Emmanuel Lafont, «Dibujar es como hablar un idioma»

Texto: Chiqui Chicano // Fotos: Miguel Jiménez

Ilustrador pero sobre todo artista. Emmanuel Lafont, argentino afincado en Málaga, con muchas ganas de trabajar en lo que más le apasiona: el lenguaje visual, para él la mejor manera de comunicarse. Se hace eco de las palabras del ilustrador Puño en cuanto que «uno no aprende sino desaprende a dibujar», y se entrega en […]

Emmanuel Lafont

Ilustrador pero sobre todo artista. Emmanuel Lafont, argentino afincado en Málaga, con muchas ganas de trabajar en lo que más le apasiona: el lenguaje visual, para él la mejor manera de comunicarse. Se hace eco de las palabras del ilustrador Puño en cuanto que «uno no aprende sino desaprende a dibujar», y se entrega en cuerpo y alma en cada uno de sus proyectos. Nos abrió las puertas de su casa para contarnos mil y una anécdotas sobre su vida y su trabajo mientras tomábamos café. Pasen y lean.

¿Cuál es tu primer recuerdo dibujando?

Mi madre siempre me ayuda a tener esos recuerdos porque me dice que aparecía en la cocina despeinado con las ceras y los papeles. Recuerdo tener un tupper blanco, que me había dado mi madre para todos mis rotuladores, mis ceras y mi lápices. Desde que tengo uso de razón, siempre he dibujado.

Otro recuerdo es que siempre dibujaba en folios de máquinas de escribir. También tenía muchos libros de colorear grandes verticales, una vez que los rellenaba me los iba guardando para copiar dibujos, copiaba mogollón de Pequeño Pony, Mickey Mouse… Recuerdo que mi vecino de unos 16 ó 17 años me enseñó a repasar todos los bordes con lápiz negro para marcar mucho las formas y los volúmenes. Para mí fue todo un descubrimiento. Es el primer recuerdo que tengo de dibujo “profesional”.

Y el siguiente paso, ¿te formaste en artes?

No, no tomé esa decisión hasta que otro vecino también influyese en mí. Me crié en un pueblo donde no había nada, y mis padres siempre pensando en el tema de la educación, me preguntaban lo que quería estudiar, ya que según lo que quisiera estudiar nos tendríamos que mudar.

¿De dónde eres?

De Argentina, nací en Buenos Aires pero en ese momento vivíamos en una antigua colonia de General Alvear, y allí para estudiar te tenías que ir a Mendoza capital que estaba a 500 km, y encima tampoco estaban todas las universidades. Según lo que quisiera estudiar, tendríamos que mudarnos a una provincia o a otra.

Mi primera opción era Traductorado de inglés, y decidimos mudarnos a Córdoba que era donde estaba la universidad. Estando allí, seguí en el instituto en Córdoba, y el último año antes de los exámenes de ingreso empecé a dudar entre Traductorado, Arquitectura o Diseño Gráfico. Me acuerdo que fui a averiguar en Arquitectura pero con tantas matemáticas no sabía si iba a ser lo mío. Y este vecino que te comenté antes, que era fotógrafo, me preguntó que por qué no estudiaba Bellas Artes ya que se me daba muy bien dibujar.

No había pintado un cuadro en mi vida, y él fue el primero que me regaló unos soportes de madera y acrílicos. Hice mis dos primeros cuadros gracias a este vecino, malísimos, y me animó a que me informara sobre Bellas Artes, pero pensé que era para los vagos y hippies (risas). Yo tenía al principio esa mentalidad, de mis padres que me decían que tenía que estudiar algo que me gustase pero también algo que me diese dinero, entonces Bellas Artes ni lo contemplaba, es más, no sabía que existiese como carrera.

Emmanuel Lafont

¿Y tras esos cuadros te animaste?

Tras pintar esos cuadros fui a averiguar a la universidad de Bellas Artes y cuando vi aquello flipé, y entonces me metí. Cursé el primer año entero y ya después me independicé. Me fui a vivir a Buenos Aires y no pude cursar la carrera, pero sí que iba de vez en cuando a rendir materias libres de segundo y tercero, durante 8 meses.

Después me fui a Estados Unidos, y dejé de estudiar. Allí, por casualidad, trabajé como asistente de una artista, Annie Warton, en el Art Center of Florida, un centro de arte contemporáneo que, además de las exposiciones, tiene un edificio con estudios, con artistas residentes allí. Entonces a parte de la expo del centro, puedes ver a los artistas currando.

Esta mujer (Annie Warton) tenía que ir a Nueva York a hacer una exposición, y yo seguía trabajando en el estudio, le pedí permiso para llevar unas piezas mías y desmontar allí los lienzos para que mi madre se los llevara a Argentina. Justo ella vuelve antes de Nueva York, y me pilla allí con todos mis trabajos. Y automáticamente cogió el teléfono y empieza a organizar una exposición con una galería. Yo en aquel momento tenía 19 años, y estar allí que por la cara me dijeran de hacer una exposición, y preguntándome los precios, yo no sabía qué decir… Vendí algunas piezas de estas, y empezó a organizarse la expo, pero claro yo estaba allí ilegal, estaba de vacaciones y decidí quedarme, y para poder trabajar me saqué un número en la seguridad social falso de un muerto, y un permiso de trabajo. Los de la galería me dijeron que para poder comercializar con arte había que hacerlo bien. Me propusieron que me volviese a Argentina, y ellos me mandarían la carta de invitación y todos los papeles que necesitas para aplicar por un tipo de visado en concreto que es el que se necesita para comercializar con arte.

Volví a Argentina en junio-julio del 2001, y en septiembre fue el atentado de las Torres Gemelas, y como cerraron las fronteras y no dejan entrar a nadie ni con visa ni sin visa, me quedé en bolas, y ya me vine para aquí. Cuando llegué a Málaga, fui a averiguar a la universidad, pero no me gustaba como estaba planteado así que no continué.

La familia te ha apoyado desde el primer momento, tus padres a la hora de estudiar Bellas Artes no lo tenían muy claro, pero al final siempre lo hicieron…

A ellos no les terminaba de convencer porque veían que no había un futuro de pasta, pero lo cierto es que como padres se han portado perfecto. Aun considerando que no era lo mejor para mí, si era lo que había decidido, me apoyaban. Recuerdo en la universidad, había días que teníamos clase desde las 12 del mediodía hasta las 12 de la noche sin parar. Y recuerdo a mi padre pasando en la máquina de escribir los trabajos.

Además yo trabajaba por la mañana, mi padre me llevaba al trabajo en coche, teníamos que cruzar toda la ciudad, salía de currar, me cogía el autobús, me cruzaba toda la ciudad otra vez. Encima trabajaba con chaqueta y tal, y mis padres me esperaban en la puerta de la universidad con un tupper con comida, con ropa para poder pintar, me cambiaba en el coche, les dejaba la ropa, y me quedaba allí estudiando en la universidad.

Mi madre a día de hoy, cuando tengo que hacer un trabajo le digo qué tengo que rellenar y mi madre se pone (risas). Es más, con una instalación que hice apenas llegué aquí a Málaga, “Edades del Óxido” organizado por Troyano, con exposiciones en espacios alternativos, iba a hacer una instalación con cajitas de madera, y me acuerdo que mi madre se había venido también de visita, y cogí a la pobre y le dije “tengo que hacer 60 u 80 cajas de madera”, había que pintarlas de blanco, yo me iba a currar y ella se quedaba pintando cajas.

Emmanuel Lafont

¿Cómo te definirías?

El otro día decían que era un estilo surrealista, también hablaban de suprarrealismo. Nunca he buscado una línea sobre la que moverme, siempre ha sido una cosa muy impulsiva. Para mi es como hablar un idioma, hay muchas cosas que me cuesta explicar a nivel verbal, entonces a través de la imagen me resulta muchísimo más fácil. A través del lenguaje verbal es muy condicionante mientras que la imagen es mucho más sugerente.

¿Qué elementos tienen peso en tu obra?

Generalmente trabajo de manera autobiográfica aunque esté trabajando en un encargo. Es más, he intentado no coger esos trabajos donde no me puedo involucrar, porque no solamente no lo disfruto sino que no pongo lo mejor de mí, si no lo identifico me resulta más molesto que agradable.

La base para mí es el trabajo autobiográfico, no realista desde mi cotidianidad, si no de todo lo que pasa por dentro, de cómo te enfrentas a todo esto que estás haciendo. Está el Emmanuel que dibuja, y está el Emmanuel que piensa “de qué coño va todo esto, para qué, esto cómo, por qué…” me gusta hablar de esa parte de mi que no termina de entender nunca qué está pasando.

Suelo trabajar mucho con temas tétricos, tristes o melancólicos, y es porque cuando estoy bien lo aprovecho y lo disfruto, generalmente eso no me quema la cabeza, nunca me quedo pensando en la cama qué bien lo he pasado, sino que me duermo súper a gusto. Y cuando no me puedo dormir generalmente es cuando tengo cosas que me dan miedo, las que no me gustan o no entiendo. Como esas son las que más tiempo ocupan mi cabeza, necesito ordenarlas a través de imágenes para ver si consigo entender algo.

Y a través de la reacción, porque tampoco puedo decir que dibuje para mí, sino que hago las cosas para conectar con la gente. Tengo también la necesidad de comunicarme a través de un lenguaje que me resulta más cómodo. Si veo que la gente empatiza con algo que he dibujado, mi cerebro entiende que la gente va también por ese lado, no soy el único que no entiende qué es todo esto, hay más gente perdida como yo, me resulta más fácil para no sentirme un bicho raro.

Emmanuel Lafont

Exposición «Bestiario Floral» de Emmanuel Lafont y Pablo Caro Revidiego en la Sala Iniciarte, Málaga

 

¿Y qué ocurre con el color?

Muy poco, primero porque tengo problemas de daltonismo, hay colores que no los distingo bien y me cuesta muchísimo usarlos. Y además entiendo que el color en sí mismo tiene muchísima carga, como lo uses mal te puedes cargar una pieza. De vez en cuando hago mis intentonas, cuando trabajo el color es más en digital, porque me remito más a la psicología del color o cojo una escena que me guste por las tonalidades y empiezo a clonar para poder hacer algo armonioso porque no los controlo.

Está también el reto de transmitir una idea con la menor cantidad de información posible para que tampoco quede tan claro el mensaje, que quede un poco a la libre interpretación.

Aquí en Málaga, comenzaste vendiendo láminas en la calle, ¿te fue bien?

A mí me fue muy bien, estuve 3 años. Hacía dibujos en casa, y de repente mi ex y un amigo me decían de salir a vender mis cosas, y me insistieron tanto que al final me animé. La primera vez que me puse al lado del Museo Picasso, le pedí permiso a los del Bar Tormes, el restaurante justo en frente del Picasso, y me llevé una muestra de mis dibujos para me diesen la aprobación, y sobre todo fue gracias a la mujer, a la que caí en gracia, y me dieron su consentimiento.

¿Nunca te han quitado tus dibujos la policía por vender en la calle?           

Reconozco que he tenido siempre mucha suerte, porque ha pasado la poli cerca y nunca me han dicho nada. La única vez que tuve un problema fue con el cura de la iglesia de San Agustín. Es cierto que llegó un momento que me hice como mi tienda, de dos filitas en el suelo empecé a ocupar todas las rejas de San Agustín, ordenado por series.

Un día el cura encendió los aspersores, y claro me puse a gritarle en medio de la calle “¡hijo de puta, me cago en tu puta madre!”, estaba muy cabreado, las láminas empapadas, cayéndose, y aquello no había manera de recuperarlo y con todo el cabreo hice un bolo y se lo tiré al parque de la iglesia. Nunca me pidió perdón.

Fue con el único que tuve problemas pero fue justo al final, y ya me quité porque no se vendía nada, al principio me iba de puta madre pero desde que empezó el rollo de la crisis se notó mogollón.

 

Este año (2014) se puede decir que ha sido tu año, tu participación en el proyecto MAUS del Soho, tu libro “La otra mitad”, la exposición “Bestiario Floral” en la Sala Iniciarte de la Junta de Andalucía… de vender a la calle a todo esto, ¿cuál ha sido el punto de inflexión?

Antes trabajaba en los cines del Vialia proyectando pelis y al mismo tiempo hacía mis dibujillos y tal, pero desde un principio no sabes cómo meterte, dibujas, pero te preguntas cuál es el objetivo de todo esto. Recuerdo que fue por ir a la librería Panta Rhei de Madrid, era el 2006-07, aún seguía muy enganchado al rollo de la galería, quería hacer pinturas e instalaciones. En aquella época se pusieron de moda los típicos dibujos infantiloides o medio oscuros y quería hacer algo por el estilo. En Panta Rhei donde tienen mogollón de libros de ilustración, hablé con la chica que trabajaba allí, le di una pegatina mía, se interesó y me preguntó si tenía otros trabajos. Me comprometí a mandarle un dossier cuando volviese a Málaga, y me pidió los trabajos para verlos en persona.

Así que me fui a Madrid, parando en Sevilla en el concierto de Madonna con unos rulos llenos de dibujos y de ahí me cogí el autobús y me fui para Madrid. Me dijo que les interesaba como trabajaba la línea y me propusieron hacer una expo pero con dibujos nuevos, explotando el tema de la línea. Me volví a Málaga y estuve haciendo durante un año una serie, “Limón en el ojo” con la que comencé a trabajar como ilustrador. Estaba trabajando en el cine y me llevaba mis dibujillos para rellenar con boli. Así monté toda la expo. Y fue un puto fracaso en Madrid, unas críticas horribles, recuerdo unos viendo la expo que decían “manda cojones 200€ por una fotocopia en blanco y negro” y en el libro de firmas habían puesto “lo único bueno que he visto en la exposición ha sido el tío vestido no sé como viendo la expo”, eran todos los comentarios de este rollo, cogías una depresión… A la gente de Panta Rhei les había gustado mucho pero personalmente me llevé un chasco con esa expo.

¿Cómo comenzaste a trabajar con estudios de diseño y publicidad?

Todo me ha ido pasando de una manera muy rara (fortuita?) y fue con esa serie de “Limón en el Ojo”. Un día en la librería Cinco Echegaray organizaron una exposición de serigrafías de artistas americanos llamada “Beautiful Loosers”, pregunté quién había organizado la expo y había sido Mateo García de Narita. Dio la casualidad que estaba allí y me lo presentaron. Me saludó diciendo que si no me acordaba de él y me recordó que hacía años, el estudio Narita había sacado una revista de tendencias y arte llamada D-Látex, ha sido muy famosa porque ha ganado mogollón de premios, como el CMYK en Barcelona. Habían sacado un último número para despedirse que consistía en una revista en blanco, que la gente rellenaba y se la dejaba, y en teoría ellos después iban a hacer algo con eso. El diseño estaba súper cuidado, el formato era muy bonito, tenía una calidad en los papeles tremenda. Me había parecido tan gracioso, que sin ninguna pretensión me puse a rellenar la revista y cuando la acabé, un día me pasé por el estudio y se la dejé, y resulta que era el estudio Narita.

Al tiempo intentaron contactarme, ya que habían seleccionado la revista de Laura Brinkmann y la mía para exponerla en el Centro de Arte Contemporáneo de Burgos. Y al verme allí en Cinco Echegaray me contó toda esta historia, que me habían estado buscando, habrían pasado 3 o 4 años de eso. Así que había expuesto la revista y yo sin saberlo.

Emmanuel Lafont

Exposición «Bestiario Floral». Autorretrato.

 

¿Fue así como comenzó tu trabajo en publicidad?

Sí, a partir de esto, él fue el primero que me pasó trabajo como ilustrador para publicidad. También estuve trabajando para La Madre de los Beatles, y con diferentes estudios de diseño de aquí y de fuera. Estaba muy guay.

Ahora hay menos trabajo en las agencias, noto que, por un lado, por una cuestión de recortes han tenido que ponerse las pilas y sacarlo los propios estudios. Y por otro lado, cuando te va muy bien en un sitio como puede ser Málaga, que empiezas a trabajar con varios estudios, por muy flexible que seas, detrás tuya viene mogollón de gente. Bueno detrás tuya, de frente y por los lados, porque todo el tiempo se están haciendo cosas. Y entiendo que los estudios buscan renovarse, entonces al principio eres “el nuevo”, eres de puta madre, entre que les gusta tu trabajo y cobras tres duros porque estás empezando, te transformas un poco en la novedad y te sale de todo, pero llega un momento en el que necesitan renovarse y baja un poco la cosa.

¿Y la experiencia editorial? ¿Cómo ha sido tu experiencia con “La otra mitad”?

Ha sido súper bonita, empezar con un primer libro y encontrarte con un equipo que cuidan al mínimo detalle la edición. El único pero que le encuentro es que a nivel económico… realmente es quitarte el gusto de tener un niño con forma de libro y eso tiene más que ver con el ego. El trabajar con Clara Canela, de la editorial Canica Books, ha sido una pasada, también con Lucía Clews, Alejandro Villén, Jaqueline de Barros… nos ha ayudado mucha gente y la experiencia ha sido fantástica. Tengo muchísimas ganas de repetir, además para mí el libro es el objeto por excelencia, más que la pieza original, me gusta el formato de libro. Además ha sido el primer libro como editorial de Clara e hicimos un trabajo de promoción importante: nos fuimos a Barcelona, a Fnac de Callao en Madrid…

Que la presentación en Málaga fuese en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) también es una manera de tratar el libro como una pieza de arte, ¿no?

Sí además todo esto se lo curraba Clara, ya no solo como mima el proceso de materialización del libro, sino todo el trabajo que ha hecho de comunicación, de preventa, de venta, etc. Ella no suele mandar los libros a la librería, siempre va en persona, porque le interesa contactar con el librero para explicarle cuál es su manera de editar un libro. Así que contacta con la gente a través de la parte emocional y eso es súper bonito. Para mí lo del CAC también fue como un regalazo, porque yo aspiro como cualquier artista a que tengan una obra mía en el CAC, y después de esto, piensas que se va acercando. Bueno ya tengo mi nombre en catálogos de ahí, porque estuve trabajando cinco años en el equipo de montaje. También trabajé en la cafetería del CAC, y este año con el libro.

Emmanuel Lafont

En cuanto a las colaboraciones, como la exposición “Bestiario Floral” que has hecho junto con Pablo Caro en el espacio Iniciarte de Málaga, ¿te sientes cómodo trabajando en equipo?

Sí me gusta, pero reconozco que me cuesta más que trabajar solo. Esto me diferencia mucho de los músicos o los actores, que si no están todos, la pieza no sale. Nosotros estamos más acostumbrados al “tú te lo guisas tú te lo comes”, así que trabajar con más gente a mí me pone de los nervios, te pones de mala hostia, luchas con el ego. Hay días que uno pone más energía que otro, aquello se descompensa, empiezan los egos… reconozco que es complicado, no es donde me siento más cómodo. Pero veo otra parte necesaria y enriquecedora, en no encasillarte siempre en como uno ve las cosas, que es lo que me ha pasado trabajando con Pablo.

Aunque creo que lo más gustoso es trabajar en un proyecto tuyo con un equipo que trabaje para ti. Eso es la leche. ¡Eso sí que mola!. Y ahí si que no me importa trabajar en grupo, y ojo que cuando digo de trabajar con un equipo no en plan “hazme esto”, sino con gente creativa que te aporta nuevas soluciones, gente con recursos para otras cosas que uno no controla. Eso es un gustazo.

Háblanos de tu trabajo en el Taller 6a Edicions de litografía de Mallorca.

La primera vez fui a través de la Galería Yusto / Giner de Marbella que me propuso hacer una tirada limitada de litografía para llevar a ESTAMPA. Contactaron con el taller para este trabajo en concreto. Y la verdad es que fue tan gustoso por ambas partes, que a través de la directora de la galería, ya que son taller y cuentan además con galería, me consiguieron un contacto con una empresa que me hizo un encargo de litografía. Así que volví a Mallorca para hacer el encargo ese y al mismo tiempo me ofrecieron todas las instalaciones para hacer piezas para ellos y para mí. Además me propusieron incluir unas de mis piezas en una colectiva de grabado y collage, y se está hablando de la posibilidad de hacer una expo también individual.

¿Crees que la ilustración está sufriendo la moda? ¿Qué pasará cuando se acabe la moda de la ilustración?

Sí, creo que quedarán unos pocos. Puede que la ilustración pase de moda, y se queden algunos o puede que no pase de moda nunca y de repente se transforme en la obra por excelencia dentro de los museos… no sé qué puede pasar.

De todas formas la ilustración está presente en todo, y está de moda porque vivimos una cultura muy visual. Y quizá lo que esté de moda o revalorizando es el trabajo manual frente al digital, ha habido un boom de lo digital y ahora hay una revalorización de lo manual.

No sé hasta qué punto va a ser temporal, pero gracias a dios que nos ha pillado a nosotros en este momento, y habrá que aprovecharlo mientras dure. Y después ver cómo se mantiene. Una de las cosas que he descubierto que me parece lo más complicado de esta profesión es mantenerse.

Emmanuel Lafont

En tu caso, ¿buscas clientes y te promueves a ti mismo, o trabajas con agente?

Sobre todo tengo que agradecerle a mi ex pareja, que fue el que me insistió en el uso de las redes sociales para promocionarme, reconozco que gran parte de la publicidad ha sido gracias a él, yo no tengo paciencia para llevar eso para delante. También fue mucho de salir a la calle, hacer cosas en la calle, el vender en la calle, bombardear de pegatinas, pintar muros, que se vea, que la gente se quede con tus cosas, que aunque no te conozcan y no sepan a qué te dedicas, que de repente empiecen a hacer como conexiones.

Últimamente vemos mucho movimiento en la ciudad. Cada fin de semana hay actividades, exposiciones, teatro… e incluso entre semana, tanto que tienes hasta que elegir. ¿Cómo ves este aumento de oferta cultural en Málaga?

Creo que es genial y en toda ciudad debe pasar, lo único que me molesta es que existe una “endogamia cultural local”. Somos siempre los mismos, hacemos siempre lo mismo, el público es siempre el mismo, y no se refresca. Personalmente pienso que esto puede ir en contra, ya que tanto para salir gente de aquí como para entrar otros, ese flujo debe estar, y creo que en Málaga no está pasando todavía. Me da la sensación de que se puede transformar, si no se está transformando ya, en un problema. Las energías no son las mismas, digamos que la gente que estamos trabajando en este rollo, ya no tenemos la misma motivación que hace cuatro años.

La nueva camada de chavales que están haciendo cosas, aunque suene “viejuno”, no ha tenido que abrir tanto camino, queda mucho camino por abrir. Me refiero a que antes no estaba tan fácil como ahora. Por ejemplo, abrir las puertas de mi casa para que se haga teatro no es tan novedoso, cuando nosotros comenzábamos con Villa Patata, eso en Málaga no lo había, la única gente que lo había hecho era Trasto Teatro por Teatinos y era para una obra suya. Después aparecimos nosotros con la casa dándole un giro de tuerca, porque pretendíamos que aquello se moviese.

¿Qué se podría hacer en ciudades pequeñas como Sevilla y Málaga que no son como Madrid y Barcelona donde el flujo de personas y actividades es mayor, para que no se oxiden?

Pienso que las instituciones tienen que poner su granito. Las instituciones, como el Ayuntamiento, la Térmica, el CAC, galerías privadas y cualquier entidad relacionada con la cultura, son los que tienen los medios sobre todo económicos. Pero no son conscientes de que efectivamente, esto se tiene que oxigenar, porque si no las cosas van a empezar a perder calidad.

Por ejemplo el Espacio Iniciarte donde se ha expuesto el Bestiario Floral, si ya se ha hecho la inversión más fuerte en la parte de producción, cómo no es posible que haya una red de intercambio de artistas. Por eso en esta exposición del Bestiario nos interesaba mostrar el proceso, la expo es la última parte de todo un proceso que es la que creo que se debería de promover, y así enriquecernos. Conseguir facilidades para poder contactar.

La galería sí que pone enfasis en la promoción, pero va a otro nivel y a otro ritmo. Y sí que te sugieren no hacer determinadas cosas, por ejemplo vender prints a 10€ en la calle, o exponer en un bar, y por eso también antes entraba más dinerillo rápido, es más fácil vender unas láminas a 10€, que vender una pieza original, que se vende a un precio mayor pero más difícil conseguirlo.

Emmanuel Lafont

Para ir acabando nos gustaría saber ¿qué proyectos futuros tienes?

Como deseo, tengo muchas ganas de encontrar un proyecto llámese beca, residencia, o beca de producción… en el que me tenga que ir a currar una temporada fuera. Cuanto más lejos, me resulta más atractivo, cuanto más choque cultural haya es mucho más enriquecedor.

Por el momento he pedido la beca de residencia artística de La Térmica (actualmente ha sido seleccionado para la residencia artística), que está aquí en Los Guindos, al menos salgo del centro de Málaga.

Actualmente de curro estoy terminando un encargo para Barcelona, unos amigos que se casan, y querían una pieza original para invitaciones de boda. Ahora que hemos terminado el Bestiario Floral, estamos intentando moverlo para una universidad en Suiza a ver si lo cogen, y tenemos ganas de moverlo sobre todo fuera de Málaga, también cuanto más lejos mejor. Y además, estoy trabajando en una exposición individual que tengo en la galería en junio del año que viene.

Y a largo plazo me gustaría estar tranquilo haciendo lo que quiero y sin estar pensando en cómo coño me voy a pagar el alquiler. Esto es lo que deseo y es hacia donde aspiro a ir.

Podéis encontrar su trabajo aquí:

www.emanuellafont.com

Por Chiqui Chicano // Fotos: Miguel Jiménez

 

 

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