualidad. A ti, cómo artista y al arte en general ,¿en qué sentido te ha podido beneficiar o perjudicar?

Como artista perjudica. Yo no sé sin crisis como me hubiese ido, lo que si es cierto es que la crisis ha perjudicado a todos los niveles. Y al arte muchísimo. Al arte quiero decir, no a los artistas consagrados, que es como los coches de lujo. Se siguen vendiendo al mismo nivel o incluso más. Porque la gente que tiene dinero, tiene dinero y punto.

Otra cosa son las instituciones, que antes compraban y movían obra o hacían exposiciones. Ahora ya no las hacen. Recae todo en los galeristas y en los propios artistas cómo ellos se quieran mover. En los comisarios independientes, que están surgiendo ahora muchos, en ellos va ahora toda la responsabilidad. Porque, institucionalmente el arte se murió. Queda otra vez rehacer el mercado del arte de otra manera. No sé cómo, pero habría que encontrar nuevas maneras de encontrar compradores, público, otras formas de exponer, mezclar disciplinas. En definitiva, hay que modernizar un poco las propuestas.

Conociendo tu obra de cerca. Sinceramente, a la hora de pintar quien ganó la batalla ¿La mente y la razón o el corazón y la pasión?

A partes iguales, a partes iguales. La mente le dice al corazón que por ahí va bien. Ese es el camino.

Sergio Pavón expondrá su último trabajo La Consagración de la Naturaleza en La Galería Roja a partir del 29 de mayo.

Podéis encontrar la obra de Sergio Pavón en www.sergiopavon.com

Por David Rodríguez // Obra gráfica: Sergio Pavón // Fotos: Miguel Jiménez

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